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OBITUARIO
Adiós, Pipo: uno de los nuestros y de nuestro Parlamento andaluz

José Carlos Picchi Perelló 'Pipo', en los pasillos del Parlamento andaluz.

Daniel Cela

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José Carlos Picchi Perelló 'Pipo' se ha quedado de pie junto al enorme magnolio que domina el cielo sobre el 'patio de prensa' del Parlamento andaluz. Está fumando un cigarrillo, mientras el sol de invierno se pelea con el mármol de escarcha de los pasillos del antiguo hospital de las Cinco Llagas. “El sitio más frío de Andalucía”.

Pipo ha sido jefe de prensa de esta Cámara casi 29 años, hasta su jubilación en 2019. Empezó a caminar por la preautonomía andaluza y trató a ocho presidentes del Parlamento durante nueve legislaturas, algunas convulsas, otras más hipotensas. Pipo pastoreaba a los periodistas de todas las corrientes, que irrumpían en su despacho creyendo haber descubierto oro, y salían con menos quilates de lo que pensaban. Pero de mejor humor.

Se ha marchado de repente, demasiado pronto, unos pocos años después de jubilarse. Pero su familia, muchos amigos y muchos compañeros le van a seguir viendo aquí, de pie, con las gafas por encima de los ojos, sujetas a la frente, con la sonrisa pícara, la voz arrugada, la ironía afilada, socarrón, las ganas de desayunar, el respeto y la confianza de todos los periodistas, tres décadas de memoria parlamentaria, 69 años de beticismo del bueno... Todo el mundo sabe dónde encontrar a Pipo.

Eva Suárez, periodista; miembro del Consejo de Administración de RTVA

Profesionalmente, Pipo fue precursor en Andalucía de la labor de director de comunicación, tal y como hoy se conoce. Aunque él comenzó a ejercerla desde el compromiso político y personal con la conquista de la autonomía de Andalucía, una misión que unió a muchos periodistas andaluces en la Transición. Y en eso tuvo un peso importante su admiración y amistad personal con Rafael Escuredo, primer presidente de la Junta, y con Enrique García, primer portavoz de la Junta.

 En lo personal, Pipo tenía dos grandes pasiones: sus hijos y su Betis. Sus hijos, Edu (31 años, asesor financiero y abogado) y Marina (22 años, estudiante de Farmacia), son su mayor y mejor legado. Su sostén durante su larga enfermedad. Pipo supo tejer en torno a ambos una gran familia en la que todos hemos participado, disfrutado y nos hemos ayudado, y que seguirá adelante unida en torno a su recuerdo. Socio número 43 del Real Betis Balompié, para Pipo el Betis más que una afición era una religión, algo que caracteriza a la larga saga Picchi. 

Pilar Vergara, periodista

Conocí a Pipo en el viaje por las comarcas deprimidas de Andalucía, durante el primer Gobierno andaluz presidido por Escuredo: por Los Pedroches, el Andévalo, las Alpujarras...los pueblos y campos de esta tierra. Pipo jugó un papel en la consolidación de las instituciones de Andalucía, un papel en la sombra que disfrutó mucho. Porque él era un disfrutón. Ayudó a empujar la preautonomía andaluza hasta lo que hoy conocemos y no enfadó nunca a nadie.

Pipo representaba a una generación de políticos y periodistas que podían militar en ideologías distintas, pero convivían en concordia. Yo era jefa de prensa de Gabino Puche, y él de Pepote [José Rodríguez de la Borbolla], estábamos casados, nuestros jefes lo sabían y nunca supuso un problema. Eran otros tiempos.

Pipo también era el nexo de una familia anticonvencional, fuera de los esquemas, con sus hijos en el centro de todo. En su vida sólo militó en dos cosas: el verde y blanco de Andalucía y el verde y blanco del Betis, las dos caras del mismo disco.

Juan Luis Lara, periodista del Parlamento andaluz

Pipo era esencialmente una buena persona, algo tan sencillo y a la vez tan extraordinario. Me enseñó muchas cosas sobre la profesión y sobre la vida, pero lo más importante, lo que transmitía día a día, es que el trabajo de un jefe de prensa consiste en ayudar a los demás. En los años que compartimos en el Parlamento se mostró siempre amable y servicial con todos, incluso en sus momentos más duros, incluso con aquellos que no lo trataron bien. “Ya pasarán”, me decía.

