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La Ruta del Califato: de Córdoba a Granada por el legado más vivo del antiguo al-Andalus

La Alhambra, Granada.

Roberto Ruiz

Casi ocho siglos de historia de al-Andalus en la península ibérica dan para mucho. El legado islámico es tal que hoy, seis siglos después, podemos seguir haciendo rutas temáticas que nos hagan rememorar una época de esplendor musulmán que dio forma no solo al paisaje, sino a nuestra propia cultura. Córdoba y Granada fueron dos de las capitales más importantes de la historia hispanomusulmana y, si las visitamos y vamos de una a otra, podemos llevar a cabo la conocida como Ruta del Califato, un recorrido lleno de leyendas, guarniciones, atalayas, castillos, pueblos notables y costumbres que nos trasladan a otra época.

La Ruta del Califato está marcada por dos elevaciones geográficas: Sierra Morena, en Córdoba, y Sierra Nevada, en Granada, y los territorios por los que pasaremos estaban incluidos, en época omeya, en tres provincias o coras: Córdoba, Cabra e Ilbira. El apogeo del califato cordobés fue en su momento el foco de cultura más brillante de todo Occidente y su resplandor, incluso hoy, sigue alumbrando un camino lleno de riquezas. 

Desde Córdoba hasta Granada encontraremos a nuestro paso numerosos pueblos y paradas en los que detenernos si queremos sumergirnos en esta Ruta del Califato. Municipios con nombre propio que a pesar de haber sido moldeados por la historia siguen conservando su más preciada esencia califal. Y, aunque son muchos los lugares de interés, vamos a recoger algunas de esas visitas imprescindibles que dan forma a este recorrido de aroma árabe.

Córdoba

Córdoba, como Granada, se merece un viaje para ella sola, aunque sea para visitarla en un fin de semana. Su pasado hizo que fuera cumbre de la sabiduría y el conocimiento, y gracias a Abd al-Rahman III hizo de puente entre Oriente y Occidente. Hoy hay mucho que ver en Córdoba, pero evidentemente en esta Ruta del Califato no puedes pasar por alto ni su mezquita, una de las más relevantes obras de arte de todos los tiempos, ni las ruinas de la ciudad palatina de Madinat al-Zahra.

Montemayor

Montemayor nos da la bienvenida como un auténtico pueblo-fortaleza sobre la campiña baja. Aunque su historia se va mucho más atrás, la actual población surge a partir de 1340 en torno al castillo medieval. La iglesia de la Asunción, gótico-mudejar, es interesante de ver como también lo son los restos del castillo de Dos Hermanas, de origen musulmán. 

Aguilar de la Frontera

Ya existía como municipio en época romana, pero en el periodo musulmán se hizo célebre por la rebelión muladí de Omar ibn Hafsun en el siglo IX. De su pasado andalusí podemos ver hoy día unos paños de muralla y restos de las torres en el risco que domina el pueblo, conocido como el Peñón del Moro. Y además de esto, su plaza de San José, de principios del siglo XIX, es una de las pocas plazas poligonales que encontrarás en España.

Lucena

En el siglo IX ya había referencias que mencionaban su población judía y el poder de los almorávides alcanzó una gran prosperidad económica y un avanzado esplendor cultural. La actual iglesia de San Mateo posiblemente fuera construida sobre una mezquita, que podría haber estado a su vez levantada sobre una sinagoga. En Lucena no nos podemos perder su Plaza Nueva, donde encontraremos su reformado castillo musulmán, famoso por haber tenido preso a Boabdil.

Cabra

Nos acercamos a las sierras subbéticas y en Cabra interesa hacer una parada para conocer su historia, primero como fortaleza romana y después, musulmana. La iglesia parroquial, llamativa por sus 44 columnas de mármol rojo, está construida sobre la antigua mezquita y se merece dedicarle unos minutos.

Espejo

Espejo siempre ha llamado la atención por su enclave, con la silueta de su castillo recortada sobre un cerro sobre el valle por donde discurre el río Guadajoz. Fue dotada de poderosas murallas por los califas cordobeses y son de interés la parroquia de San Bartolomé y la imponente casa de los duques de Osuna. Es un buen lugar, por cierto, para disfrutar de la gastronomía local y hacerse con unos mostachones o roscos de vino.

