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El rincón de pensar

Albert Rivera junto a Felipe González en 2017, durante un acto en la embajada de Colombia en Madrid

Jesús Cintora

Viendo las encuestas, muchos lectores querrían que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se encerraran en un despacho y no salieran hasta que alcanzaran un pacto para gobernar. Ahora mismo, no parece que estemos en eso. Asistimos a una partida que se juega a varias bandas con un resultado incierto. Sánchez e Iglesias tienen una gran responsabilidad, pero no es el único factor en liza. La crisis que atraviesa Ciudadanos está directamente relacionada con la formación de gobierno.

¿Qué ocurrirá? Todo puede cambiar de la noche a la mañana, pero los líderes políticos no deberían olvidar un precedente altamente destructivo: la cercana formación de gobierno que terminó con el PSOE en guerra abierta por la abstención que favoreció al PP, con Podemos dividido definitivamente entre pablistas y errejonistas, con Ciudadanos apoyando a Mariano Rajoy en contra de lo prometido y con Rajoy como presidente, pero con una fragilidad que desembocó en la moción de censura y en su adiós definitivo. 

¿Llegaremos a tener tantos lesionados otra vez? En las últimas horas llama la atención el parte de guerra en Ciudadanos. Toni Roldán dimite, Javier Nart deja la dirección del partido, Garicano, Fernando Maura y Paco Igea piden explorar un posible acuerdo con el PSOE… Venimos de la ruptura con Valls, de las críticas de Francesc de Carreras, de las regañinas desde el empresariado, de desmentidos del gobierno francés… ¿Lo oyen? No es el silencio, caen bombas en el campo de batalla de Albert Rivera.

El líder de Ciudadanos ha fiado su estrategia a alcanzar la hegemonía a la derecha del PSOE. Rivera considera que el PP está en decadencia imparable y que Casado es un líder mucho peor que él. Con estas apreciaciones, Albert se ve como la gran alternativa a Sánchez y piensa en una oposición cargada de unidad de España, el riesgo del separatismo, el populismo, los proetarras, y los que quieren arruinar el país... Así sueña con el poder que creyó tener al alcance de la mano hasta que llegó la moción de censura.

Por ahora, tal y como recuerdan Roldán o Valls, lo cierto es que Ciudadanos ha sumado con la extrema derecha de Vox, ha apoyado al PP en territorios con graves casos de corrupción, ha elegido estrategias que beneficiaban al independentismo y ha obtenido, a cambio, recompensas de escaso relumbrón. Si hay elecciones dentro de cuatro años, la ambición de Rivera queda muy lejos. Entretanto, los 57 escaños actuales en el Congreso son un escaso botín para quien anunciaba el sorpasso al Partido Popular.

Tomen nota de algunas declaraciones de Toni Roldán: “¿Cómo podemos construir un proyecto liberal si no somos capaces de confrontar con la extrema derecha?”, en clara alusión a la suma con Vox. “¿Cómo vamos a ser creíbles en regeneración si apoyamos a gobiernos que llevan más de 20 años en el poder?”, refiriéndose a Madrid, Castilla y León o Murcia, donde el PP arrastra, además, varios casos de corrupción. Y un misil: “No participaré más de la polarización, porque vine a lo contrario”.

Hay una última andanada de Toni Roldán contra Rivera para la reflexión de todos: “La política no es un supermercado. No se venden productos que se puedan alterar de la noche a la mañana”. Pudiera ser que Roldán se refiriese a eso que Vox (hoy también conocido como “el centro derecha”) llamó “la veleta naranja”. Me vale como llamamiento general. El gobierno está en el aire y, como con el balón, hasta que baje a tierra, habrá codazos de todo tipo. Se juega a varias bandas y hay partido. Nadie se lo quiere perder. Hasta Felipe González ha reaparecido para pedirles que vayan “al rincón de pensar”.

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