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La eclosión de partidos políticos locales o cómo distinguir el grano de la paja

Elecciones andaluzas 2015. / J.M.B.

Juan Miguel Baquero

“Esta eclosión no es la primera vez que aparece en España y tiene que ver con el desprestigio de la política y la corrupción, con la situación social y económica. Está todo muy vinculado”, dice sobre la proliferación de partidos políticos de corte ciudadano el profesor de Filosofía del Derecho y Política de la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla), Rafael Rodríguez. Un brote participativo que sólo en la provincia sevillana deja más de 100 candidaturas diferentes por las 39 que hubo en el año 2011.

No es la primera vez. Y subraya la idea porque “una circunstancia semejante se dio en los años 90 cuando en un escenario de crisis se descubren los casos de corrupción del PSOE”. Relata conocidos episodios de la oscura y reciente trastienda histórica española: Filesa, Juan Guerra… Apropiación indebida de recursos públicos por parte de responsables políticos. Financiación ilegal de fuerzas afianzadas en el adjetivado como ejemplar periodo de transición de la dictadura a la democracia.

Ahí, en el siglo pasado, “se da esa eclosión de partidos localistas”. Caso del GIL en Marbella (Málaga), un experimento que el empresario y presidente futbolístico Jesús Gil y Gil expandió “a otros municipios”. Al calor de la burbuja inmobiliaria, avisa el profesor universitario. “Mucha gente entró ahí para sacar una pasta increíble. Para usar la concejalía de Urbanismo”, subraya.

Como pudiera ocurrir ahora, cuando las tramas corruptas las pone el PP de manera masiva: “hay gente que realmente quiere hacer algo por su municipio y otros que pretenden aprovechar la coyuntura para tocar poder local. Como en los años 90”. Habrá que discernir la paja de las “fuerzas” que buscan rédito particular, del grano que aportarían proyectos de “muchos colectivos que quieren presentarse a las elecciones” con el objetivo del bien común. “Hay que tener en cuenta la cantidad de sinvergüenzas que intentarán entrar, por simplificar, de concejal de Urbanismo”.

Un “nuevo municipalismo” para la transformación social

Esa “diversidad de casos” presenta ejemplos “claros” de una u otra deriva. Aunque será después de la cita electoral del 24M, con la conformación y el trabajo de los gobiernos, cuando las intenciones se plasmen en los plenarios municipales. “Pero lo cierto es que hay un hartazgo de los partidos tradicionales y que la profesión de político está desprestigiada, es evidente”, resume Rafael Rodríguez.

La ciudadanía “abandona” esas apuestas políticas “y crea otras, porque no quieren que se les asimile con esos partidos”. Un rechazo más vivo en el ámbito local, donde el rostro del candidato y postulante a alcalde es “más visible”. Y parte con una pretendida posición más cercana al votante.

La corrupción es, de nuevo, el mal. El paradigma de “la decepción de la gente” por la política y el germen, por tanto, de que las miradas se vuelvan hacia flamantes “partidos localistas”. Nuevas “plataformas” que intentan “no mancharse con el desprestigio que las grandes siglas tienen en la actualidad”.

“Hay gente que habla de un nuevo municipalismo –continúa el profesor de la UPO–, de una transformación social que parte de lo local. Y existen buenos proyectos, como Barcelona en Comú o el que ya funciona en Torrelodones (Madrid)”. Con un par de matices: “a veces se tiende al romanticismo” y “transformarlo todo será muy difícil si no hay interrelación con los otros planos gubernamentales autonómico y estatal”.

“Medidas cosméticas” no sirven “para nada”

¿Tienen posibilidades de éxito estas iniciativas políticas ciudadanas? “En muchos casos, pero lo van a tener complicado”. La anunciada ruptura de las mayorías a un lado u otro del bipartidismo propiciarán situaciones de “influencia importante” de estas “experiencias de empoderamiento ciudadano”. Otra cosa será “hasta qué punto se responde a las expectativas que tiene la gente”.

“Va a costar mucho transformar la sociedad”, remacha. De ahí que un proyecto “que llegue con medidas cosméticas no servirá para nada”. Una máxima que tiene “cierto peligro ahora”, según el profesor. “Que la gente vote a un partido local pensando que la realidad va a cambiar y luego está muy marcada por procesos de construcción liberal a nivel supranacional”. No cabe, apunta Rodríguez, querer cambiar “lo local” sin pensar “también en lo global”.

El “hartazgo” social suma además la “crisis importante del modelo representativo” que elimina, “en un proceso bastante obvio”, la capacidad ciudadana “de gestionar su futuro”. Desde cualquier institución. “Los gobiernos están maniatados y dependen de las decisiones del poder financiero… llamar a eso democracia es un exceso verbal”.

“Es el resultado del modelo neoliberal radical de la Unión Europea, que está pasando factura en toda Europa”, asiente. Acabó el “enfoque socialdemócrata”. Ahora, precisa, “la idea de una Europa unida se ha vaciado de contenido” y rellenado con “el turbocapitalismo que dicen algunos”. La 'marca Europa' impone que el Estado del Bienestar “ha desaparecido”.

“Pero la gente no es tan tonta como creen en determinados despachos”. El ciudadano “con criterio, piensa que esto es una gran estafa”. Y se enfrenta, se rebela. Ya sea en movimientos ciudadanos o en apuestas políticas locales. O incluso con el voto. “Si no hay respuesta clara todo irá a peor para la mayoría y mejor para las empresas privadas. No es nada original, es la estrategia usada en América Latina en los años 90 con una deuda impagable que sirve para encadenar a los gobiernos”.

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