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Nosotras somos provida

June Fernández

Quienes defendemos el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia, quienes trabajamos por parar la sangría de mujeres asesinadas por hombres machistas, somos provida. Quienes defendemos el derecho a una vida digna para todas las personas (derecho cada vez más cercenado por los recortes de este Gobierno) somos provida. Quienes se movilizan contra los desahucios son provida. Quienes denunciamos los Centros de Internamiento para Extranjeros, las redadas racistas y las cuchillas en las vallas fronterizas somos provida. Quienes promueven la objeción al gasto militar o el boicot a los juguetes bélicos son provida. Quienes protestan contra la energía nuclear o advierten de los peligros del fracking para la salud de las personas son provida. Quienes reclamamos políticas que promuevan la corresponsabilidad en la crianza y la atención a las personas dependientes somos provida.

Gallardón, Mato, la jerarquía católica y el lobby antielección no son provida. No les mueve el aprecio al nascituru, sino el desprecio a la vida de las que ya hemos nacido. Recordemos las palabras de Ana Mato, ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad (para la que el aborto no tiene nada que ver con la salud de las mujeres, con sus derechos sociales ni con la igualdad de género), lavándose las manos al hablar de las víctimas de violencia machista: “No podemos ayudarlas si no denuncian. No podemos ayudarlas, no podemos apostar, y no digo el Gobierno, digo toda la sociedad, si esas mujeres no denuncian”. Mato elude su responsabilidad, mientras Gallardón nos adoctrina, intentando convencernos de que es la maternidad lo que nos hace auténticamente mujeres. El Gobierno no quiere ciudadanas con derechos. El Gobierno quiere mujeres-mujeres.

El movimiento feminista lleva años difundiendo un argumentario mucho más sólido y democrático que el de esta gentuza. Por recordar algunos argumentos:

Marta Dolado, fiscala en el Tribunal Internacional de los Derechos de las Mujeres, 2013: “La restricción del derecho al aborto es una violación de los derechos humanos. Cuando un embarazo no es deseado y la ley requiere que la mujer lo continúe, esta situación puede constituir una intrusión gubernamental en el cuerpo de la mujer. El Comité de Derechos Humanos de la ONU ha indicado que las restricciones al acceso al aborto legal y seguro pueden llevar a situaciones que constituyen un trato cruel, inhumano o degradante”.

Beatriz Gimeno, escritora y activista: “Restringir el derecho al aborto sólo convierte este derecho en otro privilegio más del que disfrutan las mujeres y las familias poderosas”.

Justa Montero, de 'Mujeres ante el Congreso': “Gallardón responde a ese modelo que defienden los sectores más patriarcales y conservadores, que quieren imponer en este contexto de crisis un cambio radical del modelo social en el que vivimos, donde la familia nuclear tradicional vuelva a ser el centro de la vida social”.

Teresa Maldonado, integrante de FeministAlde: “Si alguien de verdad cree de buena fe que cuando se practica un aborto se está cometiendo un asesinato, no puede entenderse que no dedique todo su esfuerzo, su capacidad de movilización, sus recursos económicos, sus altavoces mediáticos, sus energías todas a que no se produzca un solo embarazo no deseado. Pero no: quieren desterrar el derecho a decidir sobre si continuar o no un embarazo no previsto o no deseado (diciendo que es asesinato); igual que impiden que en las escuelas haya educación e información sexual, incluida la anticoncepción”.

Mar Grandal, de Católicas por el Derecho a Decidir: “[Con la reforma] Estarán violando las conciencias de las mujeres, su decisión. No se puede tolerar que las mujeres seamos tuteladas. Es trasladarnos al medievo”

Ver este repugnante vídeo de famosos pijos contra el aborto también nos puede dar sendos argumentos, incluso a favor del aborto retroactivo. Destacaría la ruindad de quien utiliza su condición de familiar de asesinado por ETA para defender “la vida”.

De todas formas, ahora, más que debatir y argumentar, toca salir a la calle. Toca que todas las personas que creemos que no se puede obligar a una mujer a gestar y parir contra su voluntad salgamos a la calle. Que no salgamos sólo las feministas organizadas. Que salgan las mujeres que han abortado y que saben que la parte más traumática es la de estar embarazada sin desearlo, o la de pasar un vía crucis burocrático en el que se te trata como a una menor de edad. Que salgan las que han tenido que abortar porque no pudieron tomar la píldora del día después, cada vez menos accesible gracias a este Gobierno defensor del cigoto. Que salgan las lesbianas y demás mujeres que quieren ser madres sin un hombre al lado, a las que el Gobierno niega el don de la maternidad. Que salgan todos los hombres que dicen estar a favor de la igualdad.

Y también estaría bien que toda esa gente reconociera el papel del tan a menudo demonizado y difamado movimiento feminista, que se ha volcado en sensibilizar contra esta reforma, en articular protestas unitarias, en promover la autodefensa y la desobiencia civil ante esta violencia institucional hacia las mujeres. De ese movimiento feminista que, en países con legislaciones restrictivas, es el que vela por que ninguna mujer tenga que desarrollar un embarazo contra su voluntad, por que ninguna mujer se juegue la vida abortando, el que apoya a las mujeres que han terminado entre rejas, incluso cuando lo suyo había sido un aborto involuntario.

Por cierto, violencia sexual no es sólo que te viole un desconocido por la calle. Violencia sexual es quedarte embarazada porque tu amante, novio o marido se empeñó en hacerlo un rato sin condón, porque boicoteó la contracepción para mantenerte atada a él, o porque quería hacerte daño. ¿Se va a permitir acogerse al supuesto de violación a una mujer que explique que con su marido maltratador no cabe negociar el uso del condón?

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