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The Guardian en español

Los empresarios de Capri creen que es una isla demasiado 'exclusiva' para recibir refugiados

La isla de Capri tiene una población de unas 13.000 personas y se divide en dos municipios.

Angela Giuffrida

Desde Jackie Kennedy y Greta Garbo a Sophia Loren y Richard Gere, la glamurosa isla italiana de Capri lleva muchos años atrayendo a ricos y famosos a sus relucientes costas. Pero la posibilidad de que 45 refugiados se mezclen con sus invitados VIP de este verano ha ensombrecido a la rica isla y ha despertado un fiero debate en la red.

La decisión de Nápoles (que gobierna el archipiélago frente a la costa de Campania) ha dividido a su población, unas 13.000 personas. Ha pedido a la isla que se prepare para acoger al grupo de refugiados, como parte de una iniciativa gubernamental para repartir el peso de la llegada de inmigrantes y refugiados por todo el país.

Algunos empresarios y hoteles de la isla se resisten abiertamente a la medida. “Esto no es bueno para la imagen de la isla”, señala un hombre que prefiere no aparecer con su nombre. “No es que Capri no dé la bienvenida a extranjeros, hay muchos que viven y trabajan aquí, pero la isla tiene una reputación que mantener”.

En las redes sociales algunos usuarios escribieron que “el Estado debería estar asistiendo a los desplazados por los terremotos” en lugar de a refugiados, que “pueden traer enfermedades, aumentar el crimen y dañar la reputación de la isla”.

La propuesta prevé que 45 refugiados sean realojados entre los dos principales pueblos de la isla, Capri, el rico municipio amado por las celebridades del mundo, y el más humilde Anacapri, situado en la costa opuesta.

Los alcaldes de ambos municipios apoyan el plan. Francesco Cerrotta, alcalde de Anacapri, sugiere un programa de integración que pueda dar a los refugiados clases de italiano, de cocina y que también les ayudaría a encontrar trabajo.

En lugar de poner presión sobre los hoteleros, Cerrotta ha señalado que los reasentados podrían ser alojados fácilmente en inmuebles públicos. “Se nos ha pedido acoger a 22 personas”, explica. “No tengo absolutamente ningún miedo, nuestro deber es ayudar”.

“Algunos residentes están preocupados, ven todas las imágenes negativas de la televisión y solo escuchan los problemas. Pero, al contrario de lo que dice la gente sobre la reputación de la isla, creo que haciendo esto podemos reforzarla”, señala el alcalde.

Mientras tanto, Roberto Bozzaotre, teniente de alcalde del municipio de Capri, utilizó Facebook para instar a los residentes a que diesen la bienvenida a los refugiados que serán realojados. “Los refugiados no son nada más que personas que han tenido que huir de su país por ser discriminados o perseguidos”.

Para Sergio Gargiulo, presidente de Federalberghi Capri, la asociación hotelera italiana, el problema es el tamaño de la isla. “No hay tantas camas”, argumenta. E insiste en que “será demasiado caro para los refugiados sobrevivir” en un lugar tan exclusivo.

El Gobierno italiano da a las autoridades locales 35 euros al día por cada refugiado para cubrir sus costes de vida básicos. “Eso no es suficiente para vivir aquí”, señala Gargiulo. “Cuesta 40 euros simplemente salir de la isla. No estamos diciendo que estas personas no tienen derechos, que los tienen, pero Capri no es la mejor elección. Aquí estarán marginados”.

Traducido por Javier Biosca Azcoiti

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