Cuantas más veces trasladamos un mensaje, cuanto más usamos una expresión, cuanto más la oímos, más la verbalizamos, pierde gran parte de su contundencia. Le perdemos miedo, se hace menos peligrosa, más cotidiana, más amiga. Deja de abrirnos los ojos de par en par para convertirse en ruido de fondo. Ocurre, por ejemplo, cuando los noticieros repiten el bajo nivel de los embalses, cuando se acumulan las hectáreas calcinadas en verano, el número de días seguidos sin llover. Ocurre hasta con los nombres de los temporales, en ese afán nuestro de querer que todo funcione como si tuviese esquema de razonamiento humano. No podemos dejar que eso ocurra con la expresión “Emergencia Climática”. Es indispensable tomar medidas contundentes, eficientes, transversales y justas en materia de clima en Andalucía. Ya. Estamos en un instante decisivo.
Cada vez que oigamos “Emergencia Climática” tendríamos que detenernos. Un segundo. Porque por muy semidioses que nos pensemos, nuestra vida depende, y seguirá dependiendo, del medio en el que estamos, que nos da cobijo, aire, agua, alimento. La Tierra. El desequilibrio del medio es nuestro desastre.
Andalucía se encuentra en la franja del planeta que más alterado va a ver su territorio por el cambio climático derivado de la acción humana. Es una responsabilidad de todos frenar, mitigar, paliar sus efectos. Es urgente, es importantísimo. Por eso es una Emergencia. Es ahora cuando hay que hacerlo, porque los que vengan detrás, que no son sino nuestros hijos y nietos, ya no tendrán esta posibilidad. Más que una herencia, les estaremos dejando una condena. Por responsabilidad, por equidad intergeneracional, tenemos que hacerlo. Como si de un ejercicio de cultura griega clásica se tratase, tenemos que hacer gala de esa condición de semidioses y demostrar que somos capaces de salir del Yo y el Ya. Romper estos mecanismos cortoplacistas, miopes y egoístas que nos tienen atrofiados. Es hora de hacerlo, por simple egoísmo inteligente.
Así lo está manifestando la sociedad andaluza, en la que crece la preocupación por el aumento de la temperatura, por la contaminación del aire, por la calidad y falta de agua, por la desertización, por la habitabilidad de las ciudades, por la vulnerabilidad de la costa. Porque eso es el cambio climático en Andalucía.
Por el deterioro y despoblamiento del medio rural, por la viabilidad de la agricultura, la ganadería, la pesca. Por la contaminación de los acuíferos, la seca de los quercus, la gestión de los residuos. Porque eso es el cambio climático en Andalucía.
Por la seguridad alimentaria, por la pérdida de biodiversidad, por frenar las actividades extractivas, por la pérdida de suelo fértil, por garantizar el equilibrio y la justicia social y territorial. Porque no son problemas ambientales, son nuestros problemas. Porque, en sentido estricto, estamos llevando a cabo prácticas de tierra quemada para las futuras generaciones.
Las consecuencias del cambio climático son tan transversales que es una tremenda miopía circunscribirlas a políticas energéticas o ambientales. Por eso, la preocupación entre los científicos y la sociedad civil asciende a pasos agigantados. Aparecen y crecen movimientos en la calle. El más reciente e ilusionante, el Parlamento Climático andaluz, personas de diversos sectores, edad y procedencia que se reúnen cada miércoles de pleno, a las puertas del Parlamento de Andalucía para elaborar propuestas que trasladan a los grupos políticos. Cada día, a este movimiento se están sumando entidades de la más diversa índole y personas que llegan dispuestas a sumar y asumir su responsabilidad, en el ámbito y la dimensión a la que pueda llegar.
Sin embargo, a todo esto, parecen estar ajenos o ignorantes la mayor parte de los parlamentarios andaluces, que acaban de rechazar una proposición no de ley para declarar la emergencia climática en Andalucía. Con las justificaciones más peregrinas e incomprensibles. Desde la tribuna parlamentaria parecían estar, algunos de ellos, más cerca de rancias y estúpidas posiciones negacionistas que por tomar, de forma decidida, medidas que acompañen a las demandas de los científicos y la sociedad.
Sí, es una Emergencia. Porque el coste de oportunidad, el lucro cesante en cualquier modelo macroeconómico de no hacerlo, es insalvable. Cualquier propuesta política, por definición, tiene la obligación de ofrecer un proyecto de futuro para el territorio en el que toma decisiones de gobernanza. Es hora de exigir a todas las opciones políticas que digan claramente a la sociedad qué Andalucía quieren para 2050, qué calidad de vida quieren dejarles a nuestros hijos y nietos. Porque tienen que ilusionar, ofrecer esperanza más allá de la ruina, marginalidad y esterilidad a la que parecen querer abocarlos.
Es el instante decisivo para superar las tristes refriegas partidistas como esta última vivida en el Parlamento con la Proposición No de Ley de Declaración de Emergencia Climática en Andalucía. Porque en este reto, el más grande al que nos enfrentamos, es necesario el compromiso y la colaboración de todos. Todos somos imprescindibles. Porque, sí, creednos, Sí es una Emergencia.
Sobre este blog
En Abierto es un espacio para voces universitarias, políticas, asociativas, ciudadanas, cooperativas... Un espacio para el debate, para la argumentación y para la reflexión. Porque en tiempos de cambios es necesario estar atento y escuchar. Y lo queremos hacer con el “micrófono” en abierto.
1