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El sistema de becas excluye a un tercio de los jóvenes, muchos de familias vulnerables

La US vuelve a convocar el mismo número de ayudas que en 2014 para paliar las exigencias de becas estatales

Pau Rodríguez

Barcelona —

El actual sistema de becas es insuficiente. Los recortes presupuestarios aplicados en los últimos cursos han dejado un panorama de ayudas a los estudios a años luz de los países europeos, que destinan a becas de media el doble que España. El tijeretazo aplicado por el Ministerio de Educación a este apartado ha sido de 575 millones desde 2009 -a pesar de las famosas proclamas de Wert defendiendo un supuesto aumento de las prestaciones-, una reducción (28% del presupuesto) mucho más contundente que la que ha sufrido educación en general (del 13%). Hace cinco años se gastaron 1,98 mil millones en becas, mientras que en 2015 se presupuestaron 1,4.

Esta es una de las conclusiones del último estudio de la Fundación Jaume Bofill, Bases para repensar un nuevo sistema de becas y ayudas para Catalunya, que radiografía el sistema estatal y catalán de becas, un modelo que, más allá de los recortes sufridos en los últimos cursos, presenta, según el informe, varias deficiencias. Una de las más destacables es que “a menudo deja fuera a los jóvenes de entornos vulnerables, que son precisamente los que más lo necesitan”, en palabras del coordinador del informe, el sociólogo de la educación Xavier Martínez Celorrio.

Más allá de los 41% de jóvenes de entre 12 y 24 años que no recibe ningún tipo de beca -por sus condiciones económicas bienestante-, hay un 32% añadido, de esta misma franja de edad, que no es que no perciba ayudas, sino que directamente está excluido del sistema de becas. No puede optar a recibirlas. Se trata de los jóvenes que han abandonado los estudios después de la ESO, los que han repetido curso en los estudios superiores, los que están matriculados en educación de adultos y algunos extranjeros. Y precisamente, como recuerda Celorrio, el grueso de los que abandonan los estudios son de familias que llegan a fin de mes con dificultades -el 79%, concretamente-, y más de la mitad de los que repiten curso también son de familias desfavorecidas.

“Este supuesto sistema de igualdad de oportunidades excluye a menudo a los que más lo necesitan, y no tenemos un siafecta a casi uno de cada cuatro jóvenes en muchas comunidades autónomas. La Administración, según Celorrio, debería ser capaz de ”seducir“, con incentivos como las becas -actualmente inexistentes-, a todos aquellos jóvenes que han decidido salir al mercado laboral sin apenas formación. El propio informe recoge algunas propuestas, desde el modelo danés -donde todos los alumnos reciben una prestación en función de la renta familiar-, hasta el modelo británico, que ha impulsado ayudas económicas semanales a jóvenes de entornos complicados. Siempre con el objetivo de que continúen estudiando.

En Catalunya, a diferencia de España, la inversión en becas se ha mantenido globalmente, alrededor de los 300 millones. Se trata, sin embargo, de una continuidad desigual: las becas para estudios no universitarios se habían reducido un 24% (50 millones) hasta 2013, una cifra que se ha compensado con un aumento de proporciones similares en las ayudas a estudiantes universitarios. Aunque algunas de las becas a universitarios, como las de equidad, las asumen en realidad las propias facultades. Esta reducción de 50 millones contempla el descenso, según el estudio, de ayudas a extraescolares, acogidas, escolarización en las guarderías, reutilización de libros o transporte escolar.

Cuando las hay, las becas funcionan

Si el debate sobre las becas es relevante es porque realmente funcionan, según constata el estudio. Son un auténtico ascensor social. Muchos de los que reciben ayudas a lo largo de su etapa formativa experimentan un ascenso en su condición social. Los datos que aporta el estudio, extraídos de la Encuesta de la Juventud de Catalunya, demuestran que quienes se han beneficiado de dos becas alcanzan un 53% de tasa de ascenso social, y los que han recibido una, del 25%.

Entre las propuestas articuladas en el informe, destaca la voluntad de iniciar un debate sobre la renta garantizada para familias pobres con menores a cargo -una prestación que debería incluir las becas comedor o las ayudas al material escolar- o multiplicar y tutorizar becas para que los jóvenes de familias pobres sigan estudiando el bachillerato y la formación profesional.

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