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Vas a tener que arreglar también lo de Europa, Mariano

Antón Losada

Ya es oficial. Francia se ha parado. Alemania e Italia han vuelto a anotar lo que De Guindos, el Señor de los Rescates, llamaría “crecimiento negativo”. A pesar de todas la luces que ya se veían al final del túnel y de haber practicado sin límites el fetichismo de las cincuenta sombras del déficit, la zona Euro se ha estancado y ve como, a falta de fantasma comunista que lo haga, el fantasma de la recesión recorre Europa. Todo ese sufrimiento solo ha servido para traer más sufrimiento.

Unos le echan al culpa a Putin, otros a la República del Islam, algunos al “chonirap” de la Pantoja y Kiko Rivera. Todos son culpables. Todos menos este modelo de políticas económicas estúpido e irracional donde unos pocos acumulan una riqueza que jamás podrán gastar y nadie sabe quién consumirá todos esos bienes que producimos tan baratos si la mayoría gana ochocientos euros al mes. La preocupación se globaliza, los mercados van de diarrea en diarrea y los economistas se aprestan a explicarnos hoy por qué se equivocaron en sus previsiones de ayer. Todo se vuelve gris menos aquí, en España, que todo es de color de rosa, nos va de puta madre y tanta preocupación nos resulta ajena y algo exótica.

En el relato dominante volvemos a ser el motor de Europa. Nuestro 0.6 de crecimiento es como el milagro de Fátima, sin la virgen pero con Mariano Rajoy que es la clave, el elegido, ese hombre, el redentor, el puto amo. Matteo Renzi sólo ha resultado un pobre diablo incapaz de sacar una reforma adelante, toda la fuerza se le va por la boca como a un latin lover barato. Hollande no pasa de ser el típico socialdemócrata blandito que al final ha tenido que recurrir al típico inmigrante español acostumbrado al trabajo sucio. Ángela Merkel ya no parece ella, la dieta extrema que sigue la ha ablandado

Mientras las cigarras europeas venían a tirar sus euros en nuestros chiringuitos y sus cuerpos en nuestras playas, piscinas y discotecas, la hormiga española hacía sus deberes. Gracias a ello disfrutamos hoy de una vibrante economía que ya debe un billón de euros, ve florecer un mercado laboral donde uno de cada cuatro contratos dura menos de siete días y observa cómo los indicadores de gasto claves para una sociedad del bienestar regresan a niveles de hace treinta años. He ahí el verdadero milagro español.

Ellos están mal y nosotros estamos bien. La vida es así, una montaña rusa, un sube y baja. Que se jodan los europeos. A ver si aprenden que quien ríe el último ríe mejor es el mainstream dominante. Si se portan bien, a lo mejor hasta acudimos a rescatarlos.

Puede que todo esto sea verdad y quienes lo cuestionamos no pasemos de cenizos partidistas incapaces de reconocer que las cosas van bien. Pero también puede ser que Renzi, Hollande y Merkel no pronosticaran primero el fin del mundo para poder decir después que lo habían evitado, como hizo aquí nuestro Mariano. Puede ser que ellos gestionen la realidad y nosotros habitemos el mundo feliz de la propaganda. No sé. La duda me atormenta.

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