Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
Sobre este blog

Desdeelsur es un espacio de expresión de opinión sobre y desde Andalucía. Un depósito de ideas para compartir y de reflexiones en las que participar

Si yo tuviera una escoba

El presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden.

18

Y sigue la canción de Los Sirex. Me divertía y me divierto mucho con la sorna de Borges con las clasificaciones humanas; aquella “cierta enciclopedia china”, su desorden y el orden. Me pregunto si incluiría entre sus sabios desvaríos otra de la necesidades del humano: las marcas. Marcar porque no encuentro un derivado verbal de récord. Quizá sea que las marcas son buenas para pensar o precisamente lo contrario, que acudamos a las marcas para no tener que pensar y, de camino, contribuir a que la espesura lo nuble todo.

Un viejo amigo me dijo una vez que este es de los momentos peor pagados para un periodista porque tiene que tener escritas dos columnas: una, por si gana uno; otra, por si el otro. En esas andamos y en la manía humana oscurecedora de las marcas.

Estamos muy felices, yo, al menos; el caimán se ha ido y no le deseo que nade para Barranquilla. Fin de un período negro de la historia reciente de EEUU y sus súbditos, forzosos o mentalmente disponibles. Comienzo, espero, de una concatenación de acontecimientos que deje débil a la sindemia del populismo fascista, hábilmente camuflado de ultraderechismo institucional, parasitario de las instituciones democráticas.

Y, sin embargo, vamos con las marcas. Kamala Harris es la primera mujer vicepresidenta de los EEUU. Tercia una señora: y afroamericana; y otra: pero asiaticoafroamericana porque su mamá es india. ¿Pero de qué tribu? De la India, de Ghandi. ¡Ah! Aprovecho para recordar que la primera mujer afroamericana secretaria de Estado, con Bush, fue Condolezza Rice. Aún nos acordamos algunos de ella y de su crueldad en Irak. Discutí con una amiga estadounidense que Obama fuera negro. En todo caso, mulato, de madre blanca lechosa, con perdón. Pero nada, para ellos negro zaíno. El español es mucho más rico en los matices de mestizaje. La Corona clasificaba mejor. Una clasificación caprichosa más, en cualquier caso, querido Jorge Luis.

Joe Biden es el presidente más votado en sufragios populares, ha conseguido una de las participaciones más altas en 100 años. Ha conseguido que Trump pierda la reelección, cosa que apenas ha ocurrido antes.

El presidente electo le ha quitado a Kennedy la exclusiva de ser el único presidente católico ante tanto protestante; ahí también está otra marca, religiosa, aunque se desconoce que entre los primeros presidentes hubo deistas. No siempre los EEUU han sido tan religiosos ni ha importando tanto serlo. Han degenerado. También dicen que es el de más edad.

Otra reflexión estadística dice que la mitad de los estadounidenses ha perdido. Nada extraordinario, como siempre. Como más de la mitad perdió con Hillary Clinton, por no remontarnos a Al Gore y a la historia. En EEUU siempre pierde la mitad electoral, fruto de su bipartidismo adaptado al ideario de los EEUU desde su fundación. Gana una mitad, con una cierta alternancia, para que la otra mitad apoye a lo mismo. Con matices, claro, pero el poder es el poder, sobre todo en el imperio.

No sabemos cuándo va a haber presidente de verdad si hay intervención judicial. Y, otra vez, la Florida y su impasse con Al Gore... En 1876, los estadounidenses tuvieron que esperar nada menos que cuatro meses. Marcas y más marcas.

Entonces surge la figura del gran maestro orgánico de la política española –no organista– Pío Cabanillas: ¿quiénes hemos ganado? Pues lo tengo claro: Biden, Sanders, los demócratas, antifascistas, antipopulistas, la izquierda, los liberales, el centro, los moderados, las mujeres, los negros, los asiáticos, católicos, la UE... y, por supuesto, todos los que estaban al liquindoi a ver quién ganaba. Entre otros, la llamada clase política, loca antaño por un apretón de garras del matón de discoteca, pero rico.

Así son las cosas, las clasificaciones y las marcas no nos van a dejar ver nada más. Por supuesto que qué bueno es que se vaya un déspota, fascista si el sistema americano lo permitiese o se dejara violentar. Pero el trumpismo no son las masas de blancos marginales de los Estados profundos de la Unión, ellos son la clá que aplaude y vota cabreada. El verdadero trumpismo está en la misma esencia del poder de la primera potencia mundial, hasta ahora. Y es el espejo de sus súbditos mentales ultramarinos y asociados a la metrópolis.

Pero será difícil, si no imposible, que los cambios sean como algunos soñamos. James Madison, padre fundador y presidente de los EEUU, en los momentos constituyentes ya dejó establecido el cemento del país: “proteger a la minoría de los opulentos frente a la mayoría”. Es decir, una sociedad plutocrática. Con el tiempo, amargamente reconoció que la bondad espontánea no era propia de los ricos. Trump, aunque pato cojo, está en la línea del primer Madison, como los EEUU que representa, y no tenía previsto llegar a la misma conclusión tardía de Madison.

Estoy ilusionado en ver qué pasa una vez desaparecido el humo de los cohetes. La misma ilusión que tuve con Barak Obama. Después de ocho años de mandato, con Biden, me quedé con las ganas de que se acabara con el bloqueo de Cuba, se pusiera fin al limbo jurídico de Guantánamo, de que se fueran liquidando todas las guerras y los golpes de Estado no fueran la medicina del imperio contra los disidentes.

Espero no tener que acordarme del Romancero Gitano. Ay, García Lorca: “Aquí pasó lo de siempre. Han muerto cuatro romanos y cinco cartagineses”.

Sobre este blog

Desdeelsur es un espacio de expresión de opinión sobre y desde Andalucía. Un depósito de ideas para compartir y de reflexiones en las que participar

Etiquetas
stats