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Nueve consejos de una viajera para visitar Islandia por primera vez

Península de Snaefellnes, Islandia

Jara B. Gavín

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Esta remota tierra de fuego y hielo encandila a cualquier viajero que aterriza en el aeropuerto de Keflavik y es un paraíso de naturaleza desbordante en bruto. Con frecuencia, viajar a Islandia ocupa los puestos más altos de los listados de sueños viajeros de los amantes de la exploración natural. Esta isla volcánica, situada justo en el lugar en que el Atlántico se adentra en el Círculo Polar Ártico, ofrece al visitante, en sus poco más de 100.000 kilómetros cuadrados —una quinta parte de la extensión de nuestro país—, un despliegue de paisajes tan dispares como, en ocasiones, difíciles de creer.

Aunque casi todos los viajeros que visitan Islandia suelen centrar su viaje en el recorrido total o parcial de la Ring Road, la carretera de circunvalación que rodea la isla en un total de 1.332 kilómetros, existen algunos matices que pueden convertir en extraordinario un viaje que, ya de por sí, es increíble.

Cuándo viajar a Islandia 

Sin duda, la respuesta más acertada es “depende de la Islandia que quieras encontrar”. La Islandia invernal es prácticamente una mole de hielo y nieve que, si bien no deja de ser impresionante, impide ver los colores surrealistas de los que se viste la isla en los meses menos fríos.

Además, los inviernos en Islandia son duros, con muy pocas horas de luz y temperaturas que pueden no subir de los 0 grados durante varios días, a lo que hay que añadir el casi perpetuo viento que sopla en la isla, que hace que la sensación térmica descienda unos cuantos grados más.

Si se tiene pensado recorrer la Ring Road en su totalidad, lo mejor es viajar a Islandia entre finales de marzo y las últimas semanas de octubre. Fuera de estas fechas, las carreteras del norte de la isla suelen sufrir cortes debido a las fuertes heladas, algo que puede ralentizar o incluso estropear el viaje, independientemente del vehículo 4x4 que hayamos alquilado.

Si el condicionante más importante es la temperatura, no nos quedará más remedio que elegir los meses estivales, como el 80% de los visitantes de la isla, que se concentran, sobre todo, en la zona del Círculo Dorado, al sur. Hay que tener en cuenta que ni siquiera en verano hace calor y que la meteorología es muy cambiante, por lo que la ropa de invierno será obligatoria y serán especialmente imprescindibles aquellas prendas que nos aíslen del viento y el agua.

Si, por el contrario, el avistamiento de auroras boreales es el motivo principal para emprender este viaje inolvidable, lo mejor es reservar los billetes a partir de la segunda mitad de septiembre, cuando las noches empiezan a ser más largas y hay más posibilidades de regresar a casa con el imborrable recuerdo de la mágica aurora boreal danzando en el cielo nocturno.

Quizá, en este punto, el mejor consejo que puedo darte es que no creas, ni por un segundo, que el hecho de no conseguir ver la aurora boreal va a restar un ápice de encanto a tu paso por Islandia. De hecho, es muy probable que tu propósito quede olvidado a las pocas horas de empezar a recorrer este pequeño gran país y sus paisajes imposibles.

Cuántos días se necesitan para recorrer Islandia

Aunque existen muchos viajeros que solo visitan el famoso Círculo Dorado, una zona del sur de la isla que se puede visitar en dos o tres días y que agrupa algunas cascadas, el famoso géiser Geysir y el Parque Nacional de Thingvellir (donde se encuentra la falla que separa las placas tectónicas de América y Europa) te recomiendo que no caigas en este error común.

El motivo principal es que vas a encontrarte con muchísima gente, lo que va a restarle algo de magia a tu viaje. El segundo es, simplemente, porque Islandia es mucho más salvaje, bonita e impresionante en sus zonas más desconocidas que en este área tan frecuentada por los circuitos turísticos.

Si quieres recorrer la isla completa circulando por la Ring Road, te recomiendo, al menos, una semana. Si además quieres recorrer la bonita península de Snaefellsnes, tendrás que añadir un día más.

Si vas en busca de la Islandia más aventurera y quieres adentrarte en terrenos menos visitados como los fiordos del noreste o la inhóspita Landmannalaugar, una zona del interior de la isla que puede convertirse en uno de los trekkings más bonitos que recorras, deberás sumar un par de días por cada desvío.

En uno de los países más caros del mundo, el presupuesto será sin duda uno de los pesos que decanten la balanza pero, si es asumible, recorrer el anillo al completo y añadir la península de Snaefellness, es la opción ideal.

Alquilar un coche en Islandia

Islandia tiene cuatro tipos de carreteras: las primarias asfaltadas, como la carretera de circunvalación que la rodea, por las que puede circular cualquier tipo de vehículo, aunque básicamente se reducen a la Ring Road y algunas pocas más.

Dentro de las carreteras primarias también existen carreteras de grava relativamente compacta, lo suficientemente anchas como para cruzarse dos coches sin problema, aunque carentes de delimitación.

Un poco más complicadas de conducir, aunque factibles con un vehículo 4x4 normal, son las carreteras secundarias de grava, que solo tienen espacio para un vehículo y suelen estar salpicadas de baches, hoyos y grandes charcos. Con frecuencia, estas carreteras conducen a cascadas y parajes aislados que merecen mucho la pena (y el traqueteo).

Por último, existen las carreteras F, que son todas aquellas que se adentran en el interior de la isla, por las que solo está permitido transitar en vehículos 4x4 aptos para vadear ríos. Verás muchos de estos enormes coches en tu viaje a Islandia.

Con este panorama, mi recomendación no es solo la de alquilar un 4x4 que te permita conducir con seguridad por las carreteras de grava, sino que a la hora de configurar la póliza del seguro, añadas absolutamente todas las opciones disponibles, daños por grava y ceniza de volcán incluidas.

Olvídate de cambiar dinero

En Islandia la circulación de dinero en efectivo es prácticamente inexistente. De hecho, en un viaje de ocho días por el país solo conseguí ver algunas monedas en el bote de propinas del pequeño barco con el que nos adentramos en el mar de Akureiri para saludar a Aretha Franklin, una ballena jorobada de cola manchada que, junto con el paseo entre icebergs por la laguna de Jokullsarlon, es uno de los recuerdos más bonitos de mi viaje a Islandia.

En Islandia todo se puede pagar con tarjeta de crédito y, cuando digo todo, me refiero a cosas como un café y un pedazo de tarta en una cabaña de madera en mitad de la más absoluta inmensidad. Así que olvídate del terrible trámite de cambiar euros a moneda local y, simplemente, controla los gastos —que, lamentablemente, serán abultados— en tu cuenta bancaria.

Lleva una botella de agua vacía

Entenderás a la perfección este consejo si, como a mí, se te ocurre entrar a pedir una botella de agua a cualquier restaurante o sitio de comida más o menos rápida. Las risas de los trabajadores, acompañadas de un “puedes coger agua en la cascada de ahí detrás” o similar, harán que comprendas de manera muy rápida que puedes encontrar agua potable en prácticamente cualquier manantial, fuente o cascada, motivo por el cual, en la mayoría de establecimientos, ni siquiera ofrecen agua embotellada.

Llena el maletero de provisiones

Además de que es prácticamente imposible cenar por menos de 40 euros por persona, Islandia es el país menos poblado de Europa, por lo que la existencia de opciones de restauración es, además de cara, escasa.

En un viaje que se compone por etapas, la hora de comer te sorprenderá, casi siempre, en mitad de la nada y, si no lo hace, es porque no estarás jugando bien tus cartas viajeras.

Así que, después de alquilar tu 4x4, dirígete a un supermercado y haz acopio de alimentos que puedas consumir de manera rápida en cualquier lugar. Esto te dará mucha libertad, evitando tener que estar cerca de las escasas poblaciones de la isla cada media jornada. También aliviará un poco tu bolsillo en un viaje que, ya de por sí, no es nada barato.

Céntrate en el norte

Aunque, como he comentado anteriormente, muchos de los viajeros que recorren Islandia se quedan, únicamente, con la parte que va desde Reikiavik hasta Joküllsarlon, exceptuando este último, el norte de Islandia es mucho más impresionante, auténtico y salvaje que el sur.

Desde las infinitas llanuras y la accidentada costa del este de Akureiri —donde, si se puede, es más que recomendable contratar un tour de avistamiento de ballenas— pasando por tres de las cascadas más impresionantes de la isla (Godafoss, Detifoss y Aldeijarfoss) y el pueblo más bonito de Islandia, Seydisfjördur, hasta la impresionante zona geotermal de Hverir, donde te parecerá sentir la tierra respirar, todo el norte de Islandia es una mezcla increíble de paisajes que no deberías perderte.

También en el norte, existe una alternativa a la archiconocida Blue Lagoon, la laguna azul de Islandia en la que es posible bañarse, previo pago, en aguas termales, sin importar el frío que haga fuera. Se trata de los baños de Myvatn, una opción mucho más auténtica y económica para disfrutar de los baños vikingos con unas vistas increíbles de las cumbres volcánicas que los rodean.

Recorre Islandia al revés

Hilando con lo anterior y, sobre todo, si añadimos a nuestro viaje la península de Snaefellnes, casi estaremos obligados a recorrer el anillo de circunvalación en sentido horario, que es justo al contrario de como se suele hacer.

Dentro de esta pequeña pero preciosa península, situada al oeste de Reikiavik, encontraremos una suerte de Islandia en miniatura que, en un solo día, nos regalará un spoiler de todo lo que después veremos a gran escala: volcanes, glaciares, campos de lava, playas salvajes repletas de focas, evocadores faros y solitarias iglesias de madera que, por sí solas, ya hacen que la visita a Snaefellness merezca la pena.

Además de que si el recorrido se comienza en sentido antihorario, la visita a Snaefellness pierde mucho —pues ya se habrá visto antes casi todo lo que podemos encontrar en ella, pero a escala gigante— recorrerla al revés que el común de los mortales hará que nos encontremos con mucha menos gente en la carretera e incluso en algunas de las paradas obligatorias.

Por último, y esta es una recomendación totalmente personal, llegar al glaciar de Joküllsarlon y contemplar los icebergs que flotan como enormes fantasmas de hielo en las gélidas aguas de su laguna, puede ser una de las visiones más maravillosas de la vida de cualquier amante de los viajes, por lo que es más que recomendable reservar el espectáculo para los últimos días.

Islandia, “el mejor país del mundo”

Si estás apunto de iniciar un viaje a Islandia, mi última recomendación es que te hagas con el libro Crónicas de Islandia, el mejor país del mundo, de John Carlin, una pequeña joya que te ayudará a comprender mejor la historia, la organización y la forma de vida del país vikingo, y muchas de las curiosidades con las que te encontrarás a lo largo de tu viaje.

Además, ¿no es bonito empezar con un libro un viaje a un país que publica más libros anuales per cápita que cualquier otro en el mundo y en el que sus habitantes celebran la nochebuena regalándose libros que leen, durante toda la noche, al calor de un chocolate caliente? Una tradición que se transmite de generación en generación y que cobrará mucho más sentido si visitas alguna de las preciosas librerías de su moderna capital, en la que, para finalizar, te recomiendo que reserves medio día y un poco de presupuesto.

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