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La mala cosecha de aceituna niega a los jornaleros las peonadas mínimas para asegurarse las prestaciones por desempleo

Paqui Torres sólo ha trabajado 5 días, necesita 15 jornales más para acceder a la prestación

Concha Araújo

Jaén —

El primer aforo de la cosecha de la Junta de Andalucía avanzaba un año negro para el campo jiennense: 170.000 toneladas de aceite, resultado de una producción que apenas superaba las 600.000 toneladas de aceituna, frente al millón y medio de toneladas habitual en años anteriores. Las cifras finales que estiman las organizaciones agrarias y políticas son mucho más dramáticas: en las almazaras de la provincia, que suele aportar más de la mitad de la producción andaluza, se han extraído apenas 130.000 toneladas de aceite. Esas son las cuentas que hacen que el sector agrario clame por medidas especiales para mantener las explotaciones en los próximos meses.

Pero de la aceituna no sólo viven los empresarios. En Jaén, más de 88.000 personas trabajan en el campo por cuenta ajena; en Andalucía alrededor de 200.000. La suma de la crisis económica y la climatología adversa los ha situado al borde del precipicio.

“A mí me da igual que sean 15 ó 20, es que no tengo jornales. Si de verdad quieren ayudar, que los quiten todos este año”. Paqui Torres tiene 3 hijos, 51 años y lleva más de 15 trabajando en el campo. La rebaja a 20 peonadas anunciada por la ministra de Trabajo no soluciona su problema, porque este año sólo ha trabajado 5 días y tiene menos de un mes para completar esos 20 jornales que le darían un respiro de 6 meses, percibiendo un subsidio de 426 euros, el 80 por ciento del salario mínimo. Su marido ha tenido más suerte y podrá renovar la prestación.

Susana Collados (24 años, 8 trabajando como jornalera) lo tiene aún más difícil su saldo de jornales es cero y por no tener hijos, para garantizarse cuatro meses de paro necesita trabajar al menos 35 días. Su pareja, Manuel Gómez (26 años) ha ido 14 días a la aceituna, necesita 21 jornales más para poder renovar la cartilla del REASS (Régimen Especial Agrario de la Seguridad Social).

Son sólo tres ejemplos de cómo las cifras oficiales se convierten en datos personales críticos.

Susana y Manuel hablan del subsidio sólo como la fórmula que les permitiría cubrir prioridades: “pagar la hipoteca, los dos sellos y tendremos que comer” pero lo que de verdad quieren no lo encuentran. “Yo no quiero paro, yo quiero trabajo todos los meses”, advierte Susana. Explica que los suyos no son casos aislados, en su entorno las circunstancias han sido iguales para casi todo el mundo. “No han trabajado ni mi padre ni mi madre, así que no tienen paro ninguno de los dos”.

Para afrontar lo más urgente, sin pensar en las peonadas, rebuscan aceituna. En un día bueno sacan hasta 27 euros por cabeza. En uno malo, que son los habituales, 10 euros por pareja y jornada. A años luz de una buena cosecha, como la pasada, en la que cada uno sumó alrededor de 70 jornales (más de 3 meses de trabajo) y 3.800 euros. “Hasta noventa días de aceituna he llegado a echar yo”, apostilla Paqui.

“Para llevar mujeres, llevo hombres”

La caída de la producción estaba cantada desde el verano y ya preveían un año difícil, pero la crisis económica ha causado otros estragos. Paqui y Susana han escuchado en los patronos, desde que estalló la burbuja, algo que nunca habían oído: “para llevar mujeres, llevo hombres”. Argumentan que no es por la capacidad de trabajo, sino por la mentalidad “mientras que haya hombres parados... no cogen a mujeres”, asegura Paqui “y eso da coraje, porque nosotras también necesitamos los jornales”.

En el caso de Susana y Manuel aún cabe alguna esperanza si se impulsa el plan especial de empleo agrario (conocido como PER especial) que han pedido algunos partidos y sindicatos podrían sumar las peonadas mínimas que son inalcanzables en el ámbito privado. “Los patronos no dan trabajo; muchos tienen las fincas abandonadas pero no dan jornales para mantenerlas”, explica Manuel.

Para Paqui la cuenta atrás ya ha comenzado porque en abril cumple su cartilla y deberá renovarla. Si no ha conseguido trabajo, tendrá que seguir pagando el sello a pesar de no tener subsidio. Ese trámite incluye visitas al Ayuntamiento para “llorarle al alcalde”, sentencia Susana “y contarle media vida: si tienes hipoteca, si no, por qué necesitas los días… Te da hasta vergüenza”.

En pueblos como el suyo, Jódar (Jaén), donde la mayoría de los vecinos trabaja en el campo este año se están dando situaciones inusitadas “la gente está yendo a trabajar por 10 ó 15 euros al día, a destajo, por coger los jornales y no perder la finca para el año que viene. Se aprovechan”, asegura Susana. “¿Estamos o no mendigando?”, pregunta Paqui.

UGT ya ha advertido que se puede producir una “distorsión” entre los jornales acreditados y los realmente trabajados. Según este sindicato esa diferencia está generando “un mercadeo” para reunir las peonadas mínimas.

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