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Los trabajos en el flotel de Pemex: horarios abusivos, precariedad y desregulación

Corte de chapa del flotel en Navantia

Miguel Pardo

En aquel preacuerdo que Núñez Feijóo firmó con Pemex en septiembre de 2012, el presidente de la Xunta habló de unos “3.000 empleos para los próximos dos años” en los astilleros gallegos por la construcción de dos floteles. En sucesivos anuncios, la Xunta prometió estos dos buques hotel, pero también catorce remolcadores, dos quimiqueros y la segura construcción de la flota menor de la petrolera mexicana por parte de empresas de Galicia. No ha sido exactamente así.

En el que se refiere a los floteles, entre tanto Pemex se hizo por 5,1 millones de euros con el 51% de Barreras a través de un acuerdo que implica también transferir a México la tecnología y los conocimientos de un astillero histórico y centenario. Y la construcción de varios barcos, entre ellos ese buque hotel. El otro se hace en Navantia, donde se llegaron a anunciar que hasta 2.000 personas podrían trabajar en ese encargo de la petrolera mexicana. El pasado mayo se llevó a cabo el corte inicial y simbólico de la chapa del buque, en el que en la actualidad trabajan alrededor de 300 operarios: un centenar en Navantia y más de 200 en las auxiliares, en esas en las que en los últimos años se han ido a la calle unas 4.000 personas.

Pero las condiciones en las que trabajan los operarios de las subcontratas –Maessa y Ainair– son pésimas. Cobran mucho menos que antes de la crisis y ya han ido a la huelga para denunciar los salarios precarios, los horarios abusivos e incluso el incumplimiento del convenio provincial. Dejaron de cobrar incentivos e incluso son contratados por horas. Así lo denuncian los sindicatos y los trabajadores, que esta semana acordarán en asamblea un nuevo calendario de movilizaciones para los próximos días.

Los operarios advierten de que se están incumpliendo los acuerdos entre auxiliares y Navantia firmados ya en 2001 y que ello está provocando que se pierdan complementos de hasta 300 euros para los trabajadores. Mientras alguna de las auxiliares opta directamente por no pagar esos acuerdos, otras deciden suprimirlos para el plantel eventual.

“Se están aprovechando de la necesidad de gente que llevaba más de dos años en paro para precarizar más aun sus condiciones laborales”, explica Marcelino Amado, delegado de la CIG, que aclara también que llega a haber jornadas de doce horas continuadas. “Se trabaja a hora corrida e incluso los fines de semana”, explica. “Estamos volviendo quince años atrás”, añade quien aclara que esta “desregulación” afecta a una obra nueva “en la que es fácil planificar y acordar condiciones” que no se están cumpliendo.

“Las auxiliares usan la presión ante la empresa para bajar precios y ayudar a que todo esto salga más barato. Aparte de la legislación por la reforma laboral que ya nos precarizó, ahora atacan también el tema salarial, que es fundamental, tratando de volver a acuerdos de antes de 2001 y retrocediendo quince años”, aclara Amado, que denuncia también cómo se aprovechan las vacaciones –por ejemplo las de Navidad– para echar a la misma gente que es contratada poco después. Además, se baja el sueldo de manera general y se disminuye la categoría de los operarios al contratarlos, con el conseguiente descenso salarial también. “Se aprovechan del poco trabajo que hay para empeorar las condiciones de todos; si lo hacen ahora algunas auxiliares, lo acabarán haciendo todas en el futuro”, concluye.

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