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¿Quién teme a la asamblea ciudadana?

Esteban de Manuel, Candidato por Equo al Parlamento Andaluz en las elecciones del 25M de 2012

La portada nacional de eldiario.es se ha hecho eco de la iniciativa constituyente de una asamblea ciudadana, en Sevilla, con vocación de extenderse en red por todo el territorio andaluz y estatal, para dar un paso adelante desde la protesta en las calles hacia la creación de una mayoría social capaz de impulsar el reinicio de la democracia en España y cambiar el rumbo de las políticas de salida de la crisis, a partir de un programa de mínimos elaborado de forma participativa y que aglutine a esa mayoría social.

La noticia ha sido ampliamente comentada por las lectoras y lectores, quiénes se manifiestan entre la esperanza y el escepticismo. Como uno de los promotores de la iniciativa, a título personal como el resto de los promotores, voy a defender aquí su imperiosa necesidad, y al mismo tiempo la enorme responsabilidad que tenemos como sociedad de aglutinar la inteligencia colectiva necesaria para consolidarla, hacerla crecer y extenderla hasta conseguir lograr los objetivos que nos marquemos.

¿Por qué pienso que es de imperiosa y urgente necesidad? Porque la crisis económica, política, social y ambiental es tan devastadora sobre nuestras pequeñas y medianas empresas, y tiene efectos tan dramáticos para la sociedad, con unos niveles de paro tan insoportables, porque provoca desahucios en masa, amparados por una ley hipotecaria diseñada contra la gente y en beneficio exclusivo de los bancos, y porque provoca una falta absoluta de expectativas para nuestra juventud en nuestro territorio. Porque está corrompiendo y de forma tan peligrosa los fundamentos de la democracia, a través del chantaje de elegir entre unos corruptos u otros, entre que nos gobiernen “los gatos negros o los blancos” para que todo siga igual, con gobiernos que usan el poder de las urnas tomando medidas en beneficio del poder financiero, de las grandes fortunas y de las empresas multinacionales en perjuicio de las pequeñas y medianas empresas y del conjunto de la sociedad.

Porque es verdad que no nos representan: representan los intereses de la minoría que acumula el mayor poder económico. Y porque carecemos de medios para evitarlo, atrapados en el juego del bipartidismo, con un ley electoral diseñada precisamente para atraparnos en ese bipartidismo funcional al poder. Y porque sólo podremos romper ese juego desde la construcción de una candidatura ciudadana aglutinadora de todas las fuerzas transformadoras.

Porque nuestra constitución se cuidó mucho de negarnos la posibilidad de referendos vinculantes para aprobar todas las leyes importantes, como en Suiza. Porque nos imponen reformas de la constitución pactadas entre dos y cuyas consecuencias pagamos todas y todos. Y porque carecemos de la posibilidad de la revocación de gobiernos que, como este o el anterior, perdieron toda legitimidad en el momento en que rompieron el contrato con sus votantes y empezaron a aplicar el programa de gobierno de los bancos y la multinacionales contra la gente.

Porque, aunque apenas se hable de ello en política, se está alterando de forma tan acelerada nuestro clima y estamos acabando tan aceleradamente con los recursos no renovables de nuestro planeta, que sin un cambio de rumbo inmediato vamos al desastre.

Ante una situación de emergencia de tal naturaleza, o reconstruimos la polis, o damos todas y todos un paso adelante para impulsar un proceso constituyente, desde el convencimiento de que el futuro lo podemos escribir entre todas y todos, o vamos irrevocablemente al desastre, con un riesgo cierto de descomposición social, de emergencia del fascismo con potencia, como en Grecia, y con la posibilidad, impensable hasta hace poco, de que el capitalismo resuelva la crisis por la vía de la guerra a gran escala, como ha hecho en el pasado.

Ante una situación así, sólo impulsando un proceso constituyente podremos tomar, como sociedad, las riendas de la salida de la crisis. Y este objetivo es tan amplio que supera la lógica y los tiempos del juego electoral entre partidos que compiten por el voto. Debe ser una iniciativa más amplia que una coalición de partidos y además, y esta es mi apuesta, sólo tendrá éxito si es liderada por la ciudadanía.

También es cierto que sólo será posible si es respaldada por todas las organizaciones sociales y políticas que comparten la visión de que el proceso constituyente es necesario y de que la salida de la crisis tiene que hacer girar 180º las políticas neoliberales impuestas por conservadores, liberales y socialdemócratas a nivel europeo. Hay que romper con el neoliberalismo y no podemos esperar que lo hagan las burocracias que dominan estos partidos y las instituciones europeas.

¿Qué objetivos deben tener estas asambleas ciudadanas? Iniciar el proceso constituyente, tanto en España como en Europa, creando un poder ciudadano que contrapese el enorme poder que acumula el poder económico con sus medios de comunicación, sus instituciones financieras y los aparatos de los partidos que le hacen el juego. Y para ello será preciso combinar la insumisión, la resistencia en las calles y los centros de trabajo, con la creación de una alternativa electoral de emergencia. Una alternativa capaz de aglutinar a la mayoría social hasta culminar el proceso constituyente, creando mecanismos permanentes de poder ciudadano y poniendo los cimientos para un cambio de políticas que inicien la transición económica, cultural, social y ambiental que necesitamos para salir de la crisis.

¿En qué escalas y en qué tiempos? Los cambios importantes, los de largo plazo, sólo se pueden resolver desde la escala local, con pensamiento global, como nos enseña la ecología política. Es en la escala local dónde se pueden sentar las bases de una democracia realmente participativa, reducir la huella ecológica, relocalizar la economía para crear empleo y gestionar la política de vivienda social que necesitamos. Y hay que empezarlos ya, impulsando iniciativas locales de transición desde estas asambleas ciudadanas.

Los cambios urgentes son, sin embargo, de escala estatal y europea y para afrontarlos es preciso coordinar en red las asambleas ciudadanas de ámbito local, a nivel estatal y europeo. Necesitamos otra Europa, con poder ciudadano dónde hoy hay poder del Banco Central Europeo. Necesitamos un proceso constituyente a nivel europeo para construir la Europa de los ciudadanos y las ciudadanas. La Europa actual no nos sirve, es dañina, justifica el austericidio y las privatizaciones de servicios públicos, teme a los refrendos populares, teme a la gente porque le puede disputar el poder. Y necesitamos otro marco constitucional. En España están surgiendo iniciativas para construir una verdadera democracia, la más moderna de Europa. Se da la paradoja de que tenemos los recursos fundamentales pare salir de la crisis: tenemos las ideas, tenemos la energía del sol y del viento y la tecnologías que sustentarán la nueva economía. Nos falta tener el poder para llevarlas a cabo. Y nos falta el poder para exigir responsabilidades políticas, económicas y penales a los responsables de la crisis que padecemos.

¿Seremos capaces de ponernos de acuerdo para ello, dejando en segundo plano los intereses personales y de nuestras organizaciones? ¿Seremos capaces de poner en juego la indudable inteligencia colectiva que atesoramos? Cualquier proyecto que nace tiene en potencia la posibilidad de conseguirlo, si nos lo creemos, si no nos mantenemos como espectadores, si ponemos lo mejor de nosotras y nosotros mismos para llevarlo a buen término.

¿Quién puede temer una iniciativa así? Evidentemente el poder, grande o pequeño. El miedo a perderlo. ¿Quién puede tener esperanza en un proyecto así? Quienes teniendo sólo el poder de sus personas están dispuestos a tomar las riendas de su futuro

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