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Haber sido Thatcher

Barbijaputa

La expectación que ha suscitado la Cabalgata de Reyes de este año en Madrid tiene la misma lógica que el hecho de que se linchara a su alcaldesa por cómo iban vestidos los Reyes Magos del año pasado: ninguna. Como siempre que hay un componente machista en algún hecho, sólo hace falta darle la vuelta a la situación para verlo aún más claro. Imaginar que algo tan virulento como lo ocurrido el año pasado podría haberle pasado igual al candidato socialista, Antonio Carmona, se hace muy complicado. Para empezar porque es hombre y para terminar porque no tiene 72 años. Porque si la alcaldía de Madrid estuviera ocupada por un hombre nadie le habría reclamado nada, al fin y al cabo los hombres no entienden de ropa; se daría por hecho que él ni sabía cómo iban a ir vestidos los Reyes Magos. Pero fue Carmena, que es mujer y además tiene edad de ser abuela, ergo ella tuvo hasta que coser aquellos trajes imperdonables.

Muchos esperan que haya aprendido la lección y, en esta cabalgata, la alcaldesa no se mueva un ápice de lo establecido y se deje de “blasfemias”; o lo que es lo mismo, muchos esperan que la osada alcaldesa pase por el aro y demuestre que ha entendido las críticas, que eran legítimas, y que una mujer no puede introducir cambios así como así. Lo que no quitará que sigan criticándola por cualquier otra cosa, por supuesto.

Las mujeres son siempre juzgadas más duramente cuando toman un poder que históricamente ha pertenecido sólo a los hombres y si, además, añadimos que esa mujer es septuagenaria, ya tenemos el combo de odio necesario para que cualquier propuesta sea considerada la peor de las ideas, la más dantesca y la prueba irrefutable de que la alcaldesa no sirve y debe irse a su casa.

Además de reunir todo lo anterior, Manuela Carmena tiene un elemento tan amenazante como imperdonable para parte de nuestra sociedad y, sobre todo, para nuestros medios de comunicación: es de izquierdas. (Mujer, mayor y roja, dios mío, ¡sólo le falta no ser heterosexual!)

Que mediáticamente se use esa condescendencia con Carmena que venimos viendo desde incluso antes de su nombramiento, no responde a unos motivos sólidos propiciados por ella. Si tantos tertulianos y periodistas cipotudos se refieren a sus propuestas o ideas como “Carmenadas”, no es porque sus ocurrencias sean descabelladas, sino por mujer y por su edad. La única forma de librarte de la prepotencia machista en esa situación es ser Margaret Thatcher y dedicarte a declarar guerras o a aniquilar el sindicalismo de tu país. Si en vez de eso, decides que no vas a seguir las reglas de la machopolítica y que tu interés se centra más en cosas hippies como el medio ambiente, la tribuna machuna te señalará con el dedo y se cebará contigo con sorna.

El linchamiento a Manuela Carmena por aplicar unas medidas medioambientales que no fueron siquiera aprobadas por ella sino por Ana Botella (y que ya se aplican en ciudades europeas desde hace años, sin ir más lejos en Barcelona), para intentar contrarrestar la contaminación en la ciudad de la que es responsable, es sólo otra muestra de la misoginia reinante en nuestro país, bien mezclada -claro está- con los intereses económicos de los medios de comunicación españoles.

Por su parte, el Partido Popular, se ve legitimado para propiciar este desprecio y prepotencia que luego se vuelve mediático, olvidando que cuando otros formaban la oposición y ellos ocupaban el Ayuntamiento, por lo que tenían que responder no era precisamente relacionado con medidas medioambientales o trajes feos de Reyes Magos, sino corrupción, fraude, falseo de datos oficiales y muertes sin responsabilidades políticas, como el caso del Madrid Arena y su posterior spa.

Personalmente, Carmena me ha decepcionado varias veces (desde que propusiera nombrar al Valle de los Caídos “El Valle de La Paz” no levanto cabeza), pero eso no me impide ver que los ataques que recibe son más por quién es que por las medidas políticas que toma, que al fin y al cabo es lo que único que debería interesarnos como ciudadanía, y lo que debería importarles a los medios de comunicación.

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