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El resbalón de Gallardón

El ministro de Justicia, durante la sesión de control al Gobierno / EFE.

Miguel Lorente

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El ministro de Justicia, Alberto Ruíz Gallardón, pensaba que iba a salir bajo palio y ha salido bajo los palos que su propio partido le está dando.

Su reforma de la ley del aborto planteaba que dejara de ser una “ley de plazos” y se ha convertido en una ley de “a plazos”; al menos esa es la sensación que transmite el propio Gobierno y sus autonomías al ir entregando de forma paulatina sus comentarios críticos con el anteproyecto, y al haber aplazado una y otra vez su llegada al Parlamento y, parece ser, que su salida también.

Las últimas informaciones hablan de que el Gobierno propone su debate para después de las elecciones europeas, algo que demuestra que los objetivos que plantea giran más alrededor de las ideas que del embrión, y que los que se definen como “provida” parece que en verdad son “pro-buena-vida”. De lo contrario no se entiende muy bien cómo si de lo que se trata, como repiten hasta la saciedad, es de defender al embrión frente a las madres asesinas y egoístas que dejan fuera de toda decisión al padre, han tardado tanto en presentar su propuesta, y una vez hecha dilatan aún más el proceso a costa de “vidas inocentes” con la excusa del desgaste que puedan sufrir en las elecciones europeas.

No parece que las causas de ese retraso sea la sesuda e imaginativa propuesta que han hecho ni su difícil materialización normativa, pues en verdad es un “corta, recorta y pega” de la ley del 85, es decir, lo mismo pero aún más recortado. Todo indica, pues, que lo que pretende el Gobierno es no perder muchos votos por un tema ideológico que no pueden situar en la herencia de Zapatero ni culpar a la crisis de él, que ha sido su monótono argumento ante cualquier crítica hacia sus políticas.

Por eso el Gobierno está nervioso, tanto que hasta su Presidente de vez en cuando dice algo sobre la cuestión en lugar de envolverla en el silencio, como hace cuando lo tiene claro. Y por ello su ministro responsable, Gallardón, está tan de los nervios que hasta ha utilizado la teoría de la “pendiente resbaladiza” en el Parlamento para no responder a las cuestiones que se le plantean. Todo un señor Ministro, además de Justicia, con su experiencia política y con sus oposiciones de Fiscal, no tiene más argumento que decir que si se admite la interrupción del embarazo por graves malformaciones en el feto, quién garantiza que bajo esa misma idea no se lleven a cabo homicidios de personas con ese tipo de malformaciones.

Una barbaridad sí, y además, como en todo este juego falaz y dicotómico de “pro-vida” y “pro-muerte” en el que quieren situar el debate, intentando trasmitir el mensaje de que “nosotros somos los buenos” y el resto “unas asesinas dispuestas a todo con tal de vivir la dolce vita a través de las muertes de los pobres niños”. Poco serio y poco ético.

Quizás no sepa el Ministro que la “teoría de la pendiente resbaladiza” es el argumento sencillo que se utiliza en el debate ético ante cualquier tema, y que se hace no para discutir sobre él, sino para evitarlo. Por ejemplo, cuando se discutía bajar la mayoría de edad a los 18 años hubo quien dijo que era una barbaridad, y que si se empezaba por ahí quién nos iba a decir que no se plantearía después bajarlo a los 16 y más adelante a los 14… Y cuando se propone investigar con células madre, rápidamente saltan y dicen que se empieza con las células y se termina clonando seres humanos para los fines más espurios.

Se trata de presentar una decisión concreta sobre unas circunstancias específicas como la puerta de entrada al caos. Un caos amenazante que busca que la gente rechace esa iniciativa y se quede con lo que tiene en ese momento. O sea, la teoría del “que me quede como estoy” o “del más vale malo conocido…” tan conservadoras ellas.

Gallardón ha tenido un resbalón con su reforma y no debe culpar a nadie de él. La verdadera pendiente resbaladiza está en el camino que inició en contra de todo y de todos. Quizás sea la bendita agua que ha caído estos días sobre esa pendiente la que le hace resbalar, pero un Ministro (y un Gobierno) debería levantarse y preocuparse más de bajar a la calle que de subir a los altares.

La reforma de la Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de Interrupción Voluntaria del Embarazo es una pieza más de las referencias ideológicas que quieren imponer a la sociedad, para que lo que entienden como una deriva irracional e inadmisible vuelva a su redil. Y para ello las mujeres han de regresar al hogar, y han de hacerlo como esposas y madres, pues es una forma de retenerlas en él bajo el sometimiento del marido, y evitar las interferencias que, a su entender, se han producido en la sociedad.

El afán por convencer es tanto, que hasta en la memoria que acompaña al anteproyecto han justificado la reforma sobre la rentabilidad económica… ¿Pero no insisten en que la persona es un fin en sí misma y no un medio?, ¿es que ahora la modificación del aborto forma parte de la reforma laboral?

Nada es casual, todo eso ocurre porque hay quienes ven el progreso y la libertad como una “pendiente resbaladiza” en sí misma.

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