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El ‘cable inglés’ que vertebró el oriente andaluz

El ’cable inglés’, elemento indispensable del paisaje de la ciudad

Ana Ordaz

Almería —

Pasear por la Avenida de Federico García Lorca, más conocida como “la rambla” de Almería, es recorrer la espina dorsal de la ciudad. En cualquier momento del día –o de la noche– y en cualquier época del año, la vida fluye a lo largo y ancho del concurrido bulevar. En su desembocadura, el ajetreo de la capital se encuentra con la quietud de una inmensa estructura de hierro y madera que se adentra en el mar: el ‘cable inglés’.

Situado en la Playa de las Almadrabillas, el antiguo cargadero de mineral fue construido entre 1902 y 1904 por la compañía The Alquife Mines and Railway Company Limited, por la que toma su apodo, ‘inglés’. La función de esta pieza de poco más de cien metros de longitud era tan sencilla como esencial: servir de nexo entre la estación, adonde llegaban los trenes cargados del mineral procedente de las granadinas minas de Alquife, con el puerto, donde las toneladas de hierro eran embarcadas en inmensos buques y exportadas al resto de Europa.

De la necesidad nace el ingenio

De la necesidad nace el ingenioDurante los siglos XIX y XX, la pequeña localidad de Alquife, en Granada, ostentaba el primer puesto como productor de hierro del país. Pero el material que llegaba de sus ricas minas a Almería se acumulaba irremediablemente en el puerto, pues el trabajo de 350 hombres durante diez horas apenas daba para embarcar mil toneladas. Urgía la necesidad de crear un nuevo sistema de transporte.

Tras la puesta en marcha del ferrocarril Linares-Baeza a Almería, la construcción del cargadero permitió a los vagones descargar su mercancía directamente en las bodegas de los barcos encargados de transportarla a un continente en pleno apogeo industrial.

Cuando la industria se convierte en arte

Cuando la industria se convierte en arteEl valor del ‘cable inglés’ no reside únicamente en su funcionalidad, sino que constituye en sí mismo una obra maestra de la arquitectura y la ingeniería del hierro, propia de la industrialización de principios del siglo XX. No en vano, este entramado de acero y vigas de hierro y madera de la escuela de Gustave Eiffel fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de Monumento por la Junta de Andalucía en 1998. Hoy, más de un siglo corroe el mineral de su estructura, tiñéndola de rojizo óxido y convirtiéndola en un elemento irreemplazable del paisaje almeriense.

Como consecuencia de su inestimable importancia histórica, arquitectónica y artística, en 2010 se emprendieron labores de restauración, reparación y saneamiento de aquellas partes deterioradas del Cargadero del Alquife. El plan contemplaba, además, la rehabilitación del interior del monumento, convirtiéndolo en un espacio de ocio y cultura que albergara un mirador en su parte superior. Un proyecto que aguarda ser llevado a cabo para dotar de una nueva vida a este testigo y protagonista de una época no tan lejana en el tiempo.

Disfrutar del ‘cable inglés’ es sencillo. Una buena forma de hacerlo es acudir, a la caída de la tarde, al final de la rambla, que el visitante encontrará marcado por una inmensa rosa de los vientos de piedra en el suelo. Frente a él, el mar, el Muelle de Levante y el ‘cable inglés’. Caminar unos metros hasta situarse bajo la compleja estructura de hierro y madera, levantar la vista e imaginar el traqueteo incesante de centenares de pesados vagones recorriendo sus oxidados raíles.

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