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Tras la estela del 'Tireless'

El submarino nuclear 'HMS Talent', de la Armada británica, esta semana en Gibraltar.

Jorge Garret

Cinco minutos después de las nueve de la mañana del 7 de mayo de 2001, el HMS Tireless abandonó el puerto de Gibraltar impulsado por su propia energía después casi un año de reparaciones de una fisura en el circuito de refrigeración de su reactor nuclear. El submarino consiguió enfriar las relaciones entre España y Reino Unido (incluso entre el matrimonio Aznar-Blair), y calentar los ánimos al otro lado de la Verja, donde 60.000 andaluces llegaron a reclamar en la calle el traslado del sumergible a un puerto británico.

Tras la estela del Tireless, quedó una corona funeraria lanzada por dos miembros de la agrupación ecologista Verdemar, y también quedó una ruta abierta por la que no han cesado de transitar submarinos nucleares. Esta semana, el HMS Talent ha protagonizado la 53ª escala de un sumergible de estas características en el muelle del Peñón, tal y como atestigua el registro que los propios responsables de Verdemar elaboran desde hace doce años.

A Antonio Muñoz, portavoz del colectivo, le sorprende que en todo este tiempo no se haya conseguido ningún avance diplomático para evitar la escala de estas “bombas flotantes”. Ni siquiera ahora, cuando las voces políticas sí se levantan frente al lanzamiento de bloques frente a la costa gibraltareña o para poner freno a la práctica del búnkering, el repostaje a través de gasolineras flotantes frente a la costa. “Tenemos una servidumbre de verdaderas bombas flotantes al lado de nuestras casas y lo lamentable es que no se denuncia, sólo si hay elecciones a la vuelta de la esquina, y hay cambios de postura si están en la oposición o en el Gobierno. Los submarinos no están en la puerta de Buckingham Palace, están en Escocia y están en Gibraltar, en zonas de tercera para los británicos, pero el Gobierno de Gibraltar no se queja, siempre es sumiso”, denuncia Muñoz.

El caso Tireless fue, sobre el papel, circunstancial. Un caso extremo. Fuentes de la Armada británica explican que Gibraltar está clasificado como puerto de atraque operativo (Operational Berth, lo que anteriormente se denominaba como atraque Z), destinado exclusivamente a escalas y visitas, y no a reparaciones de reactores nucleares, que deben acometerse en puertos clasificados como autorizados (Authorised Site, lo que anteriormente se denominaba puerto de atraque X).

Verdemar conoce la clasificación de los muelles del Peñón pero desconfía de los trabajos que allí se realizan. “”Normalmente son labores de avituallamiento. Pero si se interviene en averías, no lo sabemos. Eso es algo que no saben ni los propios gibraltareños y que puede estar sujeto a secretos militares“, sostiene. ”No nos hacemos una idea de la catástrofe que podría producirse en caso de accidente, sobre todo en una población que no está preparada. Un accidente tendría una repercusión en 500 kilómetros a la redonda. Tenemos las bombas flotantes aquí al lado pero las administraciones se desentienden de esta amenaza porque está fuera del suelo español“.

El colectivo ecologista realiza controles periódicos de radioactividad que siempre han dado negativo, aunque subraya los problemas epidemiológicos de la comarca. Su portavoz recuerda que presentó su registro de tráfico nuclear en el Peñón a la Junta para que lo considerara en sus planes de emergencia. “Ahí quedó”, lamenta. El Govra (Grupo de Vigilancia Radiológica) de la Armada es el organismo que habitualmente realiza labores de seguimiento, estudio y toma de muestras de cualquier indicio de contaminación procedentes de embarcaciones nucleares. Durante la estancia del Tireless en el Peñón, un equipo de esta unidad estuvo operativo en la Bahía de Algeciras durante todo el año con el apoyo del Centro de Seguridad Nuclear (CSN), que estableció un programa de vigilancia radiológica especial en la comarca y elaboró un plan especial ante un posible incidente relacionado con el submarino.

En su registro, los ecologistas anotan el nombre y la clase de cada submarino, si pertenecen a la Armada británica o a la estadounidense, la fecha de llegada y salida, y las noticias que existen sobre su tránsito. Es posible encontrar hitos como el retorno del Tireless, el incansableincansable, en diciembre de 2006, septiembre de 2011 y julio de 2013, o cómo sus compañeros de la misma clase Trafalgar pasan por puertos de reparación en distintos puertos estratégicos, ora Escocia, ora Grecia, como patatas calientes.

Preguntado el Gobierno de Gibraltar sobre su postura en relación a la llegada de submarinos nucleares a su puerto, fuentes oficiales reseñaron: “La postura sobre las escalas de buques de la Royal Navy es de una bienvenida: Gibraltar lleva 309 años siendo base militar británica”.

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