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Cuatro décadas de mensajes navideños del rey

Andrés Gil

Primer mensaje: año 1975

El nuevo rey Juan Carlos habla a los españoles un mes después de la muerte de Franco. Y dice: “Nos ha dejado un sello de tristeza [...] la enfermedad y la pérdida del que fue durante tantos años nuestro Generalísimo [...] las enormes cualidades humanas y los sentimientos de patriotismo [...] al frente de nuestra nación”.

Acompañado de la reina y de sus hijos, y frente a un belén navideño, el rey remarca “el hondo significado de espiritualidad, que nos puede servir para recordar la actualidad del mensaje de Cristo hace casi 2.000 años. Fue un mensaje de paz, de unidad y de amor”, que “es la esencia de nuestro cristianismo”.

La Casa Real ha hecho una lista de reproducción en YouTube con los mensajes navideños del rey Juan Carlos en sus 37 años al frente de la Corona.

1976

Un año después, la familia al completo coloca el nacimiento navideño antes del mensaje del monarca.

1977

1978. España tiene Constitución.

1980. Dos meses antes del 23F.

¿Qué es el orgullo de ser español? Juan Carlos lo explica a partir del minuto 2.30 del vídeo. El primer año que felicita la Navidad en su despacho y sin la familia.

1981. Justo después del 23F.

El rey recuerda el golpe del 23F a partir del minuto 2.30. Afirma que no hay alternativa al Estado de derecho y pide “a Dios” que “esa verdad se abra a todos por encima de campañas calumniosas”. Eso sí, “no nos esforcemos en cambiar el pasado de España porque no podemos prescindir de ningún español”.

1982. Gobierno del PSOE. “Esperáis por estas fechas, propicias para la reflexión y el entendimiento y sinceridad, unas palabras del rey”.

1984. Por primera vez no arranca con el himno, sino con un vídeo de casi dos minutos en el que se recopila en imágenes el año de la Corona: la Pascua Militar, en Moscú, con Felipe González, la Semana Santa sevillana, el Rocío, la visita del Papa a Zaragoza...

1987. Fue el año de los atentados del Hipercor de Barcelona y la casa cuartel de Zaragoza. “Solo pueden estrecharse las manos que no están ensangrentadas. [...] España es lo más valioso de nuestro destino común”.

1994. Últimos años de Felipe González en La Moncloa, con casos de corrupción como el del exdirector de la Guardia Civil Luis Roldán, capturado en febrero de 1995 en Laos tras diez meses de fuga.

“La ley es igual para todos, tanto si ejercen actividades privadas como públicas. Pero existen deberes de responsabilidad en las personalidades públicas. El mal ejemplo que suponen erosionan la convivencia. Hay que perseguir los abusos cometidos”. Es el último año que pronuncia el mensaje navideño con papeles en la mano.

1996. Aznar ya ha llegado al poder. Y aparece el rey por primera vez en muchos años, junto a una imagen religiosa. Doce meses después, en 1997, regresa el belén al mensaje navideño.

2004. Fue el año de los atentados del 11M. “Aquel día toda España lloró con rabia y dolor a los 192 ciudadanos que brutalmente perdieron la vida. Dedicamos un especial homenaje a todas las víctimas del terrorismo”. También fue el año de la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero, y se nota en algunos detalles del discurso del rey a la “España plural y diversa”.

2007. Se cumplen tres décadas de las primeras elecciones democráticas y quedan nueve meses para la caída de Lehman Brothers, que marca el inicio de la crisis económica en la que sigue instalado el mundo occidental. Y el rey se pone, por primera vez, una corbata amarilla ante las cámaras: “Es mucho lo que hemos conseguido y más lo que podemos lograr [...]. En un país con una envidiable trayectoria de crecimiento, las fluctuaciones económicas deben llevar a las administraciones a cuidar las carencias de jóvenes y mayores. Asegurar y ampliar nuestro bienestar requiere elevar la calidad de nuestra educación”.

2008. Han pasado 30 años de la Constitución y los primeros meses de la “crisis generalizada en que vivimos”: “Hay que corregir desajustes y adoptar medidas que deben centrarse en recuperar la confianza, respaldar la actividad del tejido productivo y llegar a las familias. Anteponiendo el interés general sobre el particular”.

2011. Mariano Rajoy acaba de llegar a La Moncloa y su yerno Iñaki Urdangarin está sometido en varios casos de supuesta corrupción: “La justicia es igual para todos. Todos tenemos el deber de observar un comportamiento adecuado y ejemplar. Vivimos en un Estado de derecho y cualquier actuación censurable deberá ser juzgada y sancionada con arreglo a la ley”.

2012. El rey entroniza la cultura política de la Transición.

Vació de contenido político toda la reivindicación social, a la que ni nombró en su discurso. Estableció que no hay culpa en el modelo político, que solo hay crisis. Según la Casa Real, la marea verde, la marea blanca, los sindicatos, la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, los nodos que surgen tras el 15M, el periodismo crítico, los libros, los blogs, las huelgas de funcionarios, las Iniciativas Legislativas Populares, las acampadas frente a los bancos, las pancartas sobre fachadas, las manifestaciones, las redes... Todo eso no es política, no reclaman “política grande”, no es la reactivación de la exigencia ciudadana en un momento de urgencia. No es la construcción intelectual de un cambio. Es solo “desapego”, es solo “pesimismo”, es cortoplacista. Es emocional y, por tanto, inútil para el juego de “la política grande”.

2013. En esas Navidades nadie se figuraba que sería el último mensaje del rey Juan Carlos.

El Jefe del Estado reivindicó su figura y la Transición que le llevó al poder. Terminaba un año salpicado por la instrucción del caso Urdangarin y por las noticias sobre su relación con su íntima amiga Corinna, algo que no tuvo espacio a lo largo de su discurso. El desafío soberanista, en cambio, sí tuvo cabida: “España es una gran nación que vale la pena, y por la que merece la pena luchar”.

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