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De mercadillo a tienda colectiva, la artesanía lusa cambia junto a la crisis

De mercadillo a tienda colectiva, la artesanía lusa cambia junto a la crisis

EFE

Lisboa —

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El auge de los puestos callejeros, cuya explosión coincidió en Portugal con el crecimiento del autoempleo forzoso derivado de la crisis, se complementa ya en el mundo de la artesanía lusa con el surgimiento de nuevos modelos de negocio, como las tiendas colectivas o “colaborativas”.

Este nuevo concepto surge de la agrupación de varios artesanos que alquilan, por partes, un mismo local en el que conviven sus productos, consiguiendo la continuidad temporal que no tienen en los mercadillos pero manteniendo el objetivo de ofrecer “productos con alma”, explica a Efe la mexicana Laura Garzón, propietaria de uno de estos espacios en la Alfama lisboeta.

Garzón cuenta que este tipo de comercio solo es frecuente en algunos países y en determinados sectores de negocio, y añade que en varias regiones de Portugal la artesanía se organiza cada vez más en torno a estos nuevos espacios.

Algunos aficionados a la artesanía se convirtieron en profesionales empujados por el paro y la apretada situación económica, lo que impulsó en los últimos años el crecimiento de los mercadillos de Lisboa, cuenta Claudio Lira, diseñador gráfico que puso en marcha su marca de productos en 2012.

“Muchos empezaron a la vez que yo a hacer mercadillos, porque tenían un trabajo relacionado con la artesanía y lo perdieron. Por eso crecieron los puestos, pero en tres años cualquier proyecto evoluciona”, afirma.

Este chileno, que lleva en Lisboa cerca de quince años, diseña imanes, llaveros o posavasos con dibujos que se identifican con la capital portuguesa.

Cuenta que comenzó trabajando en los puestos callejeros, desde el del Jardim da Estrela hasta el mercadillo de Príncipe Real pasando por el Centro Cultural de Belém o la céntrica Plaza Figueira. “Tenemos el mes completo”, explica sobre la organización del gremio.

Lira ve una nueva oportunidad en las tiendas “colaborativas”, aunque señala que es importante que los locales mantengan cierta coherencia y una línea común pese a la diversidad de orígenes de sus productos.

“Es muy loable que gente completamente independiente consiga hacer productos de muy alta calidad, con poco apoyo financiero o de cualquier otro tipo. Por eso, tenemos que colaborar entre nosotros”, apunta.

En las tiendas colectivas pueden convivir diseños modernos como los de Lira con la artesanía más tradicional, como los belenes y motivos religiosos de Helena Gonçalves, que se convirtió en artesana cuando se jubiló tras décadas trabajando en un banco.

“Ha aumentado el interés por la artesanía en general, pero este tipo de piezas religiosas siguen teniendo un público bastante concreto”, considera, y añade que, por sus características, sus productos siempre se han vendido en diferentes tiendas lisboetas pero no en mercadillos.

En su opinión, el creciente número de personas intentando hacerse un hueco en el mercado artesanal de productos de la capital lusa tiene por delante el reto de “hacer una cosa completamente diferente”, para preservar la relación entre artesanía y originalidad.

No hacer dos piezas iguales es el objetivo de Teresa Costa, que recicla trozos de cerámica adquiridos muchas veces en uno de los mercados más emblemáticos de Lisboa, la Feira da Ladra, y construye mosaicos con ellos.

Costa también regenta una de las nuevas tiendas colaborativas de artesanía que, según ella, experimentan un 'boom' en la ciudad.

“Aquí la preocupación es encontrar piezas trabajadas, poco comunes”, afirma. Un nuevo reto en una ciudad donde mercadillos y anticuarios ya compiten por la atención del público.

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