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La penitencia de ser homosexual y cristiano en la Iglesia católica

El pastor evangélico Alejandro Médel / MARTA JARA

Víctor David López

Que el Papa Francisco tiene difícil acabar con la homofobia en la doctrina oficial de la Iglesia católica lo saben mejor que nadie las cristianas y cristianos del colectivo LGTBI. A pesar de haber afirmado en público que la Iglesia debe pedir “pedir perdón a los gays que ha ofendido” y de preguntarse “¿quiénes somos para juzgar?”, los textos eclesiásticos homófobos siguen vigentes.

En España, la firme oposición a la enseñanza oficial de las autoridades religiosas viene de la mano de creyentes de base, y también de curas y pastores que discrepan desde dentro.

La asociación Crismhom (Cristianas y cristianos homosexuales de Madrid) tiene once años. Consiguen que algunos sacerdotes católicos y pastores protestantes presidan misas LGTBI en su local de Chueca. “Dios es inclusivo y el Evangelio, también, no hay exclusión por ningún aspecto del ser humano”, remarca Óscar Manuel, secretario y coordinador del grupo de acogida.

La doctrina homófoba de la Iglesia Católica se explica sobre todo en tres documentos oficiales: Algunas consideraciones acerca de la respuesta a propuestas legislativas sobre la no discriminación de las personas homosexuales (1992), Carta a los obispos de la Iglesia católica sobre la atención pastoral a las personas homosexuales (1986) y Declaraciones acerca de ciertas cuestiones de ética sexual – Persona humana (1975). Todos vigentes.

“Actos desordenados”

Estos textos no dejan dudas: incluyen menciones a “actos intrínsecamente desordenados”, a la exclusión del pueblo de Dios de los homosexuales, o a la diferencia entre “homosexuales cuya tendencia es transitoria o a lo menos no incurable” y “homosexuales que son tales instinto innato o de constitución patológica que se tiene por incurable”.

La parte más agresiva sobresale en el documento de 1992, justificando la discriminación contra el colectivo LGTBI: “Existen ámbitos en los que no se da discriminación injusta cuando se tiene en cuenta la tendencia sexual: por ejemplo, en la adopción o custodia de niños, en la contratación de profesores o instructores de atletismo, y en el alistamiento militar. […] Incluir la tendencia homosexual entre las consideraciones según las cuales es ilegal discriminar puede llevar fácilmente a considerar la homosexualidad como fuente positiva de derechos humanos”.

Ante este horizonte, los cristianos y las cristianas del colectivo LGTBI saben bien lo que sintieron al ver al cardenal –y antiguo arzobispo de Madrid– Antonio María Rouco Varela encabezar y convocar manifestaciones en contra del matrimonio homosexual en 2005. “Me daba mucha tristeza. Dios no es así. Muestra una imagen de Dios totalmente distorsionada”, protesta Óscar Manuel. “Ver esos gritos, ese fervor, era como si fuésemos las brujas del siglo XXI. Y solo queríamos equiparar derechos.”

Reacción tras el Vaticano II

“Hemos escrito cartas a la Conferencia Episcopal, que sabemos que han recibido, pero no hubo ninguna respuesta”, ratifican desde la asociación de cristianos y cristianas de Madrid. “Sí que pudimos hablar de nuestra realidad en una reunión de sacerdotes en una vicaría del norte de Madrid hace dos o tres años. Fue una experiencia positiva.”

James Alison, sacerdote católico inglés que actualmente vive en Madrid, contextualiza históricamente la problemática. “Después del Concilio de Vaticano, desde mediados de los sesenta hasta mediados de los setenta, con Pablo VI, era visible una apertura en una serie de áreas”.

Pero ahí comenzó el frenazo. El consejero jesuita Gustave Martelet instó a Pablo VI a no permitir los anticonceptivos. La única forma de impedir que el sexo fuera lícito (incluyendo al homosexual) era mantener la idea de que solo tiene que ser destinado a la procreación“.

Alison, que es activista gay, no está adscrito a ninguna parroquia en Madrid: “Los problemas vienen por presidir misas para grupos LGBTI en diversas partes del mundo sin autorización. Estoy esperando a que se me regularice”. El Vaticano le tiene vetado.

Las opiniones de los más radicales son bien conocidas por Alison: “Su argumento es la definición del acto sexual que hizo Santo Tomás [de Aquino] en el siglo XIII”, explica el sacerdote inglés. Según él, todo acto sexual se orientaría hacia la procreación y hacia el estrechamiento del vínculo matrimonial. Cualquier acto sexual que no sea así es una deformación. Así que dicen que esto es de lógica y no necesita ser debatido“.

La Conferencia Episcopal no ha atendido a eldiario.es para confirmar o desmentir los intentos de contacto de la asociación Crishom, ni la reunión con los sacerdotes, ni el veto a James Alison. Tampoco ha querido participar en el reportaje el obispo de Alcalá, Reig Pla, que ha hecho numerosas declaraciones homófobas.

Cristina de base y lesbiana

Otra cristiana de base como Óscar Manuel es Juani. Siempre supo que era lesbiana y pensaba que si era así era porque Dios así lo había querido. Como ella misma dice, lleva en el fregado un montón de años. Tampoco le ahorra críticas al Papa Francisco: “No me gusta que se dedique a regalar titulares y luego nos remita a la doctrina de la Iglesia.” Ella nunca ha creído en la institución de la Iglesia, siempre ha preferido una iglesia horizontal: “Entiendo que haga falta un Papa para coordinar, puedo entender que exista un banco para gestionar bien el dinero, pero que se necesite un estado no me entra en la cabeza”.

Alejandro Médel, de la Iglesia de la Comunidad Metropolitana de España, incluida en la Iglesia Evangélica Española, es otro de los referentes del cristianismo LGTBI en España. “Al ser una Iglesia inclusiva, no le pedimos carné a nadie, todo el mundo es bienvenido. La Iglesia Evangélica Española aprobó hace dos años la Declaración de Mamré, que asumía y aprobaba el acompañamiento y la acogida de las personas LGBTI en todos los ámbitos de la Iglesia”.

Médel compara su actitud con la de la Iglesia Católica y lanza una nueva piedrita al Papa: “Francisco no ha cambiado ni una coma. Ha tenido buenas palabras pero no han cambiado absolutamente nada desde que está él. Para la Iglesia Católica los LGTBI siguen siendo enfermos”.

La muestra de que la Iglesia Católica no es la única que rechaza al colectivo es que a la Iglesia Evangélica Española la acaban de expulsar del Consejo Evangélico de Madrid, por ser demasiado “inclusiva”.

Juani, que creó Nueva Magdala, asociación de mujeres homosexuales cristianas, no pierde la esperanza, pero “mientras no se elimine todo el poder político y económico, no hay nada que hacer”. Acude a misas y cultos siempre que puede y, a pesar de la homofobia de dirigentes católicos como Rouco Varela y Reig Pla, vive en paz. “Les perdono. Si no, siempre llevaría esa rémora, y yo quiero seguir mi camino. A veces te enciendes, pero no se puede estar toda la vida con rencor y resentimiento”.

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