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Sobre este blog

No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com

“Tras una asistencia sexual, el usuario descubre que puede amar y ser amado ”

Raúl Gay

Nia (es su pseudónimo) tiene 46 años, vive cerca de Barcelona y hace asistencias sexuales. Con esta entrevista, termino la serie que he preparado el tema. Aprovecho para recordar el artículo dedicado a una mediadora y a un usuario.

***

¿Cómo definirías la asistencia sexual?

Es una alternativa para personas con diversidad funcional que no pueden satisfacer sus necesidades sexuales o que se encuentran con grandes dificultades para lograrlo. Absolutamente todas las personas somos seres sexuados y tenemos el derecho y la necesidad de disfrutar de relaciones sexuales plenas y saludables. Por desgracia, en el colectivo de las personas con diversidad funcional existe un porcentaje muy alto que no tienen acceso a compartir su sexualidad con otra persona y a menudo ni siquiera con su propio cuerpo.

La asistencia sexual no es un fin, sino un medio para ayudar a cada persona a encontrar la manera de vivir su sexualidad. No se trata solo de placer sexual, sino de descubrimiento, de desear y ser deseado, de coger seguridad, de compartir sensaciones, de vivir emociones, de comprobar que todos somos capaces de dar y recibir placer, de empoderamiento... El usuario toma consciencia del ventanal de posibilidades que tiene y deja de sentirse en inferioridad de condiciones, a menudo cogiendo por fin las riendas de su vida afectivo-sexual.

¿Cómo empezaste en este mundo?

A lo largo de mi vida he actuado en diferentes ámbitos sociales y desarrollado varios proyectos: llevé a cabo un proyecto de integración en un campamento de gitanos, trabajé durante 7 años en centros de menores, hice voluntariado con adolescentes en riesgo de exclusión... Un día, de casualidad, leí en internet sobre la asistencia sexual a personas con diversidad funcional e inmediatamente sentí que esta era mi vocación.

¿Qué tipo de usuarios hay? ¿Por qué crees que estas personas recurren a este servicio?

Hay muchísimos tipos de usuarios. Mi especialidad son las personas con diversidad funcional física, psíquica, sensorial e intelectual en sus diferentes grados, es donde me siento más a gusto y más realizada. Pero también atiendo a personas que se encuentran con dificultades para relacionarse íntimamente con otra persona, por ejemplo la obesidad, la anorexia, la timidez, los complejos, las disfunciones sexuales, las inseguridades, los miedos, los traumas... No somos conscientes de la cantidad de personas que necesitan ayuda.

¿En qué consiste una asistencia? ¿Cuál es el proceso?

Tengo anuncios puestos en diversos medios de comunicación y también envío mailings a diferentes organizaciones, asociaciones y empresas. Cuando recibo respuesta a mi anuncio, la mayoría de las veces es mediante wassap o email. Lo primero que hago, después de una presentación cordial y educada, es asegurarme de que la persona en cuestión ha entendido bien el mensaje de mi anuncio. Muchísimas veces ocurre que lo han malinterpretado, y contactan conmigo personas que no tienen ninguna diversidad funcional ni otra dificultad; entonces les informo bien de lo que es mi trabajo y casi siempre tengo que explicarles el concepto de diversidad funcional, muchísima gente no lo sabe por ignorancia.

Cuando es una persona con diversidad funcional, comienza mi trabajo con una comunicación amistosa, en la cual nos vamos conociendo y poco a poco voy obteniendo mucha de la información que necesito. Voy respondiendo a todas sus dudas e inquietudes y realizo un trabajo de preparación psicológica, sin prisas, respetando los tiempos que necesita cada uno. Cuando la persona se siente preparada, concertamos una primera cita, exclusivamente para conocernos personalmente, hablar, despejar dudas que puedan quedar y generar confianza. Esta primera cita no tiene coste y es sin compromiso.

Si las dos partes estamos de acuerdo y deseamos seguir con el proceso, entonces acordamos la cita para la primera sesión. Normalmente es un trabajo continuado y se realizan varias sesiones con el usuario. Cada sesión es diferente, porque cada persona es diferente, independientemente de su diversidad funcional, no hay dos personas iguales ni dos sesiones iguales. También cada persona necesita de un tiempo y de un proceso, es un trabajo gradual que va evolucionando, un descubrimiento mutuo.

¿Siempre hay sexo?

Cuando hablamos de sexo tendemos a pensar en actividad genital, pero de lo que verdaderamente estamos hablando es de erótica, que va mucho más allá. Lo que siempre hay es conducta erótica, y existen miles de maneras de vivirla, cada persona tiene su propia erótica, todas son igual de válidas. Todo nuestro cuerpo es erótica, sin olvidarnos de nuestro órgano más poderoso, ¡el cerebro! Una mirada, besos, caricias una conversación erótica... todo es tener sexo.

¿Qué características debe tener un/a buen/a asistente sexual? ¿Supone demasiada implicación emocional?

Lo primordial es que ame su trabajo, lo desarrolle con seriedad, profesionalidad y con el esfuerzo. Tener empatía y saber reconocer, a menudo adivinar, las necesidades y deseos del usuario. Es importante tener facilidad de adaptación y de improvisación. Como en cualquier otro trabajo social en la cual hay un contacto directo con personas, es muy difícil no implicarse emocionalmente, pero como profesionales tenemos que saber gestionar estas emociones de forma a no perjudicar ni al usuario ni a nosotros mismos.

¿Qué beneficios crees que aportas al usuario?

El usuario descubre que puede desear y ser deseado, dar y recibir placer, aprende a reconocer su cuerpo con una imagen corporal de sí mismo positiva. Considera la posibilidad de amar y ser amado. Es otra manera de empoderar, de tomar las riendas de tu vida en un ámbito que te pertenece solo a ti como ser humano; una decisión propia ejerciendo tu autonomía personal, un fortalecimiento de tu autoestima, un refuerzo de tu confianza.

¿Qué te aporta a ti, como asistente y como persona?

Me encanta lo que hago, no tengo dos días iguales, es muy enriquecedor y motivador... Me gusta mucho conocer personas, descubrirlas, me fascina la infinidad de seres que existen, todo el mundo tiene algo que enseñar, cada persona es única, y para mí la diferencia es belleza.

Es muy satisfactorio ver los cambios positivos de las personas en las que atiendo, es un trabajo en el que se aprecian los resultados a corto, medio y largo plazo y eso es muy gratificante.

¿Sabe tu entorno a lo que te dedicas? ¿Has tenido críticas, prejuicios...?

Lo sabe mi familia directa (hijas, madre, hermano y cuñada) y mis amigos cercanos; las personas que me quieren y a las que quiero. No he recibido críticas ni prejuicios, de momento, solo apoyo y elogios...

¿Por qué crees que este servicio es necesario?

El ser humano siente la necesidad de contacto, de intimidad emocional. Todos necesitamos tocar y ser tocados, acariciar y ser acariciado, abrazar y ser abrazados, expresar, entender, compartir emociones. Pero un sector importante de este colectivo no tendría cubierta esta necesidad básica si no es mediante este servicio.

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No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com

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