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Sector primario
La viruela caprina y ovina tiene a los ganaderos del norte de Granada “con el agua al cuello”

Los afectados reclaman "agilidad" a la Junta de Andalucía para no tener que cerrar sus explotaciones ahogados por las deudas

Álvaro López

Granada —

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Hace más de tres meses que los dueños de varias explotaciones ganaderas del norte de la provincia de Granada, de localidades como Benamaurel o Cúllar Baza, no pueden conciliar el sueño. Desde que en septiembre se confirmaron varios focos de viruela caprina y ovina, se han visto obligados a hacer cuarentenas y a encerrar a un ganado que suele pastar por el campo como ganadería extensiva. El miedo a nuevos brotes que afectasen a más explotaciones ganaderas, llevó a la Consejería de Agricultura a establecer esta medida por zonas. Medida que, en teoría, acaba el 16 de enero, pero los afectados no acaban de creérselo y dicen no poder más con la situación. Pese a la insistencia de este medio, Agricultura no responde a las preguntas planteadas para aclara lo que está ocurriendo.

La realidad es que lo que ha sucedido ha sorprendido a todos ya que la viruela ovina y caprina se consideraba erradicada en España desde 1968. Sin embargo, reapareció en septiembre por un brote detectado en una ganadería de Benamaurel (Granada) que afectó a más 300 cabezas de ganado. Y desde entonces, los casos se han replicado en otras explotaciones ganaderas, obligando a la Consejería de Agricultura a actuar sacrificando animales y estableciendo la prohibición del pastoreo para las ganaderías situadas primero a 10 kilómetros a la redonda del foco y posteriormente a 20. Algo que sigue vigente a pesar de que no se han detectado nuevos brotes y que las instalaciones afectadas han sido limpiadas y los animales contagiados han sido incinerados.

Así, han sido sacrificadas más de 3.000 cabezas de ganado y desde octubre varias miles de cabras y ovejas permanecen encerradas en sus establos por precaución. Una precaución que para los ganaderos afectados escapa a la lógica y tiene más que ver con un exceso de celo. Justifican esta queja afirmando que ganaderías de la provincia de Almería, limítrofes con las granadinas, sí están pudiendo pastorear desde hace semanas. Por eso, exigen soluciones que eviten que el cierre que sufren pueda acabar con su trabajo por las deudas económicas que están contrayendo.

Opacidad en los criterios

La situación está tan límite que las localidades en las que están ubicadas las explotaciones ganaderas también están sufriendo las consecuencias porque en parte basan su economía en esta actividad del sector primario. Por ello, no es de extrañar que alcaldes de la zona como el de Cúllar Baza, Alonso Segura (IU), hayan decidido implicarse en la lucha de la mano de los ganaderos. El regidor explica que llevan semanas viviendo en la incertidumbre porque desde la Junta de Andalucía no aclaran los criterios que se están siguiendo para controlar posibles rebrotes.

“Si en Almería están pudiendo pastorear, es evidente que se trata de una cuestión de la Delegación de Agricultura de Granada, pero no nos dan explicaciones”. Segura afirma que, además de hacer alegaciones a las propuestas de ayudas que ofrece el Ejecutivo regional, han remitido varios escritos sin que hayan tenido respuesta. Además, en un primer momento, Agricultura movilizó 500.000 euros para ayudar a los ganaderos, cifra que aumentó hasta los 700.000, pero es una cantidad que los ganaderos consideran. “Si ese dinero no cubría ni siquiera los gastos de noviembre, imaginad los que llevan acumulados”, dice el alcalde de Cúllar Baza.

Los afectados necesitan más respaldo económico por parte de la Junta de Andalucía porque con el cierre de sus instalaciones y la prohibición del pastoreo se han multiplicado sus gastos en más del doble en la mayoría de casos. Por otra parte, dado que una de las medidas para contener los brotes pasaba por el sacrificio de los animales, los mataderos también establecieron su propio plan al destruir las pieles y las entrañas de los animales, evitando contagios, restando así parte del dinero que abonaban por cabeza de ganado. Por ejemplo, un cordero de 30 kilos se tiende a vender a 100 euros, pero al destruir pieles y entrañas, animales de esas características se han pagado a 80 euros.

“Con la soga al cuello”

Con el paso de las semanas y ante la evidencia de que los brotes localizados ya estaban controlados, por no aparecer nuevos focos, los mataderos eliminaron esa medida y los ganaderos han vuelto a vender al precio original, pero la pérdida económica sigue sin compensar. Tomás Sánchez, ganadero profesional desde hace más de 30 años, sabe bien lo que esto está significando. En su explotación de Cúllar Baza cuenta con 530 cabezas de ovino. “No hemos vivido algo así jamás”.

“Desde que surgió el primer brote nos confinaron y nos dijeron que hasta el 24 de noviembre, pero eso no fue así. Después nos dijeron hasta el 14 de diciembre y tampoco y ahora nos prometen que será hasta el 16 de enero, pero aún tenemos que ver qué pasa”. Los ánimos, dice mientras traga saliva para no emocionarse, “son malos”. Afectado psicológicamente él y su familia por no saber qué pasará, cuenta que “los animales están sufriendo también un estrés extraordinario”.

“Estamos penando junto con nuestras familias”. Tomás cifra en más de 300 euros de media de gasto diario lo que le está suponiendo la cuarentena. Al no poder pastorear libremente y tener que comprar pienso, la economía de su explotación se esta resintiendo, sobre todo porque en su actividad normal los gastos apenas llegan a los 80 euros de media diaria. “Nos prometen que nos van a ayudar económicamente, pero solo son promesas. No hemos visto ni un euro aún y tenemos que seguir pagando”. Para el ganadero, no es lógico que estas situaciones no consigan resolverse “más ágilmente sobre todo en los pagos”.

“Yo soy de los que todavía tengo a las ovejas vivas, lo que dispara el gasto también para pagar el pienso y el pasto que usamos para que coman los animales”. Consciente de que el futuro que les espera a él y a otros ganaderos afectados por la viruela caprina y ovina y las restricciones asociadas no es halagüeño, se le quiebra la voz al hablar de su trabajo: “Los animales para nosotros son nuestra vida”. “Estamos con la soga al cuello”, admite. “Esto se complica mucho porque hay que pagar. No vamos a poder aguantar y es una pena que se pierda porque de esta forma no tiene futuro”.

Este medio se ha puesto en contacto con la Consejería de Agricultura en reiteradas ocasiones para preguntarle por las ayudas económicas prometidas, los motivos de por qué las cuarentenas se han alargado en Granada, mientras que en Almería no y cuáles son las soluciones alternativas que se plantean en favor de las ganaderías afectadas. No ha habido respuesta por parte del Ejecutivo regional.

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