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'Café pendiente', la solidaridad con olor a café

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Javier Ramajo

“Ponme un café con leche y otro pendiente”, dice Juan nada más entrar en la churrería La Esperanza, en la calle Feria, en Sevilla. No es un nuevo tipo de café y cuesta igual que uno normal. Eso sí, no se puede beber y, aunque se paga y no se toma, no sale tan caro como el del anuncio de la lotería. Más bien al contrario, es barato poder invitar a una café a una persona que realmente lo necesita. Es el café pendiente, una manera solidaria y anónima para que entre en calor quien no pueda pagarse el café en una mañana de frío como las que ya tenemos encima.

Esta práctica surgió en Nápoles, Italia, a comienzos del siglo pasado y fue recuperada, ya con la crisis en nuestras vidas, por el escritor italiano Luciano De Crescenzo en su libro El café pendiente: Sabiduría diaria en pequeños sorbos. Sevilla, como otras ciudades españolas y de todo el mundo, ha importado esta acción solidaria. Cuenta la leyenda que cuando un obrero se sentía especialmente feliz por algo, pagaba su café y dejaba anticipadamente abonado otro, un caffè sospeso para quien viniese después y no pudiera pagarlo.

“A veces es difícil llegar a quien lo necesita”, cuenta Esperanza Alcaide, dueña de la librería sevillana El Gusanito Lector que quiere expandir esta iniciativa. Para ello, como no se dedica a la hostelería, se ha aliado con sus vecinos de La Esperanza. “No nos damos cuenta de que no todo el mundo tiene para un café”, explica a eldiarioandalucia, y señala que, a través de asociaciones del barrio, promueve el café pendiente por la zona. “Mi intención es ponerlo en marcha en toda la calle, está teniendo una buena acogida”.

A escasos metros, Joaquín y la pizarra de La Esperanza que da a la calle pueden dar fe de ello. “Hay gente que viene y pregunta si quedan de esos 'cafelitos' pendientes. El perfil del que lo pide es variado. Muchos no pueden permitírselo realmente, aunque alguno hay que viene aquí con su tablet y también quiere uno. Esto es para quien lo necesite, no para el que tenga la suficiente cara como para no pagarse un café”, explica con gracia.

Esperanza trata de extender el café pendiente “contactando con gente que aún no se ha caído por las rendijas del sistema pero casi, gente a la que le da vergüenza acercarse a lugares donde pueden ofrecerle ayuda”. “Cada vez hay más personas que están dispuestas a dar a los que no tienen”, apunta mientras sueña con que su cadena de consumiciones de café pueda aliviar del frío a más personas sin recursos.

Con motivo de la celebración de la Jornada Internacional de los Derechos Humanos, el 10 de diciembre, Nápoles impulsó desde 2011 la 'Giornatta del caffè sospeso'. En España, existe una web que está aglutinando los locales gastronómicos que se quieran adherir a la iniciativa.

 

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