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Los ecologistas muestran su rechazo a las prospecciones en la Costa del Sol

Protesta contra las prospecciones en la Costa del Sol/ Foto: N. Cenizo

Néstor Cenizo

En las coordenadas UTM 353.619 (x) 4.031.825 (y) hay agua salada. A unos nueve kilómetros al sur de la Punta de Calaburras (Málaga) solo hay, de momento, mar. Pero ayer una flotilla se reunió en torno a este punto del mapa para colocar (y recoger después) una boya con un cartel en el que se leía “Prospecciones no, renovables sí”, porque quizá por debajo del agua salada, a un kilómetro de profundidad, haya gas natural. Repsol podría iniciar las prospecciones para determinar qué hidrocarburos y de qué calidad se almacena en una bolsa que localizó en 2005. Entre los barcos de la flotilla estuvo el Arctic Sunrise, de Greenpeace, que mañana partirá hacia las Islas Canarias para continuar la campaña contra las prospecciones.

La plataforma del denominado “proyecto Siroco” se instalará a unos nueve kilómetros al sur de Mijas y 12 kilómetros al suroeste de Fuengirola, y será nítidamente visible desde la costa. Será una plataforma semisumergible, con una longitud total de 77,4 metros y 68,6 metros de anchura, según establece la declaración de impacto ambiental, aprobada en junio de 2011. Será, según los técnicos de Greenpeace presentes ayer a bordo del Arctic Sunrise, la más cercana a las costas españolas con autorización vigente. Para visibilizar esa cercanía, la acción consistió en colocar una boya en ese punto exacto donde se colocará la plataforma. “No es una prospección en alta mar”, resaltó Julio Barea, geólogo y responsable de campañas de la organización; “tendrá un impacto visual, medioambiental y pesquero”. Existen alrededor de una decena de estas plataformas en el mundo, que suelen ser alquiladas con tripulación incluida.

En la acción participaron seis veleros y un barco ocupado por medio centenar de simpatizantes de Ecologistas en Acción. En la distancia, una patrullera de la Guardia Civil aguardó durante una hora, y escoltó al buque de Greenpeace, un rompehielos, durante buena parte del trayecto de vuelta al Puerto de Málaga. Del Arctic Sunrise salieron dos zodiac que ejecutaron la acción. A bordo, Barea y Marina Bevacqua explicaron la postura de Greenpeace. “Tienen que entender que no nos interesa este tipo de energía. Se necesita una planificación a largo plazo, y nuestro liderazgo está en las renovables”, opina Bevacqua. En esta zona del Mar de Alborán hay una bolsa de combustible, que Repsol asegura que es gas natural. Barea cree que es “imposible” que Repsol sepa con certeza qué hidrocarburos va a encontrar cuando realice las catas: “En una bolsa hay tres fases o capas: una de gas, otra aceitosa donde están los hidrocarburos y abajo una especie de salmuera. En función del tiempo de formación puede haber más de una o de otra. Juegan con probabilidades. Seguro que hay gas, pero también puede haber petróleo”. Los ecologistas creen que se evita mencionar esta posibilidad porque el petróleo provoca más rechazo entre los ciudadanos.

La acción, impulsada por el movimiento ciudadano contra las prospecciones de hidrocarburos en la Costa del Sol, coincide en el tiempo con el rechazo de la evaluación de impacto ambiental del proyecto Chinook, por el que se pretendía realizar prospecciones en la zona contigua a la que abarca Siroco. La declaración negativa no ha sido publicada aún en el BOE, pero Ecologistas en Acción asegura que los motivos del rechazo han sido medioambientales. “No sabemos por qué, si Chinook recibe una calificación negativa, Siroco la recibe positiva. Están pegados, y el mar no tiene una barrera”, comenta Julio Barea, que añade que las declaraciones de impacto negativas son “muy poco frecuentes”, inferiores al 5%.

Greenpeace también denuncia que, mientras que en zonas como Tarragona se ha prohibido perforar a menos de 20 kilómetros de una zona LIC (un ecosistema protegido e integrado en la red europea Natura 2000), las exploraciones de Siroco se realizarían a escasos ocho kilómetros del LIC de Calahonda, muy cerca también de una zona con vegetación submarina de posidonias y de un importante caladero pesquero.

La acción apenas duró una media hora, pero sirvió para visibilizar ese punto del Mar Mediterráneo en la que hoy, y al menos hasta febrero, solo hay agua.

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