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Un estudio arqueológico halla un 'mapa' del cambio climático de los últimos 2.000 años bajo el Teatro Romano de Guadix

Detalle de los sedimentos analizados en la zona del porticus del teatro romano

Álvaro López

Guadix (Granada) —

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Los restos arqueológicos siempre nos cuentan algo sobre nuestro pasado. Cómo vivíamos, cómo éramos, en quién creíamos o de qué forma nos relacionábamos, pero también pueden revelarnos vestigios que no son fáciles de datar, pero que tienen un valor histórico y actual. Eso es justo lo que ha pasado con los restos del Teatro Romano de Guadix, en la provincia de Granada.

Una investigación del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) ha encontrado una suerte de “archivo climático” o mapa de los bruscos giros meteorológicos que permiten conocer, con precisión, las grandes inundaciones sucedidas desde el siglo I y que pueden tener eco en la actualidad por los paralelismos que hay entre las diferentes épocas. Pistas escondidas en el subsuelo accitano durante 2.000 años.

Las conclusiones de los trabajos, que se realizaron en tres sesiones entre los años 2018, 2019 y 2021 y que han contado con una inversión de apenas 6.000 euros, se han publicado en la revista científica Global and Planetary Change. El equipo, liderado por le investigador del IGME, Andrés Díez, ha podido encontrar hasta tres graves inundaciones que pueden explicar los cambios climáticos ocurridos en Guadix -y por extensión en la zona mediterránea-. Tres episodios que, de paso, plantean el debate de hasta qué punto nuestros mapas de inundaciones son correctos.

Díez argumenta que “los mapas que poseemos se basan en las aguas limpias -es decir, en las de los ríos-”. Cuando estos se desbordan, los modelos realizados por ordenador dibujan las zonas que se verían afectadas en caso de que el arroyo superase los niveles normales. “Pero nuestra investigación nos permite ver que, por ejemplo, el Teatro Romano de Guadix no está en un área inundable”. La infraestructura, levantada alrededor del año 25, se encuentra entre el río Guadix y la rambla de Almorejo, pero no corre riesgo, según los modelos, de inundarse. Pero la realidad, datada en sus vestigios, desvela lo contrario.

Que se sepa, por los restos que el grupo de arqueólogos que trabaja en el teatro desde 2007, liderados por Antonio López, han obtenido y que Díez y su equipo han cotejado, hubo al menos tres desbordamientos severos de uno de los dos cauces o de ambos. “Lo extraordinario es que hemos comprobado que la inundación arrastró más sedimentos que agua”.

La comprobación se realizó mediante un estudio estratigráfico detallado de los depósitos sedimentarios en y alrededor del Teatro Romano. De ese modo, se analizaron las capas de sedimentos en busca de cambios bruscos, discontinuidades y la presencia de materiales que pudieran indicar eventos catastróficos, como inundaciones.

Una datación triple

Después, la comprobación de las épocas a las que correspondía cada inundación se realizó por tres vías: restos de materiales, datación de Carbono 14 y luminiscencia óptica. “Entre los materiales que pudimos encontrar estaban tejas romanas, fragmentos de utensilios y monedas del emperador Nerva, que sólo gobernó Roma durante un año por lo que podemos precisar bastante el periodo en el que ocurrió”.

Después, se cotejaron las maderas que arrastró la inundación con la prueba del Carbono 14 y finalmente a través de la luminiscencia óptica pudieron saber la última exposición al sol de cada grano de cuarzo presente en la arena. “Por los datos recogidos, sabemos que hubo dos inundaciones seguidas probablemente durante la construcción del teatro”, apunta Díez.

Las pistas de los restos también desvelan que a finales del siglo XII, cuando los almohades utilizaban los vestigios del viejo teatro para hacer sus propias construcciones, otro evento catastrófico por las fuertes lluvias se quedó registrado en el subsuelo que desde 2007 está saliendo a la luz en Guadix. En ambos periodos, con mil años de diferencia, existen sin embargo distintos paralelismos que incluso tienen eco en la actualidad y que pueden servir como guía y aviso para el futuro más inmediato.

Durante el análisis palinológico, se descubrió que la vegetación durante los periodos de inundación, especialmente en la época romana, era muy similar a la vegetación actual en Guadix. “Se trataba de un clima propio de zonas del Mediterráneo semiárido, como es ahora mismo todo ese entorno”, apunta Díez. Es decir, las condiciones climáticas, incluyendo la temperatura y las precipitaciones, podrían haber sido comparables entre las épocas estudiadas. Y no solo eso, sino que el polen también nos arroja pistas al respecto de qué pasó y qué puede estar pasando ahora.

“La vegetación en la época romana era típica de una región mediterránea similar a la vegetación actual de Guadix”. Los estragos causados por las riadas han dejado su huella, destruyendo y alterando estructuras, lo que subraya la importancia de comprender y prepararse para eventos catastróficos. “Es oportuno revisar los mapas para saber dónde ubicar aquellas infraestructuras que son necesarias en este tipo de emergencias. Yo querría saber dónde poner un hospital o la estación de bomberos sin basarme en las aguas limpias de los últimos 500 años, sino en lo que ya ha ocurrido y tenemos documentado”, afirma el investigador del IGME.

En definitiva, Guadix, a través de los vestigios del Teatro Romano, nos ofrece una ventana única para entender nuestro pasado y prepararnos para el futuro. La investigación liderada por Andrés Díez desentraña los misterios enterrados en los sedimentos, recordándonos que la historia puede ser la clave para enfrentar los desafíos contemporáneos.

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