Discutimos cientos de veces, siempre por cuestiones de trabajo, y el tiempo me demostró que casi siempre era él quien tenía razón. Se lo confesé una vez, cuando ya estaba jubilado, y me contestó, con su sonrisa burlona: “no soy más listo que tú, pero soy más viejo”. En el Parlamento, y en especial en el Gabinete de Prensa, ya le echamos de menos.

Bernardo Escobar, jefe de negociado del gabinete de prensa del Parlamento andaluz

Siempre tuvo claro dónde estaba y para quién trabajaba, buscando siempre el beneficio de la institución y cuidando su buen nombre. Ante todo era un servidor público. Eso estaba por encima de todo y nos lo enseñó desde el principio. Sobre todo, yo me quedo con su sentido institucional y su vocación de servicio público.

Por supuesto muy buena persona, disfrutón, con mucha vida y que no dejó de vivir nunca (como él decía...siempre “echando la caña”). Cuánta complicidad con Teresa...

Javier Torres Vela, presidente del Parlamento andaluz [1996-2004]

Le conocí en el 82, él entró poco después en el Parlamento, pero me hice su amigo en la etapa en la que fui presidente del Parlamento durante ocho años. Era un puesto de libre designación que había sobrevivido a los dos presidentes anteriores, y eso me inspiró confianza. No es fácil llevarse bien con todos los periodistas, pero todos los que estaban acreditados en el Parlamento me hablaron bien de Pipo.

Pipo facilitaba el trabajo de todos, el mío, el de la prensa, el de los grupos parlamentarios, que se sentían reconocidos por su labor. La relación entre la prensa y la política es difícil, lo mejor que le puedes pedir a un colaborador es que no te traigan problemas, y él nunca me metió en ningún lío. Lo resolvió todo antes de que yo me enterara. Él ejercía, sin designación, como jefe del Parlamento andaluz, le dije una vez que le habían puesto un manto de institucionalidad por encima.

Era mi amigo. Venía a mis cumpleaños, llevaba a mi hijo al fútbol, a ver el Betis con su hijo Edu. Era una persona entrañable, se hacía querer. Le voy a echar mucho de menos.

Diego Valderas, presidente del Parlamento andaluz [1994-1996]

Encontré en Pipo una gran persona, un buen colaborador, un magnífico profesional. Recibí de él buenos consejos que hicieron más fácil la tarea de Presidente del Parlamento, más tarde y tras la presidencia seguimos conservando la amistad generada. Descanse en paz.

Manuel Gracia, presidente del Parlamento andaluz [2012-2015]

Pipo ha sido un ejemplo de los muchos profesionales de la información andaluces que supieron estar a la altura de su papel en la construcción de la autonomía. Siempre defendió su profesionalidad en la información institucional de nuestro Parlamento, distinguiéndola de la imagen personal de quien ostentaba la Presidencia. Además era un compañero leal y Justo. Una pérdida en estos tiempos tan malos para el periodismo de verdad. Una buena persona.

José Rodríguez de la Borbolla, presidente de la Junta de Andalucía [1984-1990]

Pipo Picchi -a quien conocí desde su entrada en el Colegio- ha sido una bellísima persona y un profesional como la copa de un pino: la prueba está en que trabajó con Presidentes del Parlamento de distintos grupos políticos y todos elogiaron su trabajo, su dedicación y su capacidad de innovación. Además, y por si fuera poco lo anterior, era bético de comunión diaria y sevillano enamorado de Sevilla.

Maria José Sánchez-Apellániz, periodista

Todavía ni había llegado la democracia a España y ya Pipo andaba contando historias en sus primeros años como aspirante a periodista. En las tardes interminables del verano del 75 recorrimos con una motillo roja las sedes, medio ilegales, de las asociaciones de vecinos para dar voz a los sevillanos de los que nadie de acordaba. En La Voz del Guadalquivir sonaban sus demandas al tiempo que los primeros discos de Pata Negra y otros modernos de la Sevilla de entonces.

Más de una vez recibimos le protesta del Gobierno Civil, pero eso a Pipo no le preocupaba mucho. Un hombre tranquilo, que supo llevarse bien con tirios y troyanos. Que recogió las llamadas de los insomnes asomados a la Colina de el Loco y las de los periodistas que se asomaban a la Andalucía preautonomica. ¡Cuántos kilómetros por carreteras infames antes de que extendieran las alfombras del 92!. Cuatro mosqueteros al principio, Pipo, Ezequiel, David y yo misma. Muchos compañeros después que se sumaron a la Oficina del Portavoz. Enrique García, el boss, y copas hasta el amanecer. Parece que fue ayer y que han pasado mil años. 

