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La Casa Invisible: el centro social autogestionado de Málaga busca fondos para rehabilitar el edificio y desbloquear la cesión municipal

Imagen de archivo del patio de La Casa Invisible

Néstor Cenizo

19 de abril de 2021 20:47 h

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Casi seis años después de decantarse por la cesión directa y tres después de amagar con su desalojo, el ayuntamiento de Málaga sigue sin decir qué quiere hacer con La Casa Invisible. El equipo de gobierno, liderado por Francisco de la Torre (PP), ha adoptado una estrategia consistente en hacer el vacío a las personas y colectivos que ocupan y mantienen el edificio municipal de Calle Nosquera, 11. Esta semana, La Invisible ha anunciado que, ante la inacción del consistorio, inicia una campaña de micromecenazgo: “La Invisible se cuida”. Se trata de ir adelantando el dinero que hace falta para, cuando el ayuntamiento lo permita, iniciar una obra de rehabilitación integral del inmueble. También es una iniciativa que podría forzar al consistorio a mover ficha.

“Este edificio no puede esperar”, explica Florencio Cabello, profesor de la UMA y responsable del área de estrategia y financiación de La Invisible: “Esto se hace como un adelanto, interpelando a las responsabilidades del ayuntamiento. Ante la negligencia y la irresponsabilidad de no acometer las obras, vamos a dar el paso de empezar a reunir el dinero”.

Construido en 1876, es propiedad municipal desde que el consistorio lo expropiara a cambio de 3,8 millones de euros, en 2011. Se trata de un inmueble protegido, que antes de su abandono y posterior recuperación fue usado como sala de fiestas. La idea de La Invisible pasa por rehabilitarlo por fases, para garantizar que su uso no se interrumpe, manteniendo en lo posible materiales originales, sin intervenciones traumáticas y de forma “sostenible”.

Para eso presentaron un proyecto de rehabilitación integral, suscrito por el arquitecto y profesor de la UMA José Manuel López Ossorio y entregado al ayuntamiento el 14 de abril de 2016. Poco después, la Fundación de los Comunes diseñó un proyecto cultural completo y consiguió la declaración de entidad de interés público municipal, paso necesario para optar a la cesión directa. Sin embargo, en cinco años no se ha avanzado en esa vía, aunque La Invisible ha seguido desarrollando sus actividades con la única interrupción de la pandemia.

Esta campaña de mecenazgo es la tercera que inician para financiar obras, después de reunir 20.000 euros en 2014 para sustituir la instalación eléctrica, y 24.000 en 2016 para las primeras obras de rehabilitación. En 2018 se inició una campaña para lograr avales mancomunados para acceder a un préstamo de 150.000 euros, pero la idea no cuajó por la falta de cesión del inmueble.

Catorce años de vaivenes municipales

El ayuntamiento parece haber decidido que en este asunto la mejor estrategia es dar la callada por respuesta, después de una década y media de vaivenes: primero ignoró lo que ocurría en su edificio; en 2011 el alcalde lo cedió a las Fundación de los Comunes; cuando expiró el convenio dijo que la ley le impedía cederlo a quien lo había ocupado y lo clausuró una Nochebuena (2014); y tras las protestas y la reapertura, se abrió a la cesión directa.

Una exposición en la que se mostraba una horca hecha con una bandera de España y el anuncio de un coloquio en el que iban a participar exmiembros del GRAPO (finalmente cancelado) motivaron que Ciudadanos llevase la cuestión al Pleno pidiendo la apertura de un concurso público para su gestión, que pasa necesariamente por un uso cultural. Esto aceleró el proceso de desalojo, ordenado en junio de 2018. Tras las movilizaciones, el ayuntamiento se reunió con La Invisible para buscar una solución. Era agosto de 2018. Hasta ahora.

“Seguimos en el mismo punto, en el que se reconoce la irreversibilidad paralizando el desalojo, pero sin avanzar en los compromisos reales de cesión directa y rehabilitación”, comenta Cabello. Las últimas comunicaciones remitidas en septiembre de 2018 quedaron sin respuesta municipal.

Para el equipo de gobierno, este asunto es un quebradero de cabeza en el que influyen varios factores incontrolables. Uno es la propia capacidad de movilización que mantiene La Casa Invisible, que ha sido capaz de sacar a miles de personas a la calle cuando se ha visto en peligro, y que cuenta con el respaldo activo de personas e instituciones influyentes del mundo cultural y asociativo en toda España. A este material sensible se unió durante el pasado mandato el hecho de que un grupo municipal (Málaga Ahora, ya extinto) estuviera estrechamente vinculado al centro. Otro factor son los cambios de criterio del alcalde, que lo mismo entregó simbólicamente las llaves a los activistas que ordenó a la Policía su desalojo.

Ahora, el ayuntamiento no responde a las peticiones de reunión realizadas por La Invisible, y a las preguntas de eldiario.es/Andalucía replica que “no hay novedad”. “No tenemos nada que decir”.

“¿No van a dar licencia para rehabilitar un edificio protegido que ellos mismos no cuidan?”

Sin la implicación financiera del ayuntamiento, que también debería dar la licencia de obras, no es posible actuar a fondo sobre el inmueble. Y el problema es que necesita de cuidados urgentes, según Cabello. Los activistas razonan que si ofrecen el dinero para iniciar la obra, el ayuntamiento tendrá más difícil negarse. “¿No van a dar licencia para rehabilitar un edificio protegido que ellos mismos no cuidan? No me cabe en la cabeza que el ayuntamiento, que busca inversiones en lejanos desiertos, se pueda permitir el lujo de rechazar una aportación de la ciudadanía”, opina Cabello.

La idea es acometer en una primera fase una adecuación del patio y del edificio que da a la Calle Andrés Pérez para eliminar barreras arquitectónicas, incluyendo la instalación de un ascensor y la reforma del baño para que sea accesible.

“Aquí tiene que poder venir todo el mundo”, señaló al presentar la campaña de micromecenazgola arquitecta Alicia Carrió, que insistió en que la idea del proyecto es realizar una intervención mínima: “Tenemos una responsabilidad en sus espacios, sus muros, la delicadeza de sus detalles y un sistema constructivo que es una perfecta máquina que lleva en pie 150 años”.

Han pasado ya 14 años desde que decenas de personas entraron a ese edificio, por entonces abandonado. Aquella ocupación ilegal fue la semilla de un centro social y cultural de gestión ciudadana en el Centro Histórico, convertido en la década siguiente en un lujoso escaparate turístico. Casi tres lustros después, el ayuntamiento sigue sin saber qué hacer con La Invisible. 

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