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El ruido del baloncesto  

El Torneo de Baloncesto Costa del Sol arranca este jueves en Archidona con el partido Unicaja-Alba Berlín

Lourdes Lucio

Marta tiene 13 años y juega en un equipo cadete del Club Málaga Basket. Entrena en el colegio Félix Revello de Toro, sancionado por una infracción muy grave por el Ayuntamiento de Málaga con 12.001 euros por exceso de ruido.

¿Qué ruido? El del bote de la pelota, el de la celebración ante una buena canasta, el de las palmas de ánimo a las compañeras, el del silbato, el del grito cuando se acierta desde la línea de tres, el del ¡vamos, vamos! para hacer una buena defensa. Es un ruido exterior, pero no menor al del ruido insonoro del cosquilleo nervioso del estómago cuando se juega un partido de baloncesto. “Es un ruido que es vida”, sostiene Nacho Barberá, presidente del Club Deportivo Puerta Oscura, que entrena en el instituto del mismo nombre, apercibido con una multa por encestar.

-No hacemos ruido, afirma rotunda Marta.

Ella asistirá el próximo 16 de diciembre a la manifestación convocada por los clubes y la delegación de Málaga de la Federación Andaluza de Baloncesto (FAB) por los impedimentos para practicar deporte en los centros docentes públicos. Se trata de una insólita decisión con la que abrieron sus ediciones del pasado 5 de diciembre los tres periódicos de la ciudad. También han decidido suspender los partidos programados ese fin de semana, alrededor de 300.

La afición al baloncesto en Málaga no es comparable a la de otras ciudades. Hay 10.000 jóvenes con licencia y hay 10.000 más que juegan en otras competiciones no federadas, según Ricardo Bandrés, delegado en Málaga y vicepresidente de la FAB. Esa es la realidad y el dato que hay que tener muy en cuenta para no subestimar una situación que está sobrepasando a los políticos locales y autonómicos, enfrascados en una discusión incomprensible, ridícula y surrealista y con más decibelios que los del bote de la pelota.

La situación viene de antiguo precisamente por la enorme afición que existe al baloncesto en Málaga, una ciudad con cerca de 3.000 horas de luz al año y una temperatura media de casi 19 grados. No todos los clubes disponen de instalaciones para entrenar, ni existen campos municipales suficientes para acoger tanta demanda. Muchos se ven obligados a entrenar en las canchas de los colegios e institutos públicos, rodeadas en algunos casos de bloques de viviendas. Las primeras denuncias de los vecinos se producen en 2014 y allí van los policías locales a medir el ruido. En dos casos, superan en 15 los 60 decibelios permitidos.

Los procedimientos abiertos han desembocado en sanciones de 12.001 euros a los colegios Lex Flavia Malacitana y Félix Revello de Toro, comunicadas a finales de la semana pasada. Han llegado en el momento menos oportuno, cuando el Ayuntamiento de Málaga y la Delegación de Educación de la Junta de Andalucía estaban a punto de firmar un convenio para regular los horarios de las actividades extraescolares para ampliarlos hasta las 22.00 horas, además de acometer proyectos de insonorización de las instalaciones deportivas.

El alcalde de Málaga, Francisco de la Torre (PP), habló el martes pasado de “crear un clima de tranquilidad procesal para poder firmar el convenio y sacarlo adelante”, después de conversar con la delegada de Educación de la Junta en Málaga, Patricia Alba (PSOE). La Junta pidió en junio pasado al Ayuntamiento el mismo tratamiento para el deporte base que el que reciben las bandas de Semana Santa que tienen “dispensa acústica”. El Gobierno local modificó en 2011 el artículo 41 de la Ordenanza de Ruidos y Vibraciones “para contemplar el hecho singular de las bandas de música, bandas de cornetas y tambores y agrupaciones musicales de la ciudad de Málaga”.

El mundo del deporte, el mundo en general y el mundo mundial no entienden este esperpento. David Rodríguez es entrenador del club Adesa Baloncesto, que entrena en el sancionado Lex Flavia, donde se han suspendido todas las actividades deportivas a partir de las dos de la tarde: “Se hace muy poco ruido y sólo en momentos puntuales. Tenemos un buen clima en Málaga y los padres están encantados de que los chavales estén entrenando y no solos en la calle. Los chicos se enfadan. No entienden que estén haciendo ningún mal, cuando a todas horas les dicen que el deporte es bueno”.

José Pérez, del Club Málaga Basket, entrena en el Revello de Toro, el otro colegio multado. Califica la situación de “surrealista” y reclama que se haga otra medición de ruido, porque la que se hizo en 2014 fue durante la celebración de un torneo en el que participaban ocho equipos, un hecho no habitual.

Nacho Barberá del Club Deportivo Puerta Oscura asegura vivir una “pesadilla”. “Llevamos dos años de reunión en reunión, de puerta en puerta, de una pesadilla continua, cuando lo que estamos hablando es del derecho de los niños a hacer deporte”. Barberá vivió el pasado viernes 24 de noviembre un momento bien extraño, cuando la Policía Local “levantó acta” del ruido de  un partido de mini basket entre los equipos Puerta Oscura y Asunción… ¡ de niños de 5 y 6 años! “Lo mires por donde lo mires no tiene ningún sentido, cuando lo importante son los niños”.

La rocambolesca situación ha generado campañas en las redes con el hastag #prohibidoEncestar y #SinBotesNoHayParaíso a las que se han sumado los entrenadores Sergio ScarioloJavier Imbroda y jugadores como Rudy Fernández, Francis Alonso o Adam Waczynski, entre otros.

Hay pocas ciudades con una identificación tan grande con su equipo de baloncesto como existe en Málaga. Las 11.300 localidades del Palacio de Deportes Martín Carpena se llenan cada vez que juega el Unicaja. Es imposible que el Ayuntamiento desconozca esta realidad, cuando patrocina con un millón de euros al Málaga Club de Fútbol, al que ha cedido unos preciosos terrenos en Arraijanal para una ciudad deportiva. Pero lo que sí va a ser posible es que mientras llega o no la dispensa acústica a modo de graciosa bula y “la tranquilidad procesal” a la que apela el alcalde, los baloncestistas malagueños están dispuestos a acudir el sábado 16 con sus balones a las puertas del Ayuntamiento. Se oirá el ruido de la vida.

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