Blanca Fernández Viagas, periodista de Efe

Pipo sabía torear, dominaba el arte de la lidia en una plaza tan complicada como el Parlamento, donde no es tarea fácil capear con periodistas y políticos, siempre insaciables. Te conquistaba con su sonrisa, sus bromas, su capacidad para relativizar. Y, si el asunto lo requería, te daba pistas, te decía sin decir. Investigarlo era cosa tuya.

Y, entre moción y moción, nos endulzaba la vida. Cada diciembre nos anunciaba la Navidad -antes incluso que los grandes almacenes- con aquellas bandejas de dulces y licores que nos hacían más llevadero el soporífero debate de Presupuestos, que entonces duraba hasta bien entrada la madrugada. Disfrutaba en las tertulias con amigos, con una caña al sol, y con su Betis. La vida.

Ana Fernández, periodista de la Cadena Ser

Entrar en la antigua sala de prensa del Parlamento era para mí entrar en casa. En la mesa ovalada que te recibía teníamos charlas interminables en las que casi siempre aparecía Pipo, el jefe de prensa que, en su condición de periodista curtido en mil batallas, siempre restaba trascendencia a las preocupaciones de los periodistas más jóvenes e inexpertos. Era un tipo simpático, cariñoso y socarrón, que se dejaba querer. Y así le recordaré siempre.

Antonio Sanz, consejero de la Presidencia de la Junta

La pérdida de José Carlos Picchi Perelló es un duro golpe para la profesión periodística y también para quienes, como yo, trabajamos desde nuestro escaño en el antiguo Hospital de las Cinco Llagas. Con su rigor y profesionalidad se ganó el respeto de todos. 

He de destacar que durante la redacción del Estatuto de Autonomía siempre mantuvo una posición a favor de los acuerdos y que gracias a su labor se modernizó la imagen y la comunicación de la Cámara andaluza, logrando que la acción parlamentaria fuera más visible, más moderna y las cercana a todos los andaluces.

Recuerdo con cariño su fiesta de despedida tras su jubilación, donde compañeros y amigos disfrutamos una vez más de su simpatía y cordialidad. Desde aquí le mando un fuerte abrazo a familiares y amigos.

Isabel Pedrote, periodista, miembro del Consejo Audiovisual

Hay personas que forman parte del paisaje de tu vida, que son como los colores que te rodean o los lugares en los que habitas. Que viven dentro de tu cuadro. Pipo lleva siendo 30 años un elemento constante en mi paisaje personal: no solo porque hayamos trabajado juntos y pasado muchas horas muertas de las sesiones parlamentarias entres risas y charletas, sino porque también hemos sido vecinos, y hemos compartido movilizaciones y hasta piquetes.

Cuando son tanto años y tantas vivencias es difícil elegir una anécdota concreta, así que he preferido buscar una palabra con la que los periodistas, sobre todo los más veteranos, nos sintamos identificados cuando pensemos en él: y esa palabra es distensión. Si tuviera que definir a Pipo Pichi en su faceta profesional hablaría de su proverbial habilidad para rebajar las tensiones y quitar hierro a situaciones de por sí estresantes, especialmente en la época de la pinza, en la que todo era un sobresalto.

Pipo ha pastoreado a los periodistas como nadie: en más de una ocasión ha logrado deshinchar globos a punto de explotar y conseguir, además, que todos nos fuéramos convencidos. A lo largo de los años Pipo se ha hecho institución. Decir Pipo Pichi es decir Parlamento de Andalucía. Sin lugar a dudas, ya forma parte de su paisaje.

Esther Fernández, periodista

Y así decides empezar tu nuevo camino… silencioso, pausado y, segura estoy que, con esa sonrisa cómplice que te lo decía todo. Fui de aquella generación de periodistas parlamentarias que no sólo encontramos en ti un compañero, también un amigo y profesor. Muchos años compartidos que recordaré con nuestras charlas personales (tan cercanas) y profesionales (tan confidentes), buscando un rayo de sol en cualquier banco del Parlamento andaluz o paseando por estos pasillos de las Cinco Llagas que tanto saben de ti.

Lourdes Lucio, periodista de El País

Ahora los llaman (o se autodenominan) dircom, deben manejar todo tipo de dispositivos audiovisuales y estar al día de la inteligencia artificial. Corren de un lado para otro y consultan continuamente sus móviles. Pipo Picchi fue jefe de prensa del Parlamento andaluz durante 29 años, miraba a la cara, corría lo justo y andaba pausado con la mano derecha en el bolsillo. Su despacho siempre estaba abierto a todo el mundo con un juego completo de periódicos en papel. Sus oídos atentos a todo lo que ocurría en una casa donde no se para de hablar.

