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Ayuda en Acción es una Organización No Gubernamental de Desarrollo independiente, aconfesional y apartidista  que trabaja en América, África y Asia con programas de desarrollo integral a largo plazo en diferentes ámbitos para mejorar las condiciones de vida de los niños y niñas, así como el de las familias y comunidades a través de proyectos autosostenibles y actividades de sensibilización.

Nepal: la urgencia tras la emergencia

Krishla seis meses después del terremoto (Kishor K. Sharma/ActionAid)

Alejandro Serrano (@aleserranomz)

experto en Ayuda Humanitaria y Gestión de Riesgos de Ayuda en Acción —

Hoy en día el mundo se mueve muy rápido; recibimos grandes cantidades de información y cuando pensamos en lo ocurrido hace un mes, parece que hubieran pasado años. Hay momentos en los que es necesario detenerse y echar la mirada atrás, porque en algunos lugares, los últimos meses han ido pasando con cierta lentitud. Hablamos de Nepal, 6 meses después de los devastadores terremotos que dejaron más de 9.000 muertos y 23.000 heridos.

El pasado 25 de abril tuvo lugar el primer terremoto de 7,6 grados de magnitud seguido de cientos de réplicas. Unas semanas más tarde, un segundo terremoto de 7,2 grados volvió a agitar de nuevo la tierra, derrumbando miles de estructuras ya dañadas. Aún hoy recuerdo mi visita al Valle de Katmandú en mayo y permanecen en mi retina imágenes de cientos de viviendas y decenas de edificios públicos derruidos en el distrito de Lalitpur. Era solo una pequeña parte de las devastadoras consecuencias del terremoto. En todo Nepal, el número de viviendas severamente dañadas fue de alrededor de 700.000, a las que hay que sumar el daño de 8.000 escuelas (más de 28.000 aulas) y la destrucción de 1.023 centros de salud.

Desde entonces en Ayuda en Acción, a través de nuestro aliado ActionAid Nepal, hemos ofrecido ayuda a más de 120 mil personas. Nuestro trabajo se ha centrado en algunas de las partes más afectadas del país, incluyendo los distritos de Sindhupawlchok, Kavre y el Valle de Katmandú. En este último, trabajamos desde hace 6 años a través de un programa de desarrollo integral, centrado principalmente en apoyar a la infancia en temas de educación, seguridad alimentaria y nutricional, y la promoción los derechos de las mujeres. Pero las consecuencias de este tipo de desastres obliga a las instituciones públicas del país y las organizaciones sociales en terreno a dar varios pasos atrás y redoblar esfuerzos para reactivar los servicios básicos y la dinámica económica en las zonas afectadas.

Lo inmediato tras los temblores

Durante el primer mes, nuestra ayuda se centró en atender necesidades urgentes. Distribuimos alimentos para 92.000 personas y 7 mil familias, que habían perdido su vivienda, recibieron lonas de plástico para utilizarlas como refugio de emergencia. En estas distribuciones pude ver a muchas comunidades organizadas para asegurar que las familias más afectadas recibieran primero la ayuda, priorizando aquellas con menores de 5 años y embarazadas. Y es que durante las primeras semanas resulta fundamental garantizar la alimentación, porque una privación prolongada de alimentos podría acarrear graves problemas de salud.

De forma paralela, es muy importante establecer medidas para proteger a mujeres y niños, pues son especialmente vulnerables en un contexto de desastre. La creación de 26 espacios seguros nos permitió disminuir el riesgo de que mujeres y niños sufrieran abusos y facilitar su acceso directo a apoyo psicosocial y otros servicios. Son lugares que ayudan a la infancia a desconectar de lo vivido a través de juegos, pero también a afrontarlo. Impacta ver cómo un niño de 5 años mantiene esa sonrisa a pesar de haber sufrido una situación de este tipo.

Reconstruir la rutina

A partir del segundo mes ­–de ésta o de cualquier otra emergencia–, se ponen en marcha actividades dirigidas a la búsqueda de soluciones de medio plazo para que las familias afectadas, y en especial los niños, puedan restablecer su situación y vida anterior al desastre. La vivienda es uno de los aspectos prioritarios: 5.000 familias recibieron nuestro apoyo para la construcción de viviendas temporales que resistieran la llegada de la época de lluvias, que comenzaba en el mes de junio. Otra cuestión importante era ofrecer apoyo y medios para que las familias afectadas pudieran recuperar sus medios de vida, por lo que acompañamos a 8.750 familias que habían perdido sus cultivos, ganado o pequeños negocios, permitiéndoles obtener una nueva fuente de ingresos o alimentos para el consumo propio.

Restablecer las actividades escolares es otro de los grandes retos para asegurar que niños y niñas continúen con su proceso formativo, recuperen la normalidad cuanto antes, y no padezcan casos de trauma difíciles de revertir; son muchos los niños que perdieron a algún miembro de su familia durante el desastre. Son niños como Krishla, de 4 años, que jugaba con su hermana Kristina y otros amigos en el patio de su casa, en la ciudad de Panga, cuando el terremoto sacudió Nepal. Fue encontrada con vida bajo los escombros 30 minutos después del terremoto, pero perdió a uno de sus amigos y la casa donde vivía con su familia. Como ella, más de dos millones de niños fueron afectados por el terremoto según la ONU, y más de un millón quedaron sin acceso a la educación. Por eso, hemos puesto en marcha 50 espacios educativos que, de forma temporal, permitirán a miles de niños seguir desarrollándose hasta que sus escuelas sean reconstruidas. Como su familia, más de tres millones de nepalíes perdieron sus hogares. Hemos podido apoyar a casi 12.000 con refugios temporales seguros.

Vivir para no olvidar

El trabajo durante estos 6 meses no ha sido sencillo, pues nos hemos encontrado con multitud de retos para poder dar respuesta a la emergencia. El enorme daño causado por los terremotos, en un país muy montañoso y con zonas poco accesibles, ha supuesto un verdadero problema para distribuir la ayuda y desplazarse por el territorio, especialmente en las primeras semanas después del seísmo. Posteriormente, la llegada del monzón en junio dificultó más aún las labores de respuesta. Y, por último, hemos vivido en las últimas semanas una creciente inestabilidad política debido a la votación de una nueva constitución, que ha provocado un bloqueo efectivo de la frontera con India, perturbando enormemente la importación de materiales esenciales para la reconstrucción.

Y lo más preocupante. Que a pesar de la menor intensidad mediática o de que ya no oímos hablar de la emergencia en Nepal, el trabajo no termina aquí y son muchos los desafíos pendientes. De los 422 millones de dólares estimados necesarios para la reconstrucción de Nepal, sólo se han recaudado 241 millones, el 57%. Más de medio millón de personas viven con necesidades alimenticias urgentes, casi 60.000 siguen desplazas en campamentos o refugios temporales y todavía no tienen los recursos para reconstruir una vivienda resistente. En dos meses comienza el invierno en Nepal, frío y duro, sobre todo en las zonas más altas, donde el aislamiento puede ser un verdadero problema. La OCHA (Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas) calcula que más de 80.000 personas que viven en distritos de alta montaña necesitan ayuda humanitaria adicional para hacer frente al invierno, ya sea teniendo acceso a un techo seguro o a artículos ropa de abrigo y mantas para combatir el frío como. En el ámbito educativo, debido a la cantidad de escuelas destruidas, aún son muchos los niños que no pueden acceder a la educación, y el aprendizaje en los espacios educativos temporales es limitado debido a la falta de condiciones e infraestructuras adecuadas.

Krishla tiene ya 5 años, ha vuelto a la escuela y vive con su madre Rama, su padre Lakshman, y su hermana Kristina y su hermano en un refugio temporal habilitado en un colegio en Panga, distrito de Lalitpur, en el Valle de Katmandú. Ha recuperado la sonrisa, se ha curado el traumatismo de su cabeza y ha superado el trauma, pero su familia aún no ha vencido este revés: “no quiero volver a revivir ese horror de nuevo”, recuerda su padre. La familia no ha podido recuperar aún sus pertenencias, enterradas en los escombros de su antiguo hogar, porque no pueden permitirse las 20.000 rupias nepalíes (unos 170€) que cuesta removerlos. “Nuestra casa quedó completamente destruida por el terremoto y nuestras cosas siguen dentro de lo que queda de ella”, cuenta Rama, la madre. Aunque Lakshman trabaja en un restaurante en Katmandú, su sueldo se emplea al completo en la alimentación y la educación de sus tres hijas. El futuro de la familia es incierto, y a Rama la preocupa: “no estamos seguro cuánto tiempo podremos quedarnos aquí. Si nos piden que nos vayamos, no tenemos claro a dónde ir”. Sin embargo y a pesar de todo, Krishla se ha recuperado perfectamente de sus heridas y de la muerte de su amigo.

Durante los próximos dos años, en Ayuda en Acción continuaremos trabajando en la reconstrucción de Nepal para acompañar a las familias afectadas y asegurar que tengan acceso a una vivienda segura, así como apoyando la construcción de escuelas resistentes a desastres que garanticen el acceso a la educación de niños y niñas como Krishla. Tampoco hay que olvidar que los terremotos y otras catástrofes naturales seguirán ocurriendo, por lo que es muy necesario no bajar la guardia y trabajar para que la población e instituciones estén más preparadas para responder en este tipo de desastres. Porque se ha hecho mucho en seis meses, pero aún hay mucho por hacer.

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