De ruta por los mejores tabancos de Jerez

Botas y vinos en el tabanco El Pasaje, Jerez de la Frontera

Roberto Ruiz

La cosa va de vinos. De esos que acompañan un aperitivo y se degustan sin prisas en un local que te transporta en el tiempo entre aromas, sabores y tradición. Paseamos por el centro de Jerez de la Frontera, en Cádiz, para recorrer algunos de sus mejores tabancos, bares con un carisma y una historia muy especial donde tras muchas décadas se sigue profesando el culto a los vinos de la región.

Los tabancos comenzaron como negocios de despacho de vinos, vendidos a granel y directamente de las botas de madera. Eso seguro. Pero aunque por su nombre también hay quien defiende que igualmente hubo venta de tabaco, el caso es que con el tiempo y poco a poco, quien más y quien menos fue ofreciendo algo de picar para acompañar las copas de oloroso, amontillado, cream, palo cortado, fino, amoroso, moscatel o Pedro Ximénez sacadas de algunas de las mejores bodegas de Jerez, hasta convertirse en los lugares de peregrinación para comer y beber que son hoy en día.

Establecimientos con solera en los que tomar un aperitivo, con una copa y una tapita para acompañar, charlar, encontrarse, socializar y vivir en persona parte de una tradición puramente jerezana. Tabancos que se merecen una visita para conocer Jerez desde las papilas gustativas.

Tabanco El Pasaje

(Calle Santa María, 8)

Puede presumir de llevar ofreciendo vinos desde 1925, por lo que se respira un ambiente sin duda especial. Como buen tabanco suministra vino a granel y embotellado, sirviendo directamente de las botas que descansan al otro lado de una barra sobre la que aún se hacen las cuentas con tiza. Cuenta con tablao flamenco y todos los días ofrece un par de pases, a medio día y por la noche. Sea un oloroso, un cream, un Pedro Ximénez, un amontillado o un palo cortado, entre muchos otros, no deberías dejar de acompañar tu vino con alguna de sus chacinas o sus quesos, servidos en papelones. El “chicharrón especial” causa sensación, y con razón.

Tabanco El Guitarrón de San Pedro

(Calle Bizcocheros, 16)

Los tabancos fueron en su día lugares de encuentro de hombres pero, curiosamente, El Guitarrón es llevado solo por mujeres, tan curioso como que Mireia Dot, su dueña, vino de Barcelona y se quedó en Jerez enamorada de sus vinos. Aquí la lista de vinos jerezanos es casi infinita, realmente necesitarías vivir allí para probarlos todos. En su carta además de embutidos de la zona encontrarás una buena variedad de montaditos. Además de comida y bebida en El Guitarrón música en directo, tanto flamenco como otros géneros, además de alguna que otra exposición cultural.

Tabanco San Pablo

(Calle San Pablo, 12)

Abierto desde 1934, el San Pablo es uno de los tabancos más tradicionales de Jerez. Amplio y con un buen espacio también de terraza para quien quiera disfrutar de sus vinos bajo los naranjos, ya sean olorosos, amontillados o dulces, entre otros muchos. Para comer encontrarás de todo un poco pero siempre cocina tradicional. El ajo campero es un duro rival de las chacinas y los chicharrones, y entre los montaditos triunfa el San Pablito, todo un clásico de la casa, aunque el de chorizo picante con queso tampoco se queda atrás.

Tabanco La Reja

(Calle Mesones, 6)

Un tabanco fundado en 1942 y con dos temáticas claras y muy jerezanas: los toros y el vino. Nada más entrar llama la atención su larga barra, su graderío con azulejos en el que sentarse a tomar algo y, cómo no, la reja que da nombre al establecimiento. La carta de las tapas es variada, sugerente y deliciosa, y como verás por la montaña de montaditos que se exhibe junto a la ventana hambre no vas a pasar. El mural del fondo representa en una caricatura la vendimia y es que aquí el vino es lo primero, puedes pedirlo tanto de bota como de botella y, además de tener opciones para aburrir, lo disfrutarás en un ambiente auténtico y acogedor.

Tabanco Las Banderillas

(Calle Caballeros, 12)

Como su propio nombre indica en Las Banderillas el ambiente taurino se sube por las paredes, aunque con un toque flamenco, eso sí, ya que el local primero lo abrió el padre de Lola Flores con otro nombre. Además de ofrecer buenos vinos a granel aquí la cocina va mucho más allá de las tapas, por lo que se convierte en un excelente sitio para comer o cenar. Guisos tradicionales, pescados y carnes, con una cola de toro que se ha ganado su renombre en toda la ciudad.

Tabanco Plateros

(Calle Algarve, 35)

El tabanco Plateros surgió no hace mucho, lo hizo en 2011 para volver a poner de moda esta tradicional manera de vivir el vino y su nombre lo tomó de la plaza en la que se encontraba el local. Desde 2016 se encuentra en una nueva ubicación y en él se respira un aire más juvenil que en otros tabancos más tradicionales. Cuenta con una muy buena carta de vinos locales, tanto para consumir como para llevar a casa, y para paliar el apetito hace una importante apuesta por quesos y chacinas, entre muchas otras cosas, pero entre las que despunta un riquísimo queso payoyo.

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