Piñera y Bachelet intercambian reproches a un mes de la elección presidencial

A un mes de la elección presidencial en Chile, el exgobernante Sebastián Piñera y la actual mandataria, Michelle Bachelet, se han enfrascado en una discusión personal que tiene dividida a la clase política y en la que ambos se reprochan ser los responsables de los problemas que afectan al país.

Cuando unos comicios están tan cerca, lo normal es que la campaña electoral acapare la actividad política y el protagonismo recaiga en los candidatos, pero en Chile la discusión está centrada en la herencia recibida y el legado que cada uno entrega.

Michelle Bachelet, que ni quiere ni puede presentarse a un nuevo mandato porque la ley electoral prohíbe la reelección consecutiva, accedió por primera vez al poder en 2006.

Su sucesor fue Sebastián Piñera, que en 2010 se convirtió en el primer presidente de derechas en Chile elegido democráticamente en medio siglo.

Bachelet había abandonado La Moneda con un elevado índice de popularidad y no tuvo dificultad alguna en ganar las elecciones cuatro años después, circunstancia a la que contribuyó una errática campaña de la derecha, que llegó a tener hasta cuatro candidatos presidenciales.

Y ahora que la legislatura está entrando en su recta final, afloran las diferencias entre las dos personalidades que han gobernado el país en los últimos 12 años, periodo que puede extenderse hasta los 16, según apuntan las encuestas.

Pero aunque el distanciamiento entre ambos sea ahora evidente, existía desde hace tiempo una soterrada disputada.

En febrero pasado, cuando Piñera sopesaba la idea de presentarse a la reelección, el empresario denunció una “canallesca y sistemática campaña sucia” por parte de la coalición de gobierno para impedir o dificultar su entonces eventual postulación.

Y en abril, en una entrevista concedida al diario El País, Piñera afirmó rotundamente que “Chile perdió el rumbo con Bachelet”.

“La gente ha mostrado un rechazo mayoritario a las principales reformas que ha hecho. Yo aparezco como la persona con el mayor apoyo ciudadano y las mayores posibilidades de ganar”, aseguró.

Sus juicios molestaron a la mandataria, quien poco después declaró: “desde que empecé el Gobierno, el expresidente Piñera critica todos los días”.

Bachelet considera que esta actitud no es habitual. “En Chile, los expresidentes generalmente se hacían a un lado y dejaban que los presidentes en ejercicio hicieran su tarea”.

Piñera le respondió: “como expresidente de Chile, no sólo tengo el deber sino también la obligación de levantar mi voz, siempre con respeto, nunca descalificando, pero diciendo lo que pienso”.

Y entonces, una broma machista del político conservador vino a complicar aún más la situación: en un acto de precampaña llamó a las mujeres “a tirarse al suelo y hacerse las muertas” y a los hombres “a tirarse encima y hacerse los vivos”.

Hacía pocos días que miles de chilenas habían salido a las calles para denunciar las agresiones y reclamar el fin de la violencia machista. La reacción de la presidenta no se hizo esperar.

“La cultura machista naturaliza chistes y acciones violentas y discriminatorias”, le reprochó la mandataria, quien recalcó que alguien que aspira a la presidencia debe ser sensible con la lucha de las mujeres por la igualdad.

Ahora, a medida que avanza la campaña electoral y se acorta la legislatura, las acusaciones están subiendo de intensidad y frecuencia.

“Esta elección presidencial es la más importante desde que recuperamos la democracia (...), hay que poner a Chile de pie”, dijo hace poco Piñera al anunciar su intención de echar abajo las reformas tributaria, educativa y laboral aprobadas por el actual Gobierno.

El último episodio de este intercambio de reproches tuvo lugar esta misma semana durante la intervención de la presidenta en un foro muy crítico con su política, el Encuentro Nacional de la Empresa.

Allí, la presidenta defendió el legado de su Gobierno e hizo un llamamiento a quienes la critican “a no darse el lujo de no escuchar y criticar a partir de postverdades”.

Todos los analistas coinciden en que las antiguas diferencias entre los dos políticos más influyentes de Chile han salido a relucir abiertamente, pero lo que no está claro es qué incidencia tendrá todo esto en los resultados de las elecciones del próximo 19 de noviembre.