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Un gobierno antipersonas
No sabía el personal que la convención del PP celebrada el pasado fin de semana en la muy laureada ciudad de Valladolid, era un homenaje del partido del gobierno al genial Lewis Carrol, en el 150 aniversario de su Alicia, en el país de las maravillas. Sólo así se puede explicar la galería de despropósitos escuchados y profusamente jaleados en el Concilio Marianista.
Cualquier observador ajeno a la realidad española que asistiera atentamente al cónclave llegaría a la conclusión de que el país del que se habló en Valladolid probablemente fuera el de Alicia (Sánchez Camacho), pero que muy poco o nada tiene que ver con el que viven y padecen los españoles.
Tras dos años de gobierno, Mariano Rajoy, ha demostrado palmariamente, que por mucho que se le llene la boca con su teórica preocupación por la situación en la que viven millones de españoles, todas las medidas adoptadas en su acción de gobierno son contrarias a sus intereses.
No crean que a los dirigentes del PP les traiciona el subconsciente en algunas de sus declaraciones; es que de vez en cuando, expresan sin artificios lingüísticos lo que realmente están haciendo y piensan hacer, que no es otra cosa que una traición imperdonable, a quienes deberían ser su principal preocupación: los ciudadanos.
¿Recuerdan las declaraciones del 18 de enero del inefable González Pons? En ellas, el vicesecretario general del PP afirmaba, sin que se le cayera la cara de vergüenza, que: “Una vez salvada la prima de riesgo, ahora toca rescatar a las personas”. Una declaración de principios de semejante gravedad, no es un lapsus linguae, es sencillamente la expresión de lo que realmente importa en el PP.
El orden de prioridades en este país parece claramente liderado por esa prima, en aras de cuya salvación se pueden inmolar, literalmente, a los españoles sin que nuestros dirigentes tuerzan mínimamente el gesto. A la indecente frase de González Pons, cabría sumar el argumento con el que el Tribunal Constitucional suspendía el decreto antidesahucios de la Junta Andalucía y que no es otro que la vigencia de dicho decreto podría hacer subir la susodicha prima.
Como consecuencia de esa torticera acción de gobierno, los desahucios siguen disparándose a pesar del hipócrita paripé del código de buenas prácticas, mientras los bancos que ponen en la calle a esas personas –con nombres y apellidos-, son los mismos que con una impudicia miserable publicitan sus groseros beneficios, fruto en muchos casos de los millones “regalados” a cambio de esquilmar pensiones, sanidad, educación, dependencia y salarios de los españoles.
Esa acción de gobierno, de la que no se ha hablado en Valladolid, es la que lleva a que uno de cada tres niños de este país se encuentre ya en riesgo de pobreza; la misma que provoca que en España que se produzca la mayor desigualdad salarial de los países de la OCDE, mientras se aplauden augures como los de la CEOE apuntando a que la protección de los derechos de los trabajadores indefinidos se va a ir al carajo, o a los del FMI exigiendo que se vuelvan a recortar unos salarios de miseria, mientras su directora, -entre sesión y sesión de rayos UVA-, cobra más de 300.000 euros anuales.
Con este panorama no es de extrañar que Rajoy se coloque las Google Glass para intentar una visión de la ciencia ficción en la que su Gobierno y adláteres pretenden instalarnos. Como muy bien titulaba ayer el maestro Iñaki Gabilondo, “La convención del PP ha tenido dos objetivos claros: sacar pecho y enviar mensajes internos mientras en la calle le esperaban la Gürtel, la oposición y la gente”.
Que el Concilio Marianista de Valladolid ha estado más cercano a Alicia en el país de las maravillas que a la realidad española, lo demuestra el hecho de que la nunca bien ponderada Sánchez Camacho definiera al execrable ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, como “el ministro más ”querido“ y el más ... ”¡deseado!“. Sólo alguien que vive completamente fuera de la realidad, puede protagonizar semejante insulto a la inteligencia de los ciudadanos, seriamente vapuleada, con la concesión a Lasquetty de una de las más importantes distinciones de Madrid, por ... ”¡Su defensa de los servicios públicos“.
En fin, amables lectores, si alguna vez se encuentran ustedes en un crucero a punto de naufragar cuyo capitán sea Mariano Rajoy, sepan que el grito a la hora de subir a los botes salvavjidas será este: “La prima de riesgo y el déficit primero, los no natos después y las personas al final”.
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