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El Gobierno trilero esfuma a 10.000 refugiados
Quedan menos de tres meses para ese 20 de septiembre en que acabará el plazo de dos años que los países de la Unión Europea se dieron para acoger entre sus 500 millones de habitantes a 160.000 refugiados. La cantidad asumida por el Gobierno de España es de 17.680. Al país han llegado unos 1.300 y en toda la UE el cumplimiento es del 7%. Pero nuestros líderes han dado con la solución, ¿acelerar el proceso? Eso sería demasiado serio, mejor hacer trampas. Y en ello está ya el ministro del Interior español, Juan Ignacio Zoido, que anuncia que “la UE rebajará ostensiblemente la cifra de refugiados que España debe acoger a 7.000 ó 7.500”.
Como en el timo callejero de los trileros: “Nada por aquí, nada por allá ¡y desaparecen 10.000 personas!” ¿Se esfuman sin dejar rastro? ¿O quedan abandonadas en campamentos de Hungría, Grecia, Turquía? Eso es lo de menos.
Inmersos en el ambiente más de tahúres que de seriedad institucional, hago una apuesta segura de ganar: ni siquiera se va a cumplir la acogida de 7.500. No porque sea inasumible, ¡si es menos de una persona por municipio de España! Sino porque supondría acoger a seis veces más refugiados de los que se ha traído en dos años, ¡en tres meses! ¡Julio y agosto, incluidos! Pasamos del timo al chiste.
Zoido, ex alcalde de Sevilla, y descentralizador por la vía práctica de trabajar cuanto puede desde su ciudad, presidió este lunes aquí, en el Archivo de Indias, la reunión de lo que pretenciosamente se llama G-4, ministros del Interior de España, Francia, Marruecos y Portugal. Una cita para tratar “la lucha contra el terrorismo yihadista, el crimen organizado, el narcotráfico y los flujos migratorios”. Totum revolutum, interesado, en el que se mezcla a víctimas y verdugos del terrorismo del ISIS, o el Boko Haram, que financia Arabia Saudí, el gran aliado occidental, primer país visitado por Trump. Y reunión en cuya agenda faltan temas menores, como esa minucia del respeto a los Derechos Humanos, a uno y otro lado del Estrecho:
- Tanto ahí, en Marruecos, donde:
- Como aquí, en España donde, como evidencia el último informe sobre CIES (Centros de Internamiento de Extranjeros) del Servicio Jesuita a Migrantes (SJM) la situación es indigna e indignante por la privación de libertad de quienes no cometen ningún crimen, en sitios que no reúnen las mínimas condiciones y se deporta además a unas 25 personas al día, 9.200 en todo 2016.
A pesar del olvido del tema de fondo, la brutal inequidad a uno y otro lado de la frontera del Mediterráneo -como a sendas orillas de los ríos Grande y Colorado entre México y EEUU-, esa raíz impulsa que las llegadas por el Estrecho a la costa andaluza hayan aumentado un 130% respecto al mismo periodo de 2016.
Nuestros líderes siguen tapándose los ojos frente la realidad de oprobio, la nariz en sus reuniones con nuestros polis malos -marroquíes, turcos, ¡libios!- y desoyendo los susurros de la conciencia que les quede.
Se acerca el día en que se plante Italia, que tras el pacto de la vergüenza UE-Turquía recibe 83.650 de los 97.000 exiliados que han sobrevivido este 2017 al Mediterráneo (frente a los 9.000 llegados a Grecia y los 4.000 de España). El día en que sea incontenible esa África, continente madre, lleno de hombres y mujeres, jóvenes, resistentes, sin nada que perder, torturados en el negocio del tráfico de humanos.
Nuestros representantes, que deberían estar trabajando en afrontar el panorama del modo más humanitario, inteligente y viable siguen arrastrándonos en una suicida huida hacia adelante. En el colmo de los colmos, echando de plenos municipales a ciudadanos -como pasó la semana pasada en Sevilla con miembros de Somos Migrantes- que, al grito de “Bienvenidos refugiados”, sólo exigían lo ya acordado.
Con todo, la ciudadanía activa y comprometida no baja los brazos. La próxima semana arranca una nueva Caravana Abriendo Fronteras, para alumbrar el drama que los trileros nos quieren hurtar. Un reto complejo, eso es obvio. Pero que la negación no resolverá, sino enquistará y agravará.