Los castaños milenarios de este pueblo extremeño que han sido reconocidos como “árboles singulares” y que están en pleno Valle del Jerte

Castaño de Casas del Castañar

Raquel Sáez

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Cada árbol tiene su encanto, por el entorno en el que se ubica, por el color que regala, por el tamaño que alcanza o por la historia que guarda detrás, como testigo del paso del tiempo. También los hay únicos por su rareza. Sin embargo, algunos ejemplares abandonan ese grupo numeroso para escalar a una categoría superior, que les otorga un reconocimiento y una protección especial, para fortuna de los visitantes que los contemplan. 

Ese caso se da en Casas del Castañar, un pequeño pueblo de poco más quinientos habitantes conocido por sus árboles y situado en la vertiente meridional de la Comarca del Valle del Jerte, reconocido recientemente con el Premio Nacional de Turismo 2025 al Mejor Destino Rural y de Naturaleza, promovido por la Federación Española de Periodistas y Escritores de Turismo.

De esta pequeña localidad, destacan muchas cosas, como los restos del Castro Celta de Villavieja y el despoblado medieval de Asperilla. Sin embargo, la mayoría de personas que lo visitan no pierden la oportunidad de observar algunos de sus “árboles singulares”, unos majestuosos castaños que han sido denominados así por la Junta de Extremadura. 

Castaños por bandera 

Casas del Castañar es un municipio que hace gala de sus castaños, ubicados en el frondoso paraje de la Sierra de San Bernabé. Incluso existe una ruta senderista para aquellos que quieran contemplar estos ejemplares históricos, la conocida como La ruta de los castaños milenarios, de algo menos de cinco kilómetros y con alguna pendiente. El tiempo estimado para completarla, un par de horas. 

En ese recorrido, el primero que encontrará el visitante será el Castaño Condelobo o Escondelobo, con impresionante tronco de 9,21 metros de perímetro, según indica la Guía de Árboles Singulares de Extremadura.

Algo más arriba de este, aparece un conjunto de cinco viejos castaños entre los que sobresale el Castaño del Realengo, con una destacada conservación. Este ejemplar llegó a alcanzar los 25 metros de altura. Una imponente marca, aunque actualmente ese alcance es algo menor a consecuencia de un rayo. 

A unos cientos de metros, aparece otro “árbol singular”, “el mejor ejemplar del conjunto”: el viejo, aunque valioso, Castaño de Escondelobos II. Este tiene el segundo tronco más grueso en Extremadura con casi 11 metros de perímetro, solo superado por el Castaño de La Escarpia. 

Algo más alejado, se puede observar el Castaño de las Escobanchas, árbol con “un porte bastante extraño”, en el que se mezclan estructuras antiguas con rebrotes basales de gran desarrollo. También está el Castaño de la Fuente de las Escobanchas, con un tronco de siete metros, otro ejemplar milenario pero de inestimable valor, como el resto de estos árboles. 

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