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¿Por qué ilusiona Podemos? La promesa de empoderamiento como una de las claves

Podemos ya cuenta con más de 100.000 inscritos en el censo creado hace menos de un mes

Joan Font Fàbregas / Pau Alarcón

Se suele poner todo el énfasis en las causas negativas de la irrupción de Podemos: la crisis económica y social combinada con un creciente malestar con la clase política tradicional. Sin embargo, esta nueva formación está generando una ilusión que probablemente incluye también una dimensión más propositiva. Aquí defendemos que uno de los pilares de su éxito consiste en su apoyo a una democracia más participativa, que entronca directamente con la convocatoria por una “¡Democracia Real Ya!” que dio origen al movimiento 15M.

Un estudio del CIS realizado solo unos meses antes de que el 15M irrumpiera en las plazas indagaba en las preferencias ciudadanas hacia la forma en que se toman las decisiones políticas. El gráfico 1 muestra que prácticamente toda la ciudadanía considera que los políticos “toman todas las decisiones”. En contraste, el deseo mayoritario es que las decisiones tomadas directamente por la ciudadanía y por los políticos deberían convivir. Es decir, la ciudadanía percibe un déficit participativo, un desfase importante entre cómo se considera que funciona la realidad política y lo que se desea.

Gráfico 1. Procesos políticos deseados y percibidos en España

En nuestro estudio a partir de estos datos señalamos que estas preferencias habían sido casi irrelevantes a nivel electoral hasta el momento. Esto podría deberse a que se tratara de una preferencia ciudadana poco intensa, incapaz de encontrar su sitio entre el conjunto de razones que nos llevan a preferir a uno u otro partido, o a que no existiera una fuerza política capaz de vehicular esa demanda ciudadana.

El gráfico 2 nos muestra el desajuste que existía entre oferta política y demanda ciudadana, al menos si aceptáramos que esta pregunta reflejaba realmente un fuerte deseo de la ciudadanía. Así, el gráfico nos muestra dónde se ubica la ciudadanía y los principales partidos políticos existentes en ese momento en la escala izquierda-derecha (eje horizontal) y en la escala de cómo quiere la ciudadanía que se tomen las decisiones (eje vertical). La mitad inferior del gráfico, donde se ubicaba el ciudadano o ciudadana media, estaba huérfana de partidos. IU era el partido que más se acercaba a las preferencias ciudadanas sobre el proceso de toma de decisiones, pero seguía estando bastante alejado, a la vez que era percibido como un partido con un perfil demasiado izquierdista para muchos votantes.

Gráfico 2. Ubicación de los principales partidos y autoubicación de la ciudadanía (según ideología y procesos de toma de decisiones deseados)

No tenemos datos para saber dónde sitúa la ciudadanía a Podemos en esta escala, pero todo parece indicar que se percibe como una opción más participativa que el resto. A su vez, como apunta José Fernández-Albertos, Podemos es “camaleónico” a nivel ideológico, está menos encorsetado en el eje izquierda-derecha que los demás partidos de izquierda (es percibido como muy de izquierda por las personas muy de izquierdas pero como más moderado por las más moderadas). Por lo tanto, la combinación de los dos ejes anteriores resultaría muy provechosa a nivel electoral para Podemos.

Hay varias razones para esperar que Podemos se perciba como más “participativa” que el resto de candidaturas. A nivel discursivo, las referencias a la participación ciudadana quedan patentes desde la presentación del programa básico de Podemos (donde se define como un “método para el protagonismo popular y ciudadano”), hasta prácticamente cualquier comunicado o presentación pública, donde los sinónimos de participación son una constante. A nivel práctico, esta nueva formación ha apelado a la participación ciudadana desde sus inicios mediante todo tipo de herramientas: la petición de 50.000 firmas para su lanzamiento, su estructuración en círculos abiertos, las primarias abiertas, la elaboración colaborativa del programa electoral, las Ruedas de Masas donde las personas más visibles del proyecto responden a preguntas o la deliberación decisoria mediante la aplicación Appgree, entre otras iniciativas, son algunos ejemplos de estas prácticas.

A su vez, los perfiles de la ciudadanía más participativa y de la gente que se identifica con Podemos corroboran la hipótesis de que esta formación ha conectado con los deseos de mayor participación en la toma de decisiones políticas. El estudio citado del CIS muestra que quienes prefieren procesos donde sea la ciudadanía quien tome las decisiones son las personas más jóvenes, con estudios superiores, de izquierdas o abstencionistas y con ingresos bajos. Este es prácticamente el perfil de quienes más votan por Podemos, como muestran los datos analizados por Jorge Galindo.

A falta de datos que nos permitan corroborarlo con mayor certeza, todo parece indicar que la reivindicación de una democracia más participativa representa un eje clave en la identificación de muchas personas con Podemos. Por supuesto, no se trata de la única razón, ni quizá sea la más importante. Pero esa recuperación del espíritu del 15M, que combinó un rechazo a una situación económica y política con unas prácticas basadas en la democracia deliberativa, convierte a Podemos en una potencial herramienta para que las decisiones políticas no sean tomadas exclusivamente por los políticos y los banqueros.

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