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Vivir, respirar, filtrar

Assange, trasladado por la policía británica

Bernardo Gutiérrez

Ra, dios del cielo, dios del Sol y del origen de la vida en la mitología egipcia, basaba su poder en un secreto. En un nombre secreto que nadie conocía. Isis, la Gran Maga, hija de Ra, trató de averiguar el nombre secreto del dios que le daba el poder sobre el resto de hombres y dioses. Un día Isis recogió la saliva con su mano, mezclándola con la tierra, moldeando una serpiente: nacía la primera cobra. Isis colocó la serpiente en el camino que su padre recorría a diario, sobre su barca, atravesando las Dos Tierras. Cuando la cobra mordió a Ra, acudió a Isis, que accedió a sacarle el veneno a cambio de que revelara su nombre secreto.

-Venid, decidme, oh Señor, vuestro nombre, el nombre secreto que sólo vos conocéis, porque solamente vivirá aquel que es llamado por su verdadero nombre, dijo Isis

-Cuando salga de mi corazón, díselo a tu hijo Horus, después de que le hayas jurado por la vida del dios, y hayas puesto el dios en sus ojos.  

Revelar un secreto arrebató el poder absoluto a Ra. La simple posibilidad de revelar su nombre secreto le dio a Isis la posibilidad de repartir el poder. Esta historia, recogida en En la confidencia, de Eloy Fernández Porta, revela que los secretos de Estado esclavizan a los pueblos. Los sacerdotes mayas usaban sus conocimientos astrológicos para predecir eclipses, equinoccios, tempestades. Cuando un viejo tirano muere de Alzheimer, se lleva secretos de Estado a la tumba, trapicheos macroeconómicos, enchufes políticos que trastabillaron la justicia social. La revelación de secretos, las confidencias, devalúan el poder. Cuantas más personas conozcan el secreto menos será su valor. Menos poder tendrá quien lo detenta. La confidencia es tan antigua como la vida, brota en el mismísimo corazón de la mitología. Y en estos tiempos convulsos en los que los banksters mueven los hilos, revelar la confidencia de los secretos que nos ocultan es una obligación moral. Llamémosle leak, filtración o simplemente justicia. Llamémosle X o Y, pero filtremos. Y entendamos de una vez que Julian Assange es el Jimmi Hendrix de nuestros tiempos. Transparencia para los gobiernos, privacidad para los ciudadanos. A los del God bless America les respondemos, en todas las lenguas del mundo: In leak we trust.

Desde el año 2011, el proyecto Global Leak exporta la filosofía de Wikileaks al mundo. Su software libre y su conjunto de herramientas han sido adaptados a decenas de países. Filtra.la, su nodo español, es parte de la red de Global Leaks. El sistema puede detener a Julian Assange, pero no puede enterrar una nueva filosofía y una nueva forma de hacer. 

Confía en el leak. Filtra y vencerás. Y prepárense, sacerdotes de la opacidad de los mercados, porque todas las personas del mundo pueden filtrar. El kit de herramientas de Global Leaks permite que cualquiera pueda enviar de forma anónima informaciones relevantes. Y por eso es tan crucial defender el anonimato en Internet.  Si no queremos que el capitalismo financiero transforme nuestro mundo en cenizas,  filtremos. Mientras no exista la transparencia total para lo público, filtremos. 

Las filtraciones no son una novedad. La historia está repleta de confidencias mitológicas, de nombres secretos revelados, de informaciones escondidas que vuelan como noticias de pólvora. Cuando el capitán John Sutter descubrió oro en California el 19 de enero de 1848, intentó mantener el secreto. Quería, por lo menos, acabar la construcción de un molino. Quería estar el primero en la casilla de salida. La noticia se filtró a los medios, provocando la gran estampida de la fiebre del oro. Cuando el telegrafista gallego Benjamín Balboa recibió en la estación de radio del Ministerio de la Marina de Madrid un mensaje del general Francisco Franco, sabía que estaba en su mano intervenir en la historia. Franco le daba instrucciones para enviar un mensaje codificado a todas las bases navales y navíos de España. Benjamín Balboa, sabiendo que si lo enviaba codificado apenas lo recibirían los oficiales golpistas, se rebeló contra sus superiores. Lo Envió sin codificar: filtró el mensaje. Muchos navíos fueron avisados y pudieron hacerse con el poder de los buques. La marina republicana bloqueó durante meses el estrecho de Gibraltar, evitando la llegada de barcos fascistas de Alemania. 

Muchos especialistas consideran estos dos acontecimientos inconexos como el embrión de la cultura de las filtraciones. En 1963, el grupo de activistas Spies for Peace filtró los planes del gobierno británico para gobernar con mano de hierro después de una guerra nuclear. Publicaron la información en un panfleto Danger! Official Secret RSG-6, que enviaron a los medios de comunicación, políticos y ecologistas. En 1971, The New York Times publicaba gracias a una filtración los Papeles del Pentágono, con secretos del Departamento de Defensa sobre las injerencias estadounidenses en Vietnam entre 1945 y 1967. El escándalo de Watergate, desencadenado por la filtración de una misteriosa fuente llamada Garganta Profunda, acabó provocando la dimisión de Richard Nixon. En 1986, Mordechai Vanunu, un técnico nuclear israelí filtró a la prensa británica detalles del programa de armas nucleares de Israel. 

De Ra a Garganta profunda, de Benjamín Balboa a Julian Assange, la revelación de secretos ha desencadenado movimientos tectónicos en el planeta. Contamos con un nuevo ingrediente en el universo de las filtraciones: la expansión masiva de Internet ha quitado el privilegio a los periodistas y ha provocado un salto de escala. El whistle blower, término usado en inglés para quienes filtran, ya no tiene que relacionarse únicamente con periodistas. Cuando un analista de inteligencia destinado a Irak filtró información confidencial no buscó a los grandes medios. Chelsea, que en aquella época todavía asumía su identidad de hombre, Bradley Edward Manning, escogió a la organización Wikileaks. Chelsea Manning, filtró el escandaloso vídeo Collateral murder de Bagdag, 251.287 cables diplomáticos y 482.832 informes de guerra. Algunos de los cables de los Iraq War Logs y los Afghan War Diary tuvieron repercusión en los medios de comunicación de masa. Otros no. Wikileaks publicó todos los cables en su sitio. Raw information. Información en bruto. La inteligencia colectiva de la ciudadanía hizo el resto. ¿Qué mejor colaboración abierta distribuida que la de la ciudadanía monitoreando cada detalle de un conjunto de cables de Wikileaks? ¿Qué mejor inteligencia colectiva que la de una multitud divulgando cada detalle de las irregularidades, corrupciones y maniobras opacas de sus gobernantes? 

Filtra es el respirar de las democracias del nuevo milenio. Filtrar es el estado natural de los demócratas. Filtrar es a la democracia lo que el agua para la vida. Vivir, respirar, filtrar. Vivir con el derecho a saber. Vivir en un mundo en el que el conocimiento fluya sin cercos. Y es que debajo de la filosofía leak subyace un valor tan o más importante que la transparencia: el derecho al conocimiento libre. Aaron Swart, en su Manifiesto de la guerrilla por el acceso abierto publicado en 2008, denuncia que el conocimiento que existe gracia a los fondos públicos se almacena en revistas privadas con acceso restringido: “Necesitamos tomar la información, donde sea que esté almacenada, sacarle copias y compartirla con el mundo”. 

La transparencia de la información y el conocimiento libre asustan al poder. Sin el monopolio de la información, el neoliberalismo de casino de nuestros tiempos se desmorona. Vivir, respirar, filtrar. Filtrar, recrear, compartir. Concluyo mi elogio de la filtración con una banda sonora en MP3. Poca gente recuerda que el formato MP3 nació en la universidad de Erlangen, en Alemania, en el año 1994. Nació con copyright, a pesar de ser una universidad pública financiada con los impuestos de todos los alemanes. Además, el software que permitía descodificar el MP3, el l3enc, se liberó en una edición limitada. Un hacker llamado SoloH tuvo acceso al código fuente del programa desde los servidores de la universidad y desarrolló una versión de calidad superior que inauguró la revolución del MP3 en Internet. Cuando la industria estaba ya presionando a la universidad de Erlangen para restringir más todavía el nuevo formato, un hacker altruista liberó el conocimiento. Pocos años después, el programa Napster posibilitó conectar cualquier ordenador con cualquier ordenador, intercambiar música en formato comprimido sin tener que comprar una versión original. El resto ya es historia. Ante la detención de Julian Assange, la pregunta que debemos hacernos es, ¿cuál es la historia que Ra, los dioses del cielo de Wall Street y capitalismo gore quieren detener? ¿Qué futuro pretenden evitar?

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