Pactos sí, pero no

“Me gusta todo de ti, pero tú no”, canta Serrat, como si pensara en los partidos cuando se trata de firmar acuerdos con el rival. Da igual lo positivo de la propuesta: el verdadero problema es estampar tu firma junto a la del enemigo.enemigo

A ver quién encuentra a un dirigente del PP o el PSOE que no cante las bondades de un “pacto de Estado”. De lo que sea. Y ahora, más difícil todavía: a ver quién encuentra a alguno que al final lo haya firmado. Rubalcaba reclama un “gran pacto contra el desempleo”, Rajoy nada menos que un “gran acuerdo contra la corrupción”, Cospedal otro para la “regeneración política”, Paulino Rivero un “gran acuerdo por Canarias”... mientras Griñán plantea un “pacto por Andalucía”. Y eso sólo en lo que llevamos de 2013.

Antes de las últimas elecciones andaluzas, Javier Arenas puso sobre la mesa, casi de una tacada, una veintena de propuestas de pacto. Hasta se ofreció para gobernar en coalición con el PSOE en la Junta. ¡Será por pactos!, pensaría el ladino político andaluz, levantando una ceja.

Al ministro Gabilondo, tan bienintencionado como ingenuo, se le fue toda una legislatura empeñado en que era posible ponerse de acuerdo ¡sobre Educación!- con el PP, el mismo partido que había movilizado a toda su caverna contra la asignatura Educación para la Ciudadanía. También Zapatero planteó grandes pactos -sobre justicia, política energética, contra la crisis e incluso contra el terrorismo internacional-, y Rajoy respondió con otra andanada: por la unidad de España, el sistema autonómico, las administraciones públicas, la política exterior… Todos acapararon grandes titulares, pero ¿se firmó alguno?

Para ser justos, en los últimos tiempos PSOE y PP sí han alcanzado un manojito de acuerdos: para renovar el Tribunal Constitucional, crear el fondo de rescate de los bancos (FROB), reformar las cajas de ahorros o introducir en la Constitución un corsé para el déficit público. Pero no creo que los ciudadanos estén pensando precisamente en estos temas cuando piden a los dos grandes partidos que hagan frente común ante la crisis económica.

El presidente Griñán hace bien en plantear un gran “pacto por Andalucía”. Estamos en situación de emergencia y hacen falta medidas valientes y con el mayor consenso posible: para proteger los servicios públicos, reactivar el empleo y sanear la confianza de los ciudadanos en las instituciones y en la política.

Sin embargo, estamos viendo cómo en sus primeros compases, la melodía de la negociación empieza ya a desafinar. La mesa de partidos del pacto andaluz sólo ha celebrado una reunión, suficiente para que Zoido lleve ya días hablando de acuerdo “vacío”, concebido para tensar la cuerda de la confrontación con el Gobierno. En el PSOE, mientras, tampoco ocultan su desconfianza hacia la oposición y ponen a punto su armamento dialéctico en caso de ruptura.

En términos de estrategia política, para los socialistas éste es un claro ejemplo de 'win-win situation',win-win situation en palabras de uno de los personajes de la película 'Los idus de marzo', el astuto jefe de campaña encarnado por Paul Giamatti. Si el PP acepta el acuerdo, el PSOE gana. Y si lo rechaza, también. Podrán acusar a la oposición de dar la espalda a Andalucía y la menguante estrella de Zoido se debilitará aún más. Recordemos lo que pasó con la reforma del Estatuto. Primero, los populares votaron en contra en el Parlamento andaluz, con un fuerte desgaste público. Zas. Después, tuvieron que dar marcha atrás y votar a favor en el Congreso. Zas-zas.

El Gobierno andaluz no tiene prisa. Ha planteado un proceso lento, “de abajo a arriba”, empezando por recopilar las propuestas ciudadanas en la página web creada al efecto. Sin recursos para inversiones de relumbrón (casi no hay dinero ni para el día a día), este improbable acuerdo parece llamado a ser el gran argumento político de la legislatura.

Pero que no se enreden. Los ciudadanos han oído hablar demasiadas veces de pactos sin que al final llegaran a nada. El hastío hacia la política se rumia cada vez menos en silencio. En la última encuesta del Egopa, una abrumadora mayoría de andaluces se muestra insatisfecho con el funcionamiento de la democracia y no se identifica con ningún partido. Todos los líderes políticos reciben un suspenso. La abstención roza ya la mayoría absoluta.

Quienes nos representan tienen una gran responsabilidad. Aquéllos que creen que lo tienen todo ganado con este pacto, y también los que recelan porque no ven su beneficio por ningún lado. Va a ser difícil que se pongan de acuerdo, pero sería estupendo que, por una vez, fueran capaces de apagar las calculadoras. Sería estupendo que, para variar, ganáramos nosotros.