Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

La librería sevillana El Gusanito Lector, amenazada de cierre, aspira a una nueva vida como comunidad de bienes

Esperanza Alcaide

Alejandro Luque

Cuando ya el público empezaba a acostumbrarse a leer malas noticias relativas a cierres de librerías más o menos históricas, de pronto salta una buena: El Gusanito Lector, un clásico establecimiento histórico del centro de Sevilla que llevaba algún tiempo amenazado de cierre, tendrá una nueva vida gracias al sostén de vecinos y clientes. La figura de comunidad de bienes es la que se ha escogido para convertir a estas personas en socios que garanticen la continuidad de este local de la calle Feria con casi un cuarto de siglo de andadura.

Es por todos conocida la difícil situación que atraviesa el sector de los libreros, en el que a la crisis de la última década ha venido a sumarse la existencia de Amazon y otras compañías similares. Sin embargo, lo que puso en peligro la posibilidad de que El Gusanito Lector siguiera abriendo sus puertas cada mañana no fue la caída generalizada de ventas ni la competencia, sino las circunstancias personales de su propietaria, Esperanza Alcaide.

“Durante estos años tan duros hemos conseguido mantenernos y capear el temporal, adaptándonos a los nuevos tiempos y creando cosas nuevas”, explica. “Sin embargo, el año pasado coincidió la muerte de mi madre con una serie de problemas de salud que padecí yo misma, y que me llevaron a ingresar en el hospital hasta trece veces entre septiembre y diciembre, pasando tres veces por quirófano. Ahí me di cuenta de que no tenía más remedio que parar”, añade la librera.

Alcaide, de 62 años, aguantó como pudo hasta la campaña navideña, hasta que entendió que había llegado la hora de estudiar la opción del traspaso. Entre los diversos interesados en hacerse con él destacó una cliente y amiga. “Nos reunimos con el asesor fiscal, con los proveedores, lo vimos todo con la idea de dejar las cuentas a cero”, recuerda. “Las condiciones eran que siguiera en la librería Paca [Vázquez, empleada desde hace cinco años], y que yo siguiera formando parte del proyecto con su colaboración”.

Pero cuando ya casi estaba todo a punto, la citada cliente sufrió a su vez un problema de salud que hizo del todo inviable el traspaso. “Me quedé con la librería cerrada, desmontada, y sin posibilidad de ir hacia delante ni hacia atrás”, apunta Esperanza Alcaide, quien envió de inmediato un correo a los clientes de la librería, inquiriendo si había alguien dispuesto a recoger el testigo.

¿Por qué no hacerlo en grupo?

La convocatoria fue un éxito. El mensaje se viralizó, de todas partes llegaron respuestas de interesados. Esperanza llegó a mantener medio centenar de entrevistas, hubo incluso un joven sevillano afincado en Chequia cuyo sueño era ser librero, y no dudó en subir al primer avión para interesarse por El Gusanito. Sin embargo, por un motivo o por otro, nadie se atrevió a dar el paso decisivo.

“Creo que desde fuera el trabajo de la librería se ve para la mayoría de la gente como una cosa bucólico-pastoril, donde estamos sentaditos leyendo y charlando de lecturas”, bromea Alcaide. “La realidad es otra, claro. Es un machaque constante, tienes que atender a proveedores, y limpiar, y organizar una programación cultural… Y eso es otra cosa, claro”.

A punto estaba Alcaide de tirar la toalla cuando una serie de personas próximas a la librería le sugirieron una alternativa: ¿por qué no hacerlo en grupo? Fue así como fue cobrando forma la idea de la Comunidad de Bienes, que en este momento está en fase de formación. “Hay ya gente comprometida, pero necesitamos más”, reconoce Alcaide, quien ha planteado la división de la empresa en participaciones de a partir de 1.000 euros. “Hay quien puede comprar cinco participaciones, o siete, pero también solo una; y en función de su inversión, los beneficios serán mayores o menores al final del año”.

El perfil de los conjurados en la supervivencia de El Gusanito Lector es de momento de lo más heterogéneo: gente más joven y veterana, algún escritor, gente vinculada a la cultura, profesores universitarios, simples clientes que han simpatizado siempre con esa especie de reducto heroico que se antoja siempre una librería de barrio. La estrategia es que Paca siga atendiendo al público; Esperanza tutele el proyecto, lleve la gestión de proveedores y la programación cultural; y una persona más se haga cargo de la gestión comercial exterior.

“Hemos sufrido la crisis como todo el mundo”

Uno de los voluntarios para salvar El Gusanito es Francisco Gallardo, autor de novelas como El rock de la calle Feria o Áspera seda de la muerte. “En mi caso hay un componente emocional. Además de haber sido siempre muy bien tratado como autor, no me gustaría pasar por la calle Feria y ver la librería cerrada. Y voy a hacer todo lo posible para que no sea así”, asevera. “Soy de los que sigue prefiriendo comprar en una librería pequeña, por muchos motivos. Y esta es algo más que una librería, es un referente a muchos niveles

Como incentivo, están los datos: en 24 años, El Gusanito Lector no ha tenido pérdidas. “Ni siquiera el peor año del histórico de la librería, que fue el pasado, con todas aquellas circunstancias personales sobrevenidas. La lucha no ha sido contra Amazon, sino por el hecho de que las mujeres de una edad tenemos una responsabilidad de cuidados que te apartan de todo”, subraya Alcaide.

“Hemos sufrido la crisis como todo el mundo, claro. Recuerda que llegamos a ser cuatro trabajadores en un espacio de 60 metros. Pero por suerte, nunca he tenido que despedir a nadie ni hacer reducción de plantilla, y hoy somos la única librería desde el cementerio hasta las Setas –con la excepción de la especializada La Fuga– y desde Capuchinos hasta el río. En toda la zona norte de Sevilla, no hay nada”.

Lo seguro es que el reflote de El Gusanito no puede hacerse esperar más: “El tema tiene que estar resuelto a finales de marzo, para empezar a trabajar a finales de abril. Una vez tengamos los socios, esto lo ponemos en marcha nosotras en diez días, porque somos unas monstruas”, concluye Esperanza Alcaide, que el lunes o el martes de la semana próxima convocará una reunión con los interesados en la librería, ya con los borradores de contrato sobre la mesa. Todavía están a tiempo los que quieran sumarse: “Son cantidades que no condicionan tu vida, no exigen pedir un crédito, no hay que pensárselo tanto como un traspaso. Tienes mil euros o no los tienes, y si los tienes, te interesa entrar o no”.

Etiquetas
stats