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“Las políticas públicas de vivienda son el reto pendiente en el casco histórico”

Exterior de una vivienda en el casco histórico de Santiago de Compostela

Marcos Pérez Pena

El casco histórico de Compostela es habitualmente reconocido como un ejemplo en materia de rehabilitación y conservación, tanto en el ámbito gallego como en el exterior, incluso en foros internacionales. Así fue destacado una vez más hace unas semana en los actos de conmemoración del 30 aniversario de su Declaración como Patrimonio de la Humanidad. Y también, este mismo jueves, en Cuenca, en el marco de la celebración del 20 aniversario de la misma declaración para la ciudad manchega. Coincidiendo con la efemérides, el Consorcio de Cuenca organizó un foro de debate sobre la habitabilidad y la rehabilitación en los cascos históricos, en el que en representación de Compostela participó Xosé Allegue, arquitecto de la Oficina Técnica del Consorcio de Santiago.

Muchas fueron las cosas que en las últimas décadas se han hecho bien en Santiago, sobre todo en el plano de la rehabilitación física, en la recuperación de edificios y calles. De hecho, en los últimos veinte años fueron rehabilitadas más de 1.500 viviendas en el ámbito del Plan Especial de Protección y Rehabilitación de la Ciudad Histórica. También fue importante la generación de una imagen de ciudad, externa e interna, una cierta identidad y orgullo basado en esta misma recuperación y respeto por el patrimonio. Se creó, además, un consenso político sobre los beneficios de estas políticas de rehabilitación.

Sin embargo, como destaca Xosé Allegue, ha ahbido también cosas que no se han hecho tan bien, e importantes retos pendientes. Allegue llama en este sentido a incidir en las políticas sociales y de vivienda en el ámbito histórico, en la regeneración del tejido comercial, en la movilización de la vivienda vacía y en el fomento de la vivienda pública. En la ponencia presentada en Cuenca, titulado 'Turistas versus ciudadanos. Las políticas de vivienda del Consorcio de Santiago', Allegue alerta también sobre el “monocultivo turístico” y llama a potenciar una “regeneración integral”.

¿Qué efectos tiene en el casco histórico de Compostela el turismo que todos los años llega a la ciudad, con cifras millonarias de visitantes?

En la celebración del 30 aniversario de la declaración de Santiago como Patrimonio de la Humanidad, Xerardo Estévez reivindicó que el Camino es un elemento fundamental en la identidad del casco histórico compostelano. Eso es cierto, pero por otra parte hablamos de cuatro o cinco millones de visitantes al año, que generan una serie de tensiones en el ámbito del casco histórico: por ejemplo en lo relativo a las expectativas de los operadores turísticos, principalmente las empresas hoteleras. A estas empresas les interesa especular en el ámbito histórico: las operaciones de vivienda son menos rentables y lucrativas que las operaciones hoteleras. Fueron muchos los edificios de viviendas a los que en los últimos años les fueron concedidas licencias para hacer o bien hoteles -los famosos hoteles con encanto- o bien apartamentos turísticos. El monocultivo turístico está llevando a la muerte de éxito a muchas ciudades, como Venecia o Barcelona. Compostela Aberta asumió en su programa la paralización de licencias de este tipo, y acaba de hacerlo hace unas semanas. Era un tema clave, los técnicos llevábamos mucho tiempo denunciando esta cuestión.

¿Tiene consecuencias también sobre el tejido comercial y la estructura económica de la ciudad?

Este monocultivo turístico genera también empleo precario, estacional e impide la creación de una actividad económica más diversa y más relacionada con el comercio de proximidad, que es lo que favorece la fijación de población y la consolidación de la función residencial. Hay que evitar en este sentido la excesiva terciarización de la economía; ya Compostela es una ciudad con una economía muy terciaria, y si el proceso todavía se incrementa, estaremos impidiendo un desarrollo equilibrado de la economía.

Destacas la necesidad de impulsar políticas públicas de viviendas en el casco histórico. ¿Qué se puede hacer que no se ha hecho en los últimos 20 años?

