Si los hombres abortaran y necesitaran mamografías

Seguro que conocen aquel célebre texto de Gloria Steinem, “Si los hombres menstruaran”. Las compresas y tampones estarían subvencionados, la menstruación sería un distintivo de honor masculino, la prueba, de hecho, de que solo los hombres están capacitados para engrosar ejércitos y derramar sangre por las más nobles ideas. Es más, la ausencia en las mujeres de la menstruación, ese ciclo regulado por el planeta Marte, revelaría su pusilanimidad y, desde luego, en términos religiosos, las convertiría en poco menos que unas apestadas, al no gozar de una purificación mensual. Por supuesto, la abundancia de la regla sería tema del que alardear entre varones. Hoy día, podemos añadir, los hombres disfrutaríamos desde hace décadas de permisos laborales por reglas demasiado dolorosas, y nadie habría salido a criticar esa medida.

También estoy seguro de que más de una y de uno ha recordado ese texto a lo largo de los últimos días. Ahora sabemos que el desmantelamiento de la sanidad andaluza, que de manera tan consciente y constante ha ejecutado el gobierno de Bonilla, como puntualmente ha denunciado este diario, está afectando de forma más acusada a las mujeres. No me cabe duda de que el escándalo con las mamografías de mentira que en estos años han dejado sin diagnóstico a miles de mujeres (aún no sabemos a cuántas miles, pero la cifra no deja de crecer a marchas forzadas) jamás se habría dado si ese cáncer atacara principalmente a hombres. Como se suele decir, no tengo pruebas, pero tampoco dudas: los cribados para hombres serían de los pocos servicios que aún funcionarían con razonable eficacia en la sanidad pública. Moreno Bonilla, si se me permite el chiste, sacaría pecho con ello.

¿Alguna Comunidad Autónoma se atrevería a mandar a “abortar a otra parte” a los hombres si fuéramos nosotros quienes sufriéramos embarazos no deseados? Al fin y al cabo, por seguir con Steinem, si los hombres menstruáramos nos convenceríamos de que atesoramos el don de conectarnos con los ciclos de la luna y la naturaleza. En suma, agrego yo, solo nosotros sabríamos lo que conviene a nuestro cuerpo, por ejemplo si llevar a término o no un embarazo. Por si quedaran sospechas, ese derecho estaría recogido en la Constitución desde su propia redacción. Con toda certeza, como también decía Steinem, “Las mujeres tradicionales [...] estarían todas de acuerdo con todos los argumentos [de superioridad masculina], aceptándolos con tenaz y sonriente masoquismo”: exacto, como la trumpista de la Comunidad de Madrid.

No se puede decir más con menos, pero por si acaso, nos lo vuelven a recordar miles de falsos cribados por posible cáncer de mamá y Comunidades sin apenas abortos en la sanidad pública. Ay, si los hombres menstruáramos

Imagínense las risas que nos echaríamos todos los hombres cuando algunas mujeres se inventaran fantasiosos síndromes posaborto para intentar restringir la libertad sobre nuestro propio cuerpo. Humoristas de todos los signos tendrían una buena batería de chistes para ridiculizar esas posturas.

Lo hemos oído en multitud de manifestaciones, lo vemos a diario con los delirios de la machosfera y lo comprobamos, una vez más, cuando los neoliberales llegan al poder y se apresuran a desmantelar la sanidad pública, entre otros servicios, e intentar gobernar los cuerpos de las mujeres: “Patriarcado y capital, alianza criminal”.

No se puede decir más con menos, pero por si acaso, nos lo vuelven a recordar miles de falsos cribados por posible cáncer de mamá y Comunidades sin apenas abortos en la sanidad pública. Ay, si los hombres menstruáramos.