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El PP usa el “sentido común” para disfrazar su renovado negacionismo climático

Presidentes autonómicos del PP, incluido el 'expresident' Carlos Mazón, aplauden a Alberto Núñez Feijóo tras la firma de la Declaración de Murcia el 28 de septiembre de 2025.

Raúl Rejón

4 de diciembre de 2025 22:20 h

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El Partido Popular en su nuevo abrazo con la ultraderecha de Vox apela al “sentido común” para socavar las políticas ambientales. Disfrazar de sentido común el rechazo a las medidas contra el cambio climático es una fórmula típica de las últimas versiones del negacionismo.

El ejemplo más reciente lo ofrece el nuevo presidente de la Generalitat valenciana, Juan Francisco Pérez Llorca. El heredero de Carlos Mazón, en su discurso de investidura, atacó el Pacto Verde Europeo –como exige Vox– al decir que su partido piensa “que en las instituciones europeas se impusieron unos objetivos inasumibles y de lo que se trata es de aplicar el sentido común. Es necesario flexibilizar metas, sobre todo, si son imposibles de cumplir”.

Esa idea de “objetivos imposibles” es justo lo que habían argumentado los eurodiputados españoles del PP –liderados por el valenciano Esteban González Pons– para votar el 13 de noviembre pasado en contra de los objetivos climáticos de la Unión Europea y junto a los grupos ultraderechistas.

Invocando el sentido común, se intenta naturalizar ciertas interpretaciones sobre el cambio climático y las políticas verdes que contradicen la evidencia científica

Caroline Reinhammar Investigadora de la Universidad de Gotemburgo

“Invocando el sentido común, se intenta naturalizar ciertas interpretaciones sobre el cambio climático y las políticas verdes que contradicen la evidencia científica”, explica la investigadora de la Universidad de Gotemburgo, Caroline Reinhammar. “Nuestra dependencia de los combustibles fósiles –ejemplifica–ha modelado nuestras sociedades actuales así que hacer referencia al sentido común funciona como una defensa de esa sociedad y sus estructuras. Hace que se vea como lo natural”, abunda.

Pérez Llorca no está solo ni ha estrenado esta estrategia. Su jefe máximo, el presidente del PP Alberto Núñez Feijóo, la sacó a pasear en su discurso de fallida investidura en septiembre de 2023. “Me propongo afrontar el cambio climático con las evidencias que la ciencia aporta y con el sentido común”.

En contra de la ciencia

El problema es que lo que se califica como sentido común “se aleja de las conclusiones científicas y el conocimiento de los expertos”, analiza la investigadora Reinhammar.

Desde luego lo que hace el Partido Popular al votar en contra del objetivo de reducción de emisiones de CO₂ es contradecir a la ciencia que ya ha evidenciado que, para frenar el cambio climático y evitar sus efectos más devastadores, hace falta recortarlas a la mitad en esta década y casi a cero en 2050. ¿El resumen científico? “Solo las reducciones rápidas de las emisiones a corto plazo son eficaces para reducir los riesgos climáticos”.

Desde la perspectiva de esos riesgos y consecuencias, cuando Feijóo dio aquel discurso de investidura, todavía estaba por llegar la dana de octubre de 2024 que dejó más de 200 víctimas y fue un 20% más potente, precisamente, por el cambio climático, según calcularon, otra vez, los científicos. Pero la estrategia no ha cambiado a la luz de los pactos PP-Vox en la Comunitat Valenciana, la Región de Murcia e incluso los intentos del presidente de Aragón Jorge Azcón. Una estrategia que ha puesto en riesgo la llegada de fondos europeos a España.

El argumento del sentido común alimenta la última forma evolucionada del negacionismo: el retardismo. Los estudiosos de este fenómeno explican que se trata de un discurso que “acepta el cambio climático, pero justifica la inacción –o que lo hagan otros– al tiempo que se centra en los efectos negativos de las políticas verdes o ponen en duda que el cambio climático pueda mitigarse”.

En esa categoría cuadran conceptos como “flexibilizar metas” o, como también deslizó Núñez Feijóo en el mismo discurso parlamentario evitar “visiones apocalípticas. Que nos acerquemos con el equilibrio entre la sostenibilidad ambiental y el desarrollo económico social”.

Otra de las patas en las que se sostiene este negacionismo del sentido común es presentar a la ciencia o las medidas derivadas de sus trabajos como un poder autoritario. Lo dejó bien claro el presidente de la Región de Murcia, López Miras, al anunciar su acuerdo con Vox para los presupuestos regionales: “Combatiremos el Pacto Verde Europeo con todas las armas políticas y jurídicas. Basta de imposiciones, basta de declaraciones grandilocuentes”.

López Miras ha aplicado la misma ecuación que Feijóo o Pérez Llorca a la hora de criticar la política hidrológica del Ejecutivo y el famoso trasvase Tajo-Segura. “Es evidente que algo se está haciendo mal cuando vemos que en unas provincias hay que poner restricciones al consumo, mientras en otras se tiene que soltar agua de los pantanos cuando exceden su capacidad. Esto no es cuestión de ideologías, sino de sentido común”. El PP ha defendido que el agua que llega al mar por los ríos es un “desperdicio”.

Lo que no me gusta es dogma

Reinhammar, que estudia cómo el rechazo a las políticas climáticas se normaliza mediante la construcción de sentido común y la “añoranza de un orden natural”, cuenta en conversación con elDiario.es que esta narrativa “impone la experiencia personal sobre los expertos porque confía más en esa experiencia propia que en los hechos y hace que sea más fácil movilizar a la gente: no hace falta que sepas, basta con confiar en tu instinto”.

A eso se le suma, añade la investigadora, “que esta narrativa crea la idea de que lo que no es sentido común es, por lo tanto, algo irracional. Consecuentemente, la ciencia climática o la transformación hacia las renovables se describe como ”una creencia o una irrealidad“.

No apoyo que la estrategia energética y ambiental se reduzca a limitar el crecimiento y a imponer un determinado modo de vida. (...) Es decir, transición ecológica sí. Dictadura activista en ningún caso

Alberto Núñez Feijóo Presidente del Partido Popular

Un concepto del que Núñez Feijóo ha echado mano al hablar de “dogmatismo ambiental” para hablar de las políticas verdes –la misma expresión usada el mismo día por el líder de Vox, Santiago Abascal–. No se ha quedado ahí el líder del PP que ha defendido: “No apoyo que la estrategia energética y ambiental se reduzca a limitar el crecimiento y a imponer un determinado modo de vida. (...) Es decir, transición ecológica sí. Dictadura activista en ningún caso”.

Pérez Llorca abrazó la misma idea hace unos días para conseguir los votos de los ultraderechistas y habló de “una impostura ecologista que las élites europeas han convertido en dogma”. El mismo López Miras apoya su agenda hidrológica apelando a que “si dejamos que impere la ideología a la hora de repartir el agua, tendremos pobreza, paro y desierto”.

Caroline Reinhammar aclara que, en principio, “las referencias al sentido común se hacen desde el espectro político de la izquierda y de la derecha”. Pero dado que mitigar el cambio climático requiere una profunda transformación, utilizar la baza del sentido común en contra de esa transformación “permite continuar la vida de la misma manera que hasta ahora, consumir en la misma medida y da una sensación de estabilidad. Y eso cuadra con los ideales políticos conservadores”.

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