El pueblo de Cantabria que conserva el legado literario de Lorca, Unamuno y Alberti
En el interior occidental de Cantabria, entre laderas empinadas del valle medio del río Nansa, se encuentra Tudanca, un pequeño municipio que ha conservado su configuración rural tradicional junto a un destacado legado cultural. Con poco más de un centenar de habitantes, este núcleo ha logrado mantener su trazado urbano y su entorno natural casi inalterados, al mismo tiempo que conserva un patrimonio literario singular, vinculado directamente con algunos de los principales nombres de la literatura española del siglo XX.
La relevancia de Tudanca en este ámbito se debe, en gran parte, a la figura de José María de Cossío, crítico literario, académico y autor del tratado Los Toros, quien convirtió su residencia estival en este municipio en un punto de encuentro para escritores e intelectuales. A lo largo del siglo pasado, la llamada Casona de Tudanca recibió visitas documentadas de autores como Miguel de Unamuno, Federico García Lorca, Rafael Alberti o Gerardo Diego. En ella se conservan manuscritos originales, epistolarios, obras dedicadas y una biblioteca de miles de volúmenes, que fueron donados por Cossío al Estado en 1975 y hoy se mantienen bajo gestión pública.
El valor patrimonial del municipio se extiende también a su arquitectura tradicional. El conjunto urbano de Tudanca fue declarado Bien de Interés Cultural, en la categoría de Conjunto Histórico. Sus edificaciones, organizadas en terrazas sobre la ladera, responden al modelo montañés, con muros de piedra, cubiertas inclinadas y solanas de madera. La disposición urbana, las construcciones religiosas y los elementos etnográficos se integran en un paisaje de alta montaña, caracterizado por su aislamiento y escasa transformación urbanística.
Un centro de producción y archivo literario
La Casona de Tudanca es un museo-biblioteca ubicado en el núcleo rural del municipio cántabro, en el valle del Nansa. La edificación fue construida en 1752 por Pascual Fernández de Linares, un emigrante retornado de Perú, y adquirida a comienzos del siglo XX por José María de Cossío, miembro de la Real Academia Española. Cossío estableció en ella su residencia de verano y acondicionó su interior como biblioteca personal y archivo literario.
La colección, actualmente pública, incluye entre 18.000 y 25.000 volúmenes, así como manuscritos, correspondencia personal, fotografías y objetos vinculados a la producción literaria y taurina de Cossío. En el archivo se encuentran documentos originales de autores como Rafael Alberti, Gerardo Diego o Miguel Hernández, así como cartas y primeras ediciones firmadas. Se conserva también documentación relativa a las visitas de intelectuales como Lorca y Unamuno.
En 1975, Cossío firmó un acuerdo de cesión de la casa y todo su contenido al Estado, con la condición de conservarlo como centro cultural. Tras su fallecimiento en 1977, el museo fue inaugurado oficialmente en 1982 y reinaugurado en el año 2000. En la actualidad, el edificio y su fondo documental están gestionados por la Consejería de Cultura del Gobierno de Cantabria. El inmueble se encuentra catalogado como Monumento Histórico-Artístico y forma parte de la red oficial de museos de la comunidad autónoma.
Las visitas al museo requieren reserva previa y se realizan mediante recorridos guiados, con una duración aproximada de 45 a 50 minutos. Posteriormente, se habilita un periodo de visita libre a exposiciones temporales. El aforo es limitado, y se recomienda acudir con antelación. El edificio permanece cerrado al público durante la visita guiada, que recorre espacios como la biblioteca, la capilla y las salas de archivo.
Conservación del entorno y patrimonio arquitectónico
Tudanca ha mantenido su estructura urbana original gracias, en gran parte, a su ubicación geográfica. El núcleo principal se sitúa en una ladera del valle del Nansa, a una altitud media de 700 metros, y está compuesto por edificaciones en hilera, construidas en piedra y orientadas hacia el sol. Las calles son estrechas, empedradas y adaptadas al desnivel, lo que limita el acceso a vehículos y favorece la conservación del entorno urbano. Este conjunto arquitectónico fue protegido mediante su declaración como Conjunto Histórico en 1983.
Entre los elementos religiosos del municipio destaca la Iglesia de San Pedro de Tudanca, edificada entre los siglos XVII y XVIII, que constituye uno de los templos más representativos del municipio. También se conserva la Iglesia de San Tirso en Santotís, del siglo XVI, considerada la más antigua del término municipal; en su interior alberga una talla gótica de la Virgen con el Niño. Otra construcción destacada es la Iglesia de San Juan, erigida en 1760. Estos templos forman parte del patrimonio histórico-religioso vinculado a las distintas localidades que integran Tudanca.
La actividad ganadera, centrada en la raza bovina tudanca, ha sido históricamente la base económica del municipio. Este ganado autóctono está adaptado a la montaña y se cría en régimen extensivo, utilizando espacios comunales como el “prao concejo”, donde aún se practican formas tradicionales de pastoreo colectivo.
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