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Ruta por el Alto Genal, mucho más allá del pueblo pitufo

Castaños en el Alto Genal.

Nacho S. Corbacho / Nacho S. Corbacho

Entre paisajes calizos y bosques de pinos, la carretera A-397 bordea el Parque Natural Sierra de las Nieves ascendiendo sinuosa hasta Ronda. Justo en el punto medio entre ambas localidades nace una vía asfaltada conocida como Camino de los Anadillos, reconocible por una señal que indica que la ruta es una carretera paisajística. Y tanto que lo es: se adentra al corazón del castañar del Valle del Genal (Málaga), un paisaje que va cambiando de color con las estaciones y que esconde preciosas caminatas para cualquier momento del año.

Son apenas 13 kilómetros de curvas cerradas y asfalto donde apenas cabe un coche, así que merece la pena tomárselos con calma. Por ello y también por su destino: Pujerra, un minúsculo y bonito pueblo serrano de apenas 300 habitantes que, en su mayoría, viven de la recolección de la castaña cada otoño. El final de la cosecha lo celebran cada año en el tradicional Tostón, día grande del pueblo, al que acuden miles de personas para disfrutar de diferentes platos realizados con castañas y la tradicional mistela. Una bebida hecha a base de almendras y aguardiente que los más viejos del lugar aún preparan en casa.

Pujerra es uno de los seis pueblos que rodean Júzcar, el ya famoso pueblo pitufo malagueño desde que en verano de 2011 cambiara el blanco por el azul para celebrar el estreno de la película de estos pequeños personajes. Los turistas, que tradicionalmente han olvidado estos pequeños pueblos del Alto Genal y han preferido las cercanas playas de la Costa del Sol o la belleza romántica de la cercana Ronda, comenzaron a llegar por miles. Y entonces los vecinos votaron mantener el color y, así, mantener también el número de visitas y el positivo cambio para sus economías. Hoy es el pueblo más conocido de esta zona serrana, pero a apenas unos kilómetros se encuentran media docena de localidades que bien merecen la visita. Lugares a apenas unos minutos desde Júzcar y donde disfrutar de excelentes paisajes, cómodas rutas senderistas y calles blancas y estrechas. También, por supuesto, una rica gastronomía.

Desde Pujerra la carretera continúa hacia Igualeja, que con 800 habitantes es la capital del Alto Genal. Allí nace el río Genal, el cauce vital de este precioso valle junto al que se encuentra desde hace dos años el restaurante El nacimiento, un buen lugar para reponer fuerzas con productos de la zona como la carne de cerdo ibérico, pero también un buen abanico de platos a base de castañas que van desde el solomillo al flan.

El entramado de callejuelas de Igualeja permite descubrir rincones donde los gatos descansan al sol y los viejos del lugar mantienen vivas viejas tradiciones como el esparto. Y también la humedad que reparte el cauce del río por las calles sombrías del pueblo, plagado de casas de piedra encaladas y cuestas empinadas. Una de ellas es muy famosa: La tetona, porque desde ahí arranca una preciosa ruta senderista que se introduce entre castaños, pequeños arroyos, atractivos caminos y preciosas vistas.

El itinerario puede ser circular y permite descubrir otros dos interesantes municipios de la comarca: Cartajima y Parauta. El primero, con apenas 200 residentes, es otro buen ejemplo de la arquitectura y urbanismo de herencia árabe. El segundo, de similar tamaño censal, está rodeado de una decena de cuevas y simas que invitan a la espeleología. Allí nació uno de los personajes históricos más conocidos de Al Andalus: Omar ibn Hafsún, guerrillero que organizó y acaudilló una rebelión contra el Emirato Omeya de Córdoba. Y que se hizo fuerte en el castillo de Bobastro, cerca del pantano de El Chorro, cuyas ruinas aún se pueden visitar. Además, en Parauta destaca El Anafe, único restaurante del pueblo y donde degustar rica carne de caza como el ciervo a la castaña o el lomo de jabalí frito en manteca con salsa de setas.

Alrededor de Júzcar, la ruta continúa hacia los dos últimos pueblos de esta zona del Valle del Genal. El primero es Faraján, de algo más de 250 habitantes y ubicado en medio de un vertiginoso paisaje de barrancos, donde los castaños se funden con bosques de encinas, pinos o alcornoques. En él destaca la iglesia de la Virgen del Rosario, así como parajes naturales como las Chorreras de Baltasar, dos espectaculares saltos de agua de unos 20 metros de altura, hasta donde se puede llegar a través de un corto pero bonito paseo desde el propio centro del pueblo antes de llegar a la Plaza de Andalucía.

El segundo es Alpandeire, de similar tamaño y conocido principalmente por uno de sus vecinos más ilustres: Fray Leopoldo de Alpandeire, monje capuchino muy querido por su generosidad, solidaridad y buenos consejos. En el pueblo aún conservan su casa natal y le homenajean con diversos monumentos y muestras de cariño. Aunque lo que más destaca en la localidad es la iglesia de de San Antonio de Padua, de mediados del siglo XVI y conocida como la Catedral de la Serranía por sus grandes dimensiones. Cerca se encuentra la Cueva de la Higuera, restaurante con una curiosa decoración interior especializado en carnes de caza. Su terraza se convierte en un buen balcón para disfrutar de unas amplias vistas de una zona que va más allá de un pueblo pitufo. Mucho más.

 

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