El único país de África donde todavía se habla español: una joya cultural y paisajística
En plena costa de la región de África Central, entre Camerún y Gabón, encontramos Guinea Ecuatorial, el único país del continente donde el español sigue siendo lengua oficial. Aunque no lo parezca, este pequeño Estado fue durante décadas una provincia española, y no una simple colonia.
Hasta 1968, Guinea formó parte de España con los mismos derechos administrativos que cualquier territorio peninsular. Un vínculo que ha dejado huella no solo en el idioma, sino también en la cultura, la arquitectura y las costumbres del país.
Pese a su cercanía, tristemente y de forma probablemente deliberada por quienes nos cuentan la historia, Guinea Ecuatorial ha sido la gran olvidada de la memoria colectiva española.
Muchos desconocen incluso que su capital, Malabo, fue durante años Santa Isabel, o que su isla principal se llamaba Fernando Poo, nombre que aún pervive en la mente de quienes recuerdan el lamentable tiempo colonial en que barcos españoles recalaban en sus costas.
Un territorio de belleza indómita
Dejando de lado la funesta historia de esclavitud y colonialismo -que daría para hablar largo y tendido-, podemos centrarnos en las maravillas que ofrece elste enclave africano. Guinea Ecuatorial está formada por dos zonas principales: el continente (Río Muni) y un conjunto de islas volcánicas entre las que destacan Bioko (donde se encuentra Malabo), Annobón, Corisco y Elobey.
Cada una de estas tierras es un paraíso en sí mismo, con paisajes que mezclan selvas frondosas, montañas humeantes, playas de arena negra y lagunas escondidas.
En algunos puntos, como los alrededores del monte Basilé, se puede contemplar a la vez el mar, cascadas que vierten desde la roca y aguas interiores, creando un espectáculo natural sin igual.
Durante la época colonial, estos enclaves eran considerados auténticas joyas de la corona española en África, tanto por su estrategia geopolítica como por su atractivo visual.
La isla de Bioko era un lugar de paso obligado para las rutas marítimas entre Europa y el sur del continente, lo que llevó a España a consolidar su presencia con una administración estable y creciente población de origen peninsular.
Tradición y mestizaje: una cultura única
A pesar de su independencia, el español sigue siendo el idioma común entre sus diferentes etnias, lo que convierte a Guinea Ecuatorial en un caso excepcional en el panorama africano. En las escuelas, las instituciones y los medios de comunicación se utiliza el castellano, aunque convive con otras lenguas como el fang, el bubi, o el portugués criollo en Annobón.
La cultura guineana es un mosaico de influencias: la música combina ritmos africanos con boleros y guitarras españolas; en las celebraciones, se mezclan danzas tribales con tradiciones católicas heredadas de la colonización. La gastronomía, por su parte, fusiona ingredientes tropicales con técnicas culinarias que remiten a las casas extremeñas o andaluzas.
El legado español que pervive
Pasear por ciudades como Malabo o Bata es encontrarse con vestigios arquitectónicos de una época que marcó el desarrollo del país: casas coloniales con balcones de hierro, escuelas construidas por misioneros, antiguos hospitales, iglesias y plazas que siguen evocando la estética española de mediados del siglo XX.
Aunque la historia compartida entre ambos países no está exenta de claroscuros, lo cierto es que Guinea Ecuatorial sigue siendo, en palabras del escritor Andrés Pascual, “uno de los rincones más bellos del planeta” y un puente vivo entre la lengua española y el corazón de África.
Hoy, cuando se habla de la expansión del español por el mundo, rara vez se menciona a este pequeño país africano que, sin embargo, mantiene viva una de las conexiones culturales más singulares del siglo XX. Y quizás ha llegado el momento de mirar más al sur, y reconocer que, a miles de kilómetros, también se habla de nosotros.
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