No se ha hecho una política pública de vivienda en el ámbito histórico, pero hay que hacerla, es el gran reto pendiente. Y ahora es mucho más difícil que hace años, porque ¿quien desde la administración se pone ahora a comprar solares en el casco histórico? En estos años se ha producido un proceso inflacionista, debido en buena medida a las propias acciones de rehabilitación, un proceso que yo denomino como rehabilitación especulativa subvencionada. Se ha priorizado la recuperación física y ahí sí que indudablemente en Compostela se ha avanzado mucho, y los reconocimientos internacionales van por ahí. Pero la rehabilitación es algo más que la rehabilitación física de los edificios, es un proceso integral que hoy llamaríamos regeneración integral, que implica también a los aspectos sociales y económicos, que aquí fueron abandonados. Creo que el programa de Compostela Aberta va en la dirección adecuada, otra cosa es que sea fácil hacerlo. El Consorcio, en este sentido, debe reorientar su actividad, no puede ser que sigamos interviniendo sólo en el plano físico, en las estructuras.

Hay que tener en cuenta que el casco histórico de Compostela continúa perdiendo población, y esto hay que evitarlo. Cuando llegué al Consorcio había 960 viviendas vacías y ahora hay 1.100. Ojo, muchas de las que estaban vacías se ocuparon, y el incremento se debe sobre todo a nuevas edificaciones de los últimos años que no han sido vendidas. Pero en todo caso, 21 años después seguimos con un porcentaje del 14% de viviendas vacías.

Entre los aspectos positivos, además de los avances en la recuperación física, ¿podemos destacar el consenso que se generó en la ciudad alrededor de los procesos de rehabilitación?

Yo soy exigente, siempre me gusta más hablar de lo que queda por hacer que de lo ya hecho, pero sí, uno de los trabajos de los que más orgullosos podemos estar es de que nuestra actividad tuvo un componente pedagógico muy importante con el vecindario de la zona histórica, con todos los ciudadanos y ciudadanas de Compostela, con todos los sectores implicados (empresas constructoras, arquitectos...) y también con los políticos. Hay una cultura de la rehabilitación y de la regeneración urbana y se ha potenciado mucho el valor del reconocimiento de lo que tenemos.

¿Se ha conseguido revertir el proceso de envejecimiento de la población del centro?

Se consiguió revertir levemente el proceso de envejecimiento del casco histórico, pero en muchos casos esto estuvo ligado a procesos de gentrificación. La gente mayor fue expulsada o murió. No sólo ha llegado gente más joven, sino gente con un nivel adquisitivo mucho mayor. En este sentido, otra batalla es la que mantenemos contra la gentrificación: el relevo de la población previa. Cuando a un propietario le ofrecen una cantidad muy grande de dinero por un edificio en el que sólo quedan uno o dos inquilinos, comienzan situaciones de mobbing inmobiliario. Y conozco casos en Compostela. El problema aquí es que las multinacionales hoteleras tienen una gran capacidad de influencia en la administración.

¿Con qué instrumentos cuentan las administraciones para llevar a cabo estas políticas públicas de vivienda?

La administración debe ser proactiva, no podemos estar esperando a que las dinámicas del mercado de vivienda en el ámbito histórico resuelvan el problema. Tenemos que ir a hablar con los propietarios de las viviendas vacías, convencerlos de que las arreglen, convencerlos de que las cedan a la administración, a cambio de que la propia administración las rehabilite y durante un determinado número de años las ponga en alquiler social... Hay instrumentos jurídicos y herramientas de todo tipo, muchas fórmulas, que están más que ensayadas en el País Vasco, en Cataluña y en otros países europeos y que permiten la movilización de la vivienda vacía.

Una de las fórmulas que los políticos se resisten a utilizar es el registro de solares, mediante el que cualquier ciudadano puede inscribir una vivienda que está abandonada o vacía, para exigirles a los propietarios su rehabilitación y su reocupación. La administración les da un plazo de dos años, y si no lo hacen la administración adquiere el derecho de expropiación, a un precio tasado, justo, de mercado. Entiendo que esto es muy impopular. ¿Qué gobierno se arriesga? Pero el instrumento está ahí, y en Ferrol va a comenzar a usarse, algo suavizado, centrado en la rehabilitación de viviendas y no en los solares vacíos. Hace falta simplemente voluntad política.

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