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El blog Opinions pretende ser un espacio de reflexión, de opinión y de debate. Una mirada con vocación de reflejar la pluralidad de la sociedad catalana y también con la voluntad de explicar Cataluña al resto de España.

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Catalunya después de Escocia

Josep Carles Rius

El soberanismo acaba de perder una pieza importante en la partida de ajedrez que libra con el Estado. La derrota del ‘sí’ en Escocia es, también, una derrota en el tablero catalán. Pero el juego sigue. El Parlament aprobará hoy por una mayoría muy notable la Ley de Consultas y la reivindicación del derecho a decidir sigue intacta porque este derecho es precisamente el que acaba de ejercer Escocia. Cuando el Gobierno de Rajoy impugne la ley y la convocatoria de la consulta emprenderá el camino opuesto a David Cameron, el líder que se arriesgó por el bien de la democracia.

La partida sigue, pero Artur Mas, el presidente que mueve las piezas en nombre de una parte importante de la sociedad catalana, sabe que la Europa de los Estados hará todo lo posible para no volver a sentirse al borde del abismo como en Escocia. Gran Bretaña, siempre distinta del Continente, ha realizado un ejercicio democrático tan envidiable como arriesgado para el sistema que defienden los Estados. Bruselas, París, Berlín o Roma quieren que el referéndum escocés quede en la historia como un experimento único, irrepetible. Nunca más, dirán, el vértigo de Escocia. Por eso, la aspiración del soberanismo, que había soñado con el ‘si’ de Escocia, está hoy más debilitada.

Quienes hace unos días negaban cualquier similitud entre Catalunya y Escocia, ahora formularán todas las comparaciones posibles. Pero hay una diferencia decisiva. Escocia ha votado su futuro. Hoy los que defendían la unidad celebran la victoria y los independentistas aceptan la derrota. Y después de años de debate, y de un proceso escrupulosamente democrático, legal y cívico, la sociedad escocesa será más libre y madura. El reto es preservar la cohesión de su sociedad y digerir, vencedores y vencidos, los resultados del referéndum. En este sentido, el ‘modelo escocés’ sigue para Catalunya. Como referente democrático, pero también, a partir de ahora, como ejemplo de la configuración de lo que podríamos llamar una ‘tercera vía’ entre Londres y Edimburgo. Es la hora de saber si las promesas de última hora formuladas por los grandes partidos británicos eran fruto sólo del miedo o responden a la convicción de encajar definitivamente a Escocia en el Reino Unido.

Porque el gran error de Londres, y por supuesto del Gobierno de Rajoy, seria interpretar el ‘no’ de Escocia como un aval al inmovilismo. Ahora más que nunca es la hora de las propuestas políticas. Catalunya lleva años formulando alternativas al divorcio. El Estatut era la ‘tercera vía’ para evitar la ruptura. Incluso la pregunta del 9-N incluye la opción de un nuevo encaje de Catalunya en España. El diálogo, la negociación para emprender una profunda reforma de la Constitución que reconozca un Estado plurinacional también es la ‘tercera vía’. Catalunya siempre había apostado mayoritariamente por un camino de entendimiento, como también muchos escoceses. Porque la sociedad catalana de forma mayoritaria no quería el vértigo del ‘si’ o el ‘no’.

Pero el Gobierno del PP y todo su entorno juegan al vértigo. Ponen a millones de catalanes ante la disyuntiva de la independencia o un status quo que consideran plenamente superado. El todo o nada. El adiós o la permanencia en un Estado que ni les reconoce ciudadanos de la nación que sienten. El Gobierno de Rajoy cree que hoy se ha cobrado una pieza clave en Escocia, como el día que estalló el caso Pujol, como el día que impugne la consulta. O como cuando vea a Artur Mas derrotado. Soñará con el jaque mate que acabe la partida. De nuevo se equivocará. Una parte muy importante de la sociedad catalana ha desconectado de España y sólo volverá a través de propuestas políticas avaladas en las urnas. Propuestas que únicamente podrían llegar de unas mayorías parlamentarias muy diferentes de las actuales, a principios del 2016. Es la única esperanza para conjurar el vértigo. Hasta entonces, seguirá la partida.

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