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“Mi madre casi se muere de cáncer por miedo a que nos cobrasen en el hospital”

Sonia (nombre ficticio) padece cáncer y no tiene tarjeta sanitaria / G. S.

Gabriela Sánchez

Tras conocer que Madrid ha decidido devolver parte de la sanidad a los inmigrantes en situación irregular, María (nombre ficticio) suspira, suspira fuerte y cierra los ojos, como si descargase kilos y kilos de angustia. Pero la recupera pronto: “¿Ahora le darán la tarjeta sanitaria a mi madre?, ¿qué tengo que decir en administración para que no tenga que pedir favores?, ¿podré pedirle cita?”, se cuestiona sin poder recibir respuesta.

Tras el anuncio de Cristina Cifuentes de crear un documento especial para que las personas sin papeles accedan a la asistencia primaria y especializada en la comunidad de Madrid, aún quedan muchas preguntas sin resolver, y María las espera ansiosa. Desconoce si, a partir de ahora, su madre seguirá recibiendo las sesiones de quimioterapia por la puerta de atrás, “como un favor constante”, gracias a la desobediencia de los médicos que la atienden. Tampoco sabe si debe dejar de temer una factura repentina, tras el alta médica de su madre.

María es de Bolivia y tiene la nacionalidad española, por lo que accede a la sanidad pública con normalidad. Tenía cáncer de mama y debía operarse en mayo tras recibir la quimioterapia. Su madre, Sonia, (nombre ficticio) viajó a España en abril con la intención de apoyar a su hija durante este proceso pero, semanas después, aparecieron varios bultos en su cuello. Su madre llegó en abril para cuidarla a ella, y acabaron cuidándose la una a la otra.

María, muy débil por culpa de los efectos del tratamiento, no sabía qué hacer cuando se dio cuenta de que su madre tenía algo grave. “Al principió pensé que serían los nervios, ella no se quejaba por no preocuparme a mí. Un día se levantó muy mal. No le apetecía comer, le costaba beber, casi no podía andar... y yo me preguntaba angustiada: '¿Qué hago?' Yo sabía que aquí no hay sanidad si no tenías los papeles”, recuerda. “Le pregunté a unas amigas si conocían a algún médico particular, pero nada. No sabía que hacer”, repite la mujer.

Tenía miedo a llevarla al médico, no sabía que la ley que acabó con la sanidad universal en España hace casi tres años permite el acceso de inmigrantes irregulares a la asistencia en casos de urgencia. Su temor no era del todo infundado. Los incumplimientos de la propia ley, debido la confusión existente en los hospitales y centros de salud a la hora de aplicar la normativa ha sido comprobada por Médicos del Mundo y Yo Sí Sanidad Universal. eldiario.es ha recogido decenas de casos de irregularidades. Esto repercute en la desinformación de las personas afectadas e incluso del personal sanitario, un hecho que despierta el temor a acudir al hospital ante la posibilidad de salir con una factura difícil de costear.

Como la que recibió la boliviana uno de los días que acudió con su madre a urgencias, a la que ha tenido acceso este medio. “Me negué a firmarla. Más tarde, me la dejaron en la habitación donde estaba mi madre. Todo se arregló, después de insistir bastante y acudir a los servicios sociales del hospital, finalmente se dieron cuenta de que era un error”. Se trata de una factura más, como los al menos 556 documentos de cobro, contabilizados por Médicos del Mundo, que 12 hospitales de Madrid han emitido de forma irregular desde 2012. María también se ha chocado con comentarios dolorosos: “Cuando intenté pedir cita en un centro de salud madrileño, una mujer de administración, me dijo que si quería una consulta que me fuera a mi país”.

Cuando la madre de Sonia detalla la solución que encontró a la desesperada para llevar a su madre al médico, baja la voz, como si creyese haber hecho algo malo. “Bueno, lo cuento porque como esto va a ser anónimo...”, apunta antes de comenzar. “Pedí cita para mí en mi médico de cabecera, y le pedí por favor que la viese. Me dejó pasar. Cuando la vio se le cambió la cara y me dijo que fuese a urgencias”, relata. “'¿Pero la van a atender? ¿Qué tengo que decir?', le pregunté. Me respondió que sí, que de urgencia, sí. Hubiese ido antes, pero pensé que no era posible...” , se castiga.

La primera vez que acudieron a un hospital de Madrid no le pusieron impedimento. Le diagnosticaron varios linfomas, tendría que comenzar con la quimioterapia de forma urgente. “Me dijeron que si no hubiese ido, me quedaban tres días de vida”, dice Sonia, sentada en el sofá de su casa, con los tumores ya controlados. “Vine para encargarme de ella, y ahora mira como estoy. No entiendo cómo me ha podido pasar esto”, repite una y otra vez casi maldiciéndose a sí misma y sin poder contener las lágrimas. “Gracias, gracias a los médicos. Me tratan con mucho amor. Yo les digo que me tienen que dar otra partida de nacimiento”.

Los problemas burocráticos para acceder a sus sesiones de quimioterapia comenzaron tras el alta hospitalaria. Como no tiene tarjeta, el sistema no permite la emisión de citas aunque todavía no haya completado su tratamiento. Sin cita, se supone que Sonia no podría acceder a la atención especializada de Hematología. Pero los médicos del hospital al que acude -que este medio no citará para protegerlos- la atienden por la puerta de atrás. “Me dijeron que no me preocupase, que me darían el tratamiento”. Lo explica con un documento del centro sanitario sobre el que están garabateadas con bolígrafo una decena de fechas, que corresponden a sus citas.

“Gracias a que nos hacen favores sigue con la 'quimio”

“Si acudo yo a la cita sigo el procedimiento habitual. Si le toca a mi madre, vamos directamente a la sala de espera, con este papel. Lo primero son los análisis. Entonces, esperamos a que salga a la enfermera de la consulta, porque ella no nos llamará ya que no estamos registrados. Yo estoy atenta de que aparezca alguna de las que nos conoce. Cuando la veo, me acerco a ella, le muestro el papel, rápido se acuerdan de nosotras y nos dejan pasar. Después, para la quimioterapia, lo mismo”, explica María. “Todos los días pedimos favores, pero gracias a dios nos los hacen y mi madre puede seguir el tratamiento”.

Según el Real Decreto 16/2012, “los extranjeros no registrados ni autorizados como residentes en España, recibirán asistencia sanitaria de urgencia por enfermedad grave o accidente, cualquiera que sea su causa, hasta la situación de alta médica”. El colectivo Yo Sí Sanidad Universal critica la arbitrariedad de la norma, que deja en manos del centro sanitario la selección de qué es grave y qué no.

El grupo de activistas se agarra a la referencia de “alta médica” para luchar casos similares al de María, tratando que el centro sanitario dé de alta al mayor número de pacientes como transeúnte sin permiso de residencia (TIR), una opción que permite introducir en el sistema a los inmigrantes en situación irregular. Aunque no posibilita la emisión de recetas, garantiza el seguimiento del paciente y evitar esa petición de favores a la que María se refiere agradecida.

Mientras el Gobierno central “estudia” desde hace cinco meses cómo devolver la atención primaria y especializada a una parte de los inmigrantes irregulares, María trata de lograr una solución duradera para que su madre obtenga su tarjeta sanitaria: conseguir la residencia.

Para ello, detalla, tiene dos vías: a través de la reagrupación familiar, para lo que el Gobierno exige la contratación de un seguro médico privado, complicado de encontrarlo a precios asequibles, dada la enfermedad y la edad de Sonia. La otra opción es regularizar su situación por “razones humanitarias”. Sin embargo, la Delagación del Gobierno ha decidido denegárselo se lo porque “no queda acreditado que se trate de una enfermedad sobrevenida con posterioridad a su llegada a España”, según la respuesta oficial a la que ha tenido acceso este medio. “Piensan que he venido para tratarme aquí. Yo venía a cuidar a mi hija, y casi no he podido hacerlo. Yo misma me maldigo por ello. Aún no me creo que esto me haya ocurrido a mí... Tengo a mi marido allá y quiero regresar, pero cuando esté bien”.

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