Baena

Baena es uno de los mayores municipios que encontraremos en esta Ruta del Califato pero, si seguimos con la temática que nos ha llevado hasta aquí, hemos de tener en cuenta que en el siglo VIII, con la entrada de los musulmanes, este pueblo fue un activo centro militar, administrativo y agrícola. De hecho la Almedina, su parte vieja, conserva un indiscutible aire oriental. Cómo no, uno de sus principales monumentos es su castillo, comenzado en el siglo IX y ampliado durante el califato y la conquista cristiana. Y aquí también hay templos, como el de Santa María la Mayor de estilo gótico flamígero, que fueron construidos sobre antiguas mezquitas. Hoy Baena está estrechamente vinculada a la producción de aceite de oliva.

Zuheros

Tampoco hemos de pasar por alto Zuheros, uno de los pueblos más pintorescos de Córdoba. Es de fundación musulmana y se levanta a los pies de una cordillera de rocas que le dieron nombre, Subayra, ‘peña’ en castellano. Su castillo es una de sus principales señas de identidad y hace equilibrio sobre un risco desde el siglo IX. 

Luque

Ahora sí, llegamos al corazón del Parque Natural de las Sierras Subbéticas. Y allí, sobre el municipio de Luque, sobresale su castillo edificado por Mohammed I en el siglo IX y recontruido por los nazaríes en el XIII. Está considerado Bien de Interés Cultural y alberga dos torres unidas por diversos lienzos de muralla. Luque es, además, el lugar perfecto para seguir deleitándose con la gastronomía local y dejarse sorprender por su típico chivo en salsa.

Alcaudete

Cuando Tariq tomó esta localidad en el año 715 era un poblado visigodo y, de hecho, los árabes se instalaron en torno a una torre romana. Alcaudete pertenece a la provincia de Jaén y su fortaleza fue musulmana hasta que fue tomada definitivamente por Fernando III en 1240. Fue clave durante muchos años al encontrarse entre la frontera del reino cristiano de Castilla y el reino nazarí de Granada, y ha ido recibiendo sucesivas ampliaciones hasta el siglo XVIII. Hoy su castillo está restaurado y se puede visitar.

Alcalá la Real

En esta Ruta del Califato la localidad de Alcalá la Real, en Jaén, es una de las que mayor esencia andalusí atesora en su historia. Su propio nombre deriva de la palabra árabe Qalat, población fortificada, y durante más de seiscientos años los árabes la hicieron suya configurando su población en torno a su fortaleza. Fue durante el siglo XII cuando Alcalá vivió su mayor apogeo andalusí, jugó un papel defensivo fundamental conectada con los castillos de Alcaudete y Locubín, hasta que cayó en manos cristianas. Y fue precisamente desde aquí de donde partieron los Reyes Católicos para recibir las llaves de Granada. 

Moclín

Moclín se puede considerar la última frontera del reino de Granada, parte de este extenso sistema defensivo que estamos recorriendo en la Ruta del Califato. Su castillo, de nuevo en las alturas, es de época nazarí y cuenta con dos recintos amurallados. El de la zona inferior se conserva mejor y mantiene su torre de acceso, mientras que el segundo y superior constituye la alcazaba. Abajo llama la atención la iglesia del Cristo del Paño, fundada por los Reyes Católicos. El entorno de Moclín ofrece diferentes paseos y excursiones, como la que nos puede llevar por otras atalayas cercanas: la Torre de la Porqueriza, la Torre de Mongoandrés y la Torre de la Solana.

Cogollos Vega

Nos acercamos un poco más a Granada y llegamos a Cogollos Vega, una alquería adscrita al distrito de la Vega. Se encuentra en pleno Parque de la Sierra de Huétor, por lo que ofrece interesantes opciones de senderismo y montañismo, al mismo tiempo que en el sector meridional del pueblo podemos visitar unos interesantes baños árabes originarios de su época andalusí.

Granada

Y llegamos a Granada, que como Córdoba tampoco necesita presentación y se merece que al menos hagamos hincapié tanto en la visita de la Alhambra como en su gastronomía y sus bares de tapas. Granada, capital del último reino musulmán de la península ibérica, siempre ha sido un histórico cruce de caminos. Una ciudad que mantiene muy vivos sus ocho siglos de civilización hispanomusulmana y que ofrece un patrimonio exquisito y evocador, no ya solo en los palacios de la Alhambra sino también en barrios como el Albaicín, su entramado de murallas, sus cármenes, sus palacios y sus antiguas mezquitas. El lugar idóneo, sin duda, para poner punto final a esta Ruta del Califato que nos ha llevado por algunos de los hitos más llamativos del legado andalusí andaluz.

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