Distinguía el cotorreo de la información, lo urgente de lo importante y lo accesorio de lo fundamental. Tenía claro que era el jefe de prensa del Parlamento no de los presidentes del Parlamento, ni del grupo mayoritario ni del minoritario, y por eso cualquier asunto que perjudicara a la reputación de la Cámara como institución lo abordaba con calma y como una insignificante pequeñez a la que no había que dedicar ni una línea.

Así paró muchos golpes. Se rodeó siempre de gente que lo complementaba para atender a los periodistas con sus molestas preguntas sobre pe-ene-eles, artículos reglamentarios o dictámenes jurídicos. En esos momentos daba gritos: “¡¡¡Teresa!!!”, “¡¡¡Bernardo!!!”, “¡¡¡Juanluuuu!!!”. Y allí estaban Teresa Correa, Bernardo Escobar y Juan Luis Lara para responder. Reía mucho y hacía reír. Por si alguien no lo sabe, la clave del ordenador de la sala de prensa se cambia de vez en cuando, exactamente cuando el Real Betis elige a un nuevo entrenador.

Isabel Morillo, periodista de El Periódico de España

Pipo nos enseñó a muchos a trabajar en el Parlamento andaluz y a disfrutar haciéndolo, a torear a todos los grupos parlamentarios y despachar con una sonrisa y sin discutir las exigencias de cada uno de los jefes de prensa del portavoz de turno. Fui becaria de Pipo en el 2000 y siempre he sentido que aquella etapa fue un regalo. Dedicada a recortar y fotocopiar las crónicas de las mejores periodistas de entonces, el jefe de prensa de aquel gabinete de las Cinco Llagas siempre me decía lo mismo: “Isabelita, tú aprende”. En eso sigo, querido Pipo.

Fuiste mi primer jefe, como el de muchos becarios que aprendimos de tu mano a entender y querer al Parlamento. Te debemos mucho. No acabé aquella beca porque a los 9 meses me salió una oportunidad laboral que dudé si coger, tan cómoda como estaba en tus brazos y en los de nuestra querida Teresa Correa. Me diste un empujón y me dijiste que me dejara de tonterías y que me tocaba salir a jugar el partido. Desde entonces, como muchos, seguí llamando a tu despacho y ocupando tu sofá para buscar refugio y charla. Nos reímos mucho y fue una etapa estupenda. Te vamos a echar mucho de menos. Gracias por estar siempre ahí y hacer como que no estabas. Los periodistas del Parlamento que hemos crecido a tu lado sabemos todo lo que te debemos.

Secundina García, periodista

Bandejas de polvorones y copitas de anís anunciando la Navidad desde octubre. Aquella mesa ovalada en la primera sala de prensa con los plumillas soportando plenos interminables, pinza incluida. Y él siempre cercano, casi sin notarse, rebajando tensiones, desviando la crispación con su...“bueeennnooo, no , no, no pasa naaddaa”. Nuestro Pipo, tanta pena.

Miguel Ángel Vázquez, periodista; miembro del Consejo de Administración de RTVA

Siempre te recordaremos por tu gesto alegre y tu sonrisa amable, con esa forma de entender la vida que tiende puentes, genera convivencia y hace piña con la dosis adecuada de ese tipo especial de diplomacia que es la guasa sevillana. En todo momento supiste hacer más fácil el trabajo de tus compañeros, con mucho temple, allanando obstáculos y desanudando tensiones, siendo reconocido y querido por un público exigente, para nada dócil y a veces incluso picajoso como es el que reporterismo político y parlamentario.

Tu imagen siempre estará presente en el antiguo hospital de las Cinco Llagas y en nuestros corazones. Escribió Antonio Machado para la despedida de un amigo: “Y tú, sin sombra ya, duerme y reposa, larga paz a tus huesos…”. Hasta siempre.

Ignacio Martínez, periodista en el grupo Joly

Siempre positivo, incluso ante la desgracia. Servicial con los amigos; utilísimo para sus colegas. Siempre optimista, con el mejor buen humor. Siempre ganando los dos siguientes partidos del Betis por adelantado. Inolvidable.

Antonio Avendaño, periodista

Si alguien escribiera un reportaje sobre Pipo debería titularlo ‘El periodista tranquilo’. De pocos periodistas puede decirse lo mismo. La propia naturaleza del oficio hace de muchos de nosotros gente acelerada, esquinada y ansiosa. Con su apariencia de cónsul británico que cuenta los días que le quedan para el retiro, Pipo parecía mirar la actualidad no de frente y decidido a enzarzarse con ella en una lucha cuerpo a cuerpo, sino más bien desde arriba, desde la lejanía indulgente y un punto irónica de su elevada estatura. A este oficio nuestro siempre le sentó bien que existieran tipos como él. De un amigo recién fallecido dijo el clásico: “Ha pasado a la vida que no conoce la turbación ni el oleaje”. En el lugar ignoto donde ahora reposa, decimos nosotros, Pipo ha pasado a la vida donde no existen las noticias. ¡Qué alivio!, pensará nuestro añorado periodista tranquilo.

Francis Romacho, periodista y productor

Al final de aquellas cinco horas de Granada a Sevilla (la Andalus limpia, pobre y alegre que tanto gustaba al franquismo) siempre estaba Pipo. En la noche negra de Torremolinos en la que Escuredo se convenció de que lo habían dimitido, estaba Pipo. En la épica de las marchas jornaleras y el mar de banderas verdiblancos estaba Pipo. En el periodismo combativo por la autonomía plena estaba Pipo… Y en el Parlamento, cuando el tiempo político se calmó y discurría sereno como el Guadalquivir por Triana, allí estuvo Pipo toda su vida viendo pasar presidentes, guiando con elegancia y serenidad la comunicación institucional.

Tenía la autoridad ganada con su talento y todos los nombres de la memoria democrática andaluza. La vida nos amistó y así vimos crecer niños, sorteando las crisis y los olvidos. Mis sueños caminaron con los suyos. Nunca pensamos que los veríamos triturados por este temporal de odios cada día más virulento. Descansa en paz, hermano, amigo mío. Me niego a borrar tu contacto del teléfono. Igual un día de estos te llamo.

Isabel Gómez, periodista de Canal Sur TV

La mitad de mi carrera como periodista la he desarrollado en el Parlamento de Andalucía. Y allí siempre estaba, Pipo. La sala de prensa era el lugar de las descargas emocionales, por lo menos en mi caso, y mi querido Pipo siempre estaba allí, para resolver cuestiones técnicas ( los de la tele somos muy intensos), y para prestarme su hombro en más de una ocasión; “Isa, no hagas caso ”, era su habitual consejo. Con todo mi cariño, mi querido Pipo, siempre te mantendré presente en mis mejores recuerdos. Descansa en Paz.

Mercedes de Pablo, periodista

Caballero Pipo Picchi. Nunca José Carlos siempre Pipo, elegante, formal, de sonrisa en la mirada y trabajo pausado y pertinaz como la lluvia fina. El facilitador número uno, cuando aún la jerga anglosajona no había llegado a nuestro vocabulario. Periodista desde el otro lado de la presunta trinchera hace ya muchos años. Desde La Junta de Andalucía y sobre todo desde el Parlamento andaluz Pipo desmontó la falacia de creer que los gabinetes de prensa institucionales son un aparato de agitpro. Siempre al servicio del derecho a la información. Siempre correcto. Siempre plural en el trato, para él no había distingos entre los partidos ni tampoco era su guerra la bronca de los medios. No encontró motivos para declarar a nadie enemigo, ni siquiera entre el sevillismo feroz. Bético de la cabeza a los pies su única bandera era la blanca, esa que seguimos necesitando tanto.

Javier Aroca, tertuliano, articulista de eldiario.es

Cuando uno conoce a alguien en un concierto de Silvio y Sacramento, en Triana, en las postrimerías de los años del agobio, es un comienzo prometedor. Allí, en esas solidaridades en las que siempre andaba metido, nos empezamos a tutear. Poco a poco, un día y otros en el Campo der Beti, también en esas otras cosas en las que estábamos antes todos, forjamos complicidades.

Llegué al Parlamento de jefe de gabinete de Relaciones con el Parlamento; en aquel primer gobierno de coalición, los minoritarios no caíamos particularmente simpáticos a la grey periodística, nos consideraban como intrusos. Pero allí estaba Pipo, cordial, institucional, plural. Ayuno de simpatías, nunca me faltaba su despacho, su tele, sus cosas, sus gestiones. todas a mi disposición.

Ya siendo uno Secretario General, nuestra amistad no cambió sino creció desde la institucionalidad y la cooperación. También en la complicidad en asuntos de diario, a veces complicados, que necesitaban de discreción; Pipo nunca fallaba, combinaba a la perfección su rigor, su institucionalidad, el respeto al pluralismo y la discreción. No olvidarė aquellos días.

Un día salimos en El País. El rotativo madrileño se hizo eco de una algarada, eran tiempos difíciles, en las proximidades del palco del Villamarín, en donde teníamos nuestro asiento desde mucho. Un grupo abroncó ruidosamente a la directiva y a su presidente. Tronó un bocinazo entre el barullo: “Lopera, sevillista”. A los pocos días se nos hizo saber que don Manué estaba muy afectado, no solo por la bronca sino porque le habían llamado sevillista.

Han pasado años y aún no se ha sabido la autoría de aquel grito bético emancipador, aunque sí se sabe a ciencia cierta que procedió de un grupo de la resistencia de las proximidades del palco. Pipo ya galopa con todo mérito por las praderas verdiblancas, por allí nos veremos. 

Rafael Rodríguez, presidente de la Asociación de Prensa de Sevilla

Desde la preautonomía, Pipo ha sido uno de los grandes y buenos periodistas que ha construido la estructura de la información institucional en y de Andalucía. Lo fue en la inicial Oficina del Portavoz del Gobierno andaluz, y lo ha sido durante tres décadas en el Parlamento. Pipo es la historia de la Cámara andaluza, porque ha estado en todas sus vivencias. Su trabajo y su talante personal han sido tan excelentes que políticos y periodistas de todas las tendencias le han respetado y querido siempre. Sobrevivir a ocho presidentes y estar 29 años como responsable de prensa de un parlamento es algo que muy pocos periodistas pueden decir ¿El secreto? Su enorme valía.

Marta Carrasco, periodista

Nunca hubo nadie con tanta sonrisa ante la adversidad, con tanta mano derecha e izquierda, la necesaria, para poner orden a su alrededor, siempre con un detalle exquisito y una educación mixta, como decías, de tu madre catalana y tu padre sevillano. 

Cuando estábamos en la Oficina del Portavoz, las secretarias te preguntaban cómo había quedado tu Betis, porque así sería el humor del entonces presidente aquellos lunes de comienzo de semana. Tu Betis, la camisetita que le pusiste a tu hijo Edu cuando no tenía ni 24 horas, sobre el moisés del hospital aquel agosto de 1992, que para ti por eso fue importante. Y en mis recuerdos, los miles de kilómetros que hicimos por Andalucía, y sin autopistas, cuando ponías a Triana o a Silvio decías: ¡qué bonita es esta tierra!; o cuando fuimos a Madrid a ver a los Rolling Stones y volvimos roncos para una semana; o las eternas noches del Bolonia en los Remedios después del periódico; y aquel fin de año en Londres, cenando sin uvas en Leicester Square, las cenas en tu casa mirando la Giralda... ¿Cómo ordeno yo ahora tus recuerdos, Pipo? Has rematado el reportaje de tu vida demasiado rápido y nos has dejado pensando que aún te encontraré por Mairena, o que podré llamarte siempre el 19 de marzo y por Navidad…, y que siempre estarás ahí. Buen viaje, amigo mío. Te quiero.

Carlos Rocha, periodista de El Confidencial

La primera vez que entré en el Parlamento me perdí. Y ahí estaba Pipo, apoyado en la columna más cercana a la puerta de su despacho. Seguramente llevara las gafas en la frente, pero no me acuerdo. Fue él quien me llevó a la cabina que después se convirtió en mi casa. Era su casa en realidad, pero nos dejaba a todos estar ahí. Incluso a los sevillistas. Tardé un tiempo en averiguar que José Carlos Picchi Perello era ese hombre espigado y guasón al que todos mis colegas llamaban Pipo y ya siempre lo recordaré como uno de esos guías que me enseñaron de qué va esto.

Daniel Cela, periodista de elDiario.es/andalucia

¡Pero, qué frío hace en tu casa, Pipo! “Más frío hace en la Luna”. Este mármol del Parlamento está hecho de hielo, aquí no se puede quedar uno de pie. “¿Y en Salamanca, no hace frío?”. Pipo, que me cuentan esto, ¿esto es nuevo, no? “Cuando te digan que algo es nuevo, es que el nuevo eres tú”. ¿Por aquí voy bien, Pipo? “Por ahí no vas mal. Pero tampoco vas solo, date prisa”. Pipo, ¿cómo va el orden del día del Pleno de mañana? “En el orden del día, mañana gana el Betis”. Pues eso.

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