Trabajólicos anónimos

“Pobrecito mi patrón, piensa que el pobre soy yo”, canta la gente excedente a las puertas del pasado. El patrón anda demasiado ocupado descapitalizando la empresa familiar para volver a empezar de cero coma cero, de ahí los tropecientos millones asignados a la cúpula del Puedo y No Quiero, pongamos medio kilo bien despachado al año, luego se lloran las ganancias y a otra cosa. Yo que usted tendría cuidado al abrir la cesta de navidad.

Se agradecería, ya que estamos, que los amos de la palabra no mentasen tantas veces el futuro, vamos a dejar de hablar del futuro. Hay trampa. Paraíso ahora.

El fondo de reserva emocional del atónito personal no da más de sí, saquen fuerzas de flaqueza moral, pasen del cofidís, escriban sus conclusiones en las paredes, los muros, las servilletas, los cuadernos de caligrafía vital, viva el presente, que nos bailen lo quitao.

Como dijo el célebre cocainómano que citan en todos los chistes crueles: “Vamos al gramo”. Cincuenta por ciento de abstención juvenil, cincuenta por ciento de paro juvenil, reza la encuesta de la semana fantástica del paripé. Cabreo sintomático y estéril entre la muchachada, yo paso de la frontera, dame quince eme que quiero morir, no se admiten más líderes, se reinventan trolas, minuto y resultado. Empate a nada en Isla Desierta. El árbitro se acoge a la quinta enmienda, si usted cree que esto no tiene arreglo, pulse cinco.

No hablen más del futuro. No cuela. No impongan más leyes a golpe de telediario. La ley de inseguridad ciudadana invita a hacerse el muerto, boca arriba, con el carné de mediocridad en la boca. Nos pueden robar, también asesinar, pero cachear a la vera del carrefú no encaja, vaya manera de hacer caja, metiendo mano a los ex consumidores pa ver si llevan algo suelto o agarrao. Levante las manos, saque todo de sus bolsillos, la cadena, el reloj, el vodafone, la calderilla, la foto de su perro Tomás, las botas de cuero, la dignidad.

Todo esto nos recuerda el Mundial, oh, el Mundial, como a Rajoy ante la tumba de Mandela, qué detalle el tío, acordarse de Iniesta, el único que ha ganado algo en estos años, y de Pujol, gran defensor de los derechos humanos. Oh, el Mundial al rescate de los bajos instintos, nos tocaron los países bajos en el sorteo. Un sorteo amañao por los cariocas pa que Expaña no salga adelante. Viejo truco el de calentar las bolas del bombo cuatro. Sin ir más lejos, nuestros cuatreros de cabecera llevan tela de tiempo calentándonos las bolas, manoseándonos las partes en cada decisión injusta, en cada salida de tono, en cada bajada de pantalones, y aquí no pasa ná, salvo las noches de fútbol, claro.

Pronto, a medida que las encuestas se pronuncien en contramano y crezca la melancolía, habrá que ponerse en la piel del pobrecito trabajador, el trabajólico anónimo, minoría silenciosa, víctima propiciatoria, paganini del mangoneo consentido, el votante atribulado. Los trabajólicos anónimos lo están pasando francamente, realmente mal. Zancadillas, pérdida de derechos, miedo, incertidumbre. ¡El futuro! En el futuro, que ya es pasado, los excedentes, los abstencionistas, en cambio, tendrán tiempo, y el tiempo, de momento, es libre.