El yacimiento romano de Alicante que puedes contemplar mientras te pegas un chapuzón

Baños de la Reina en Calp

Raquel Sáez

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Nuestra extensa costa cuenta con una gran variedad de ecosistemas, incluyendo playas, dunas, marismas y acantilados, que se reparten en 25 provincias y 428 municipios. Sin embargo, pocas localidades pueden presumir de contemplar de cerca un yacimiento romano. Una de las excepciones la encontramos en el municipio alicantino de Calp, con menos de treinta mil habitantes. Ahí, aguardan los Baños de la Reina, todo un símbolo de la ciudad.

Los Baños de la Reina forman parte de un conjunto arqueológico romano que data del siglo VI-V d. C. En este complejo podemos diferenciar tres zonas: el Vicus romano, el conjunto termal de La Muntanyeta y los viveros de los Baños de la Reina. Y casi toda la atención se la lleva esta última.

De acuerdo con el consistorio valenciano, se trata de unas grandes cubetas dentro del mar, talladas en la roca arenisca conocida como pedra tosca. El conjunto está formado por un gran depósito rectangular de 165 metros de superficie total, aunque a su vez se divide en seis balsas comunicadas entre sí con una pequeña abertura por la que es posible entrar y salir. Actualmente, estas balsas están llenas de agua marina que entra directamente de la costa.

Sin embargo, lo que ahora parecen piscinas naturales entre restos romanos no fueron concebidas como tal. Los romanos los construyeron como viveros, utilizados en la época para la cría del pescado vivo, aunque los historiadores no descartan su posible uso como jardín acuático, por la belleza marina que ofrecía la zona.

En cualquier caso, esta construcción lanzaba un mensaje claro a la población: levantar y mantener una infraestructura así solo era posible si detrás estaba una familia adinerada. Más allá de su utilidad, constituía una muestra del poder y prestigio social de su propietario.

¿Los Baños de la Reina Mora?

A este conjunto arqueológico se le ha conocido popularmente como Baños de la Reina Mora, un apellido que responde a una leyenda que ha perdurado hasta la actualidad, pero que poco tiene que ver con el motivo de su construcción. Se cuenta que esta reina árabe estaba empeñada en tener un lugar exclusivo donde bañarse, así que ordenó que se conectase el palacio directamente con el mar. Y eso explicaría su construcción.

Pese a que se trata de una leyenda, el topónimo del lugar se ha conservado hasta nuestros días. De hecho, no solo se utiliza para referirse a la zona de los viveros o piscifactorías, sino que se ha extendido a todo el enclave arqueológico. En cualquier caso y bajo cualquier denominación, este lugar se ha convertido en todo un símbolo de la ciudad y un rincón costero único en nuestro país.

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