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El rocambolesco caso del jabalí que desenterró un silbato prerromano en una laguna seca de Doñana y la que se ha liado

El pequeño silbato fue encontrado en la laguna Dulce, en plena Doñana.

Antonio Morente

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Nadie preveía esta derivada de la terrible situación que atraviesa Doñana, golpeada por la sequía, las altas temperaturas y la sobreexplotación de su acuífero. Uno de los indicadores del mal estado de este entorno natural es que ya se secan las lagunas, incluso las que hasta ahora se consideraban permanentes. En una de ellas, la Dulce, un jabalí aprovechó que no había agua para hozar en la tierra de su cubeta, lo que dejó a la luz lo que después se encontraría un investigador de la Estación Biológica de Doñana: lo que al principio parecía una piedra –lo que ya de por sí llamaba la atención en Doñana– derivó en pequeña figurilla femenina y al final resultó ser un silbato de época prerromana, probablemente turdetano (siglos V a II antes de Cristo). Pero el hallazgo ha derivado en un insólito choque institucional ya en vías de solución, con la Junta de Andalucía molesta y anunciando sanciones para reclamar la pieza para un museo de Huelva.

Todo ocurrió el pasado mes de septiembre, y el hallazgo ha sido descrito en una reciente publicación en la Revista de humanidades de la UNED, donde se fija como punto de partida el “intenso deterioro” de las lagunas de Doñana en los últimos años. La Dulce lleva dos veranos consecutivos secándose, lo que permite a la fauna buscar alimento en el interior del vaso lagunar, y en estas llegó nuestro jabalí y desenterró la figura, dejándola expuesta y a la vista en la superficie. Y así fue encontrada por el investigador predoctoral Miguel de Felipe durante una toma de muestras para estudiar el impacto de la desecación sobre la fauna y la flora de este entorno.

La figurita de terracota, de 56,2 milímetros de longitud máxima y 21,8 gramos de peso, se encuentra muy desgastada por la erosión y el rodamiento. La hipótesis que manejan los arqueólogos es que que sea de manufactura turdetana (los moradores de estas tierras tras el colapso de Tartessos, o Tartesia como ahora se está imponiendo), elaborada a molde y con pasta muy fina. Se presenta en pie, en posición frontal, cubierto el cuerpo con un manto y la cabeza con un voluminoso tocado.

“Un vulgar pito”

Para ver que se trata de un silbato sólo hay que darle la vuelta y descubrir la perforación que tiene a la altura del tocado. La descripción que se hace en la publicación es bastante prosaica: “Se trata de un vulgar pito que todavía funciona, emitiendo un agudo silbido, como pudo sonar en tiempos, aunque no podemos imaginar con qué fin”. Y ahí se abre un mar de posibilidades: como herramienta de trabajo, para comunicarse o transmitir mensajes, como reclamo para cazar, como instrumento ritual en celebraciones religiosas o ceremoniales o incluso como un simple juguete.

Coincidiendo con la publicación del estudio en enero, el propio Miguel de Felipe contaba en X su hallazgo y relataba su “emoción al darse cuenta de que la piedra que uno ha recogido del suelo” tiene rostro, tiene más de 2.000 años de antigüedad y es un silbato. El investigador avisó a su directora de tesis, la cual a su vez preguntó a una investigadora de la UNED para ver qué podría ser. “Cuando se conoce que podría ser algo valioso, la Estación Biológica se hace responsable de la pieza para que sea guardada en un depósito público” hasta que las autoridades tomasen una determinación, apuntan fuentes del propio organismo investigador dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

“Nuestro pito de Doñana carece de contexto y el medio en que fue hallado no ayuda a que conozcamos su finalidad”, apunta el estudio, que añade que, “por su morfología, los musicólogos lo encuadrarían entre los aerófonos”. La hipótesis de que sea un juguete chocaría con que este paraje “no es zona frecuentada por niños ni puede haberlo sido nunca”, aunque no es descartable que la pieza haya venido rodada desde algún yacimiento del curso superior del río pese a que este enclave no parece haber sido nunca lugar de escorrentía. “Puede pensarse que se trata más bien de un objeto perdido o arrojado al agua como desecho por haberse roto”, se especula.

Empieza el lío entre administraciones

Hasta aquí el relato del curioso hallazgo, que a continuación dio paso a una insospechada tormenta política. Primero fue el Ayuntamiento de Almonte, en cuyo término municipal está la laguna Dulce, que solicitó la pieza para su museo y expresó su “sorpresa” por que “ha sido depositado en instalaciones museísticas de Sevilla”, donde tiene su sede la Estación Biológica. El siguiente paso lo daba ya el propio Gobierno andaluz, que por medio de su delegada de Turismo, Cultura y Deporte, Teresa Herrera, hacía hecho público su malestar y hasta anunciaba una investigación porque no se informó del hallazgo “hasta muchos días después”.

Cultura señala que “nunca se autorizó la salida” de la pieza de la provincia de Huelva ni su posterior análisis, por lo que ha hecho una petición oficial para que la figurilla “vuelva donde tiene que estar por normativa”, que es “el Museo de Huelva”. El objetivo ahora es “depurar responsabilidades” y, después de eso, e iniciará el expediente sancionador que corresponda. La Junta asegura que se enteró de lo ocurrido por el director del parque nacional de Doñana (dependiente del Gobierno andaluz), llega a proclamar su “sospecha” de que si no es por este aviso “la Estación Biológica nunca nos iba a comunicar el hallazgo” y lamenta que no se han atendido los requerimientos iniciales.

Desde el organismo investigador se niega la mayor y se replica que el director del parque se enteró precisamente por la llamada que le hizo el máximo responsable de la Estación Biológica, Eloy Revilla, el 20 de septiembre y que dos días después se mandó una carta a la Delegación de Huelva “pero no se recibe respuesta y la Estación queda a la espera de recibir indicaciones”. Cuando el caso trasciende, “recibimos entonces un requerimiento el 1 de febrero para el traslado y el depósito en el Museo de Huelva, pero no se hace referencia a la carta del 22 de septiembre”.

Normativa y responsabilidad

La delegada de Cultura, por su parte, incide en su “sorpresa” por “la forma de actuar de los investigadores”, a los que les reprocha que deben ser “conocedores de la normativa”. “Esto deja en mal lugar tanto a los investigadores como a las administraciones que representan”, en este caso el Gobierno central, a lo que se replica que “la Estación Biológica se ha responsabilizado de la pieza y no se ha puesto impedimento ninguno para su entrega a las autoridades”. “Simplemente, se ha intentado hacer el procedimiento de la forma más responsable posible y hacer las cosas bien”, se apostilla.

El caso es que este rifirrafe institucional va a acabar con la figurita de vuelta a Huelva, aunque con un expediente sancionador abierto que a ver cómo concluye. Una pequeña crisis diplomática que a buen seguro no se imaginaba nuestro jabalí cuando empezó a excavar en una laguna seca que proclama a los cuatro vientos lo mal que está Doñana.

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