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Vota en defensa propia

Santiago Abascal y Pablo Casado en el estrado en la manifestación en Colón contra Pedro Sánchez.

Rosa María Artal

El 28 de Abril los españoles nos enfrentamos a unas elecciones cruciales. Está en juego el modelo de país y el modelo social, a decidir por muy pocos votos. La derecha se ha partido en tres, radicalizándose, y con un redoblado apoyo mediático. Y la izquierda, o el centro izquierda más progresista, ha sufrido avatares fuera de programa. Las encuestas dan casi un empate entre los bloques o se decantan por uno u otro por la mínima. Puede ocurrir incluso que, de no haber un triunfo nítido, haya que volver a las urnas en no mucho tiempo. Por eso, resulta esencial volcarse en estas elecciones.

Hemos llegado a un punto en el que hay que votar, ineludiblemente, y votar en defensa propia. La frase surge de esas tormentas de ideas que se desencadenan en Twitter. Votar por supervivencia supone una actitud más pasiva que en defensa propia, con voluntad y arrojo. Si gana la triple derecha, todas las mujeres estamos en peligro. Esta vez no les ha hecho falta ni el uso de eufemismos. El lumbreras en jefe del PP, Pablo Casado, y los dos vicelumbreras, García Ejea y Suárez Illana, han sido explícitos. Más aún sus socios en Andalucía, el partido ultraderechista Vox. Ciudadanos tampoco se queda atrás en algunas propuestas.

Existe, en opinión de PP y Vox, una dictadura feminista. Las mujeres gestantes son como taxistas que llevan un pasajero, según el libro entrevista entre Abascal y Sánchez Dragó, el que presumiera de acostarse con niñas de 13 años. Pablo Casado ya nos dio un docto consejo al hacernos pensar en lo que llevábamos dentro al estar embarazadas. García Egea, PP, declara que quien quiera abortar tiene muchas opciones “incluso salir fuera de España”, evocando los nostálgicos viajes a Londres en el franquismo y posfranquismo. Suárez Illana hace el ridículo internacional al hablar de una ley en Nueva York que permite abortar a niños nacidos. Sí, abortar a nacidos. Y pide disculpas porque es mentira. Y se lía con los neanderthales que cortan la cabeza al nacer. Y no pide disculpas aunque también es mentira. Rivera, mucho más moderno, prefiere el uso mercantil de la mujer y aboga por los vientres de alquiler y “una prostitución con luz y taquigráfos”, dijo textualmente. Ya puestos con IVA ¿verdad, Albert? Para cualquier mujer es imprescindible votar en defensa propia en la idea de preservar los derechos que tanto nos costó conseguir. Cualquier mujer, salvo varias de las filas conservadoras que se apuntan diligentes al machismo, remedando el papel de la mujer del Comandante en “El Cuento de la criada”.

Quien desee mantener al menos el Estado del bienestar ha de votar en defensa propia también. Vox propone privatizar la sanidad y la educación, desmantelar el sistema público de pensiones y denuncia la discriminación fiscal de los ricos. Marcos De Quinto “número dos” de Rivera en Madrid, promotor del ERE de Coca-Cola, cotizante en Portugal para pagar menos, declara que “si se cerró ese centro algo de culpa tendrían los trabajadores”. El ultraliberal Daniel Lacalle, por el PP, propone bajar impuestos a los que más ganan pero le parece un error que se paguen 900 euros de salario mínimo. Comparte la privatización de la sanidad y la educación y nombra, aunque desmiente la intención, el recorte de las pensiones, bajo determinadas circunstancias, que puede estar entre el 20%, el 30% e incluso el 40%.

Esta derecha estima que los jubilados se pondrán gustosos al borde de la inanición, o que la sociedad completa afrontará pagarse sus propios tratamientos médicos y la educación de sus hijos, por la grandeza del nacionalismo español tal como ellos lo entienden: de represión y atraso. Sueñan con un 155 eterno para Cataluña (los tres). Con degradar a Mossos y Ertzainas (Casado) o suprimirlos (Abascal). Los tres quieren cerrar la televisión autonómica, TV3. La marquesa Cayetana Álvarez de Toledo (PP) habla de “ver arrodillados” a los independentistas, con esa altanería proclive a la humillación del inferior propia de su casta. Prácticamente todos los españoles con dos dedos de frente y los cinco de ética han de votar y votar contra la derecha en defensa propia.

Quieren devolvernos a la ley de la Selva de la que ellos, en su inmensa cortedad intelectual y moral, no salieron jamás. Cadena perpetua, mili obligatoria, cine patriótico, en la mente de Abascal en la que solo cabe España y ni una idea de progreso. Con mayor o menor intensidad esta derecha admira o no rechaza el franquismo. Abascal califica el golpe del 36 de “movimiento cívico militar”, aunque ocasionara una guerra y una dictadura fascista de 40 años. Suárez Illana también admira a Franco. Cs ha evitado condenar el régimen. En los países serios la apología de la dictadura está prohibida y penada. Los ultraderechistas ya han logrado de sus colegas del PP la promesa de suprimir la Ley de Memoria histórica andaluza. Uno de los más destacados prebostes de Vox promete en un acto público que “quién dispara y mata a un ladrón será premiado con la Medalla del Mérito Civil”.

Los ultras quieren suprimir el Ministerio de Cultura. Materia con la que desde luego no parece simpatizar la triple derecha vigente. Pablo Casado no tiene ni la más remota idea de geografía del país que aspira a presidir. Y su pereza mental es de semejante calibre que ni se prepara en sus visitas presenciales, en qué provincia está Getxo o que existe Ceuta. Rivera suelta “motu propio” oyendo campanas sin saber de dónde vienen. A los de Vox no hay más que verlos. Una de sus portavoces se queja de que “hay mucha ciencia y poco bandera”. Vota en defensa propia, porque si esta derecha llega al poder, España podría contagiarse de su burricie, su incompetencia, su ignorancia, su bajeza de miras.

Las mentiras de Casado se han convertido en un clásico. Las exporta con total impericia, haciéndose daño. Se va a Bruselas a afirmar que “Torra está el mando del gobierno de Sánchez”, como si en las Instituciones Europeas fueran lerdos. Pablo Casado ha llegado a mentir a los niños diciéndoles que la caza “es para que los animalitos no se pongan enfermos”. Sí, muerto el animalito, muerta la enfermedad. Y ya se ha esbozado el primer duelo de miradas y testosterona entre dos luminarias de primer orden: Aznar y Abascal por aquello de la “derechista cobarde”.

El triunfo de uno u otro bloque va a depender de mínimos. Los poderes que no concurren a las urnas no son nada proclives a permitir un gobierno realmente progresista en España. Se precisa recorrer un camino previo, ya iniciado. Europa, las democracias occidentales que se dice o como quieran, apuesta por Pedro Sánchez. La moción de censura le ha propiciado una excelente campaña electoral. Y nadie en su sano juicio daría un gobierno al mentecato de Pablo Casado. Sin mayoría del PSOE, la gran decisión está entre Unidos Podemos o Cs para sumar fuerzas. El capital apuesta por Albert Rivera, no puede estar más claro, pero empieza a asumir que Pablo Iglesias es una opción. Como segunda fuerza. Muchos en el propio PSOE prefieren al naranja, azul, y ahora verde Rivera pero se ha tiznado demasiado. Fuera de sí, asegura que “Sánchez es un problema para España, y echarlo es una cuestión de Estado”. Nada crítico dice de los ultra de Vox.

El poder mediático no quiere a Iglesias ni en pintura, no hay más verlos. El poder mediático, digo. No el periodismo. Precisamente, conocer la guerra sucia de las cloacas del Estado ha mostrado en radiografía los perfiles de periodistas y políticos. Hasta Iñaki Gabilondo dice que esto es un escándalo y que Pablo Iglesias es “uno de los nuestros”. No lo son desde luego quienes habitan las alcantarillas mugrientas. Las encuestas pueden darles una sorpresa.

Vota en defensa propia. Sin confusiones. La derecha también anda preocupada. Temen no les salga su proyecto de país de banderas, toros y toreros, y famosos de la tele. De volver a la mujer “a sus labores”, sin rechistar, y los privilegios a las clases de las que nunca debieron salir. De sanidad, educación y pensiones de beneficencia. De mucho embestir y poca cabeza. De involución y autoritarismo. Promotor de miedo. Todas las trampas son esperadas. Hay que sortearlas.

Votar en defensa propia es asegurar un gobierno fuerte progresista. Impelido a exigirse el cumplimiento de medidas progresistas si se dan desviaciones. Sabiendo en qué país estamos. Pongámonos en el camino posible para un día poder mejorar esta democracia imperfecta. Evitar caer en el abismo ultra es prioritario. Empezar a remontar. Interiorizarlo, difundirlo. Votar, como obligación con los ciudadanos demócratas. En defensa